Si algo quedó claro con este paro es lo que los ricos y la auto denominada ‘gente bien’ de este país (divinamente bien representados por personajes como la senadora Cabal, o madame Azcarate, entre muchos otros) piensan del resto de la población:
Piensan que los pobres son pobres porque no les gusta trabajar, y porque aparte de brutos son holgazanes.

Piensan que si no progresan no es por falta de oportunidades, sino porque son unos flojos, unos sinvergüenzas y unos buenos para nada.

Piensan que si los pobres y la clase media de este país protestan y se van a paro no es porque tengan más de mil razones justas para hacerlo, sino porque quieren todo regalado.

Piensan que si algunos de ellos acudieron al comercio o a la minería ilegal no es porque dentro de la economía formal no hubo espacio para ellos, sino porque en su ADN está ser criminales. Si algo tienen claro los ricos de este país es que nuestros recursos naturales son sagrados para las multinacionales.

Ahora, lo que estos mismos privilegiados piensan de sí mismos:

Piensan que si les va bien en la vida no es gracias  a sus apellidos, ni al círculo social al que pertenecen, sino a que son geniales.

La clave de su éxito está en que creyeron en sí mismos, y en que desde niños han visto la vida con actitud positiva. Mientras que «qué cosita con esos pobres si son pesimistas y quejumbrosos».

Piensan que si «cruzaron de primeros la línea meta» no fue porque en el partidor de la vida arrancaron con suficiente ventaja sobre el resto, sino porque aparte de que son supremamente inteligentes, son sencillos, sensibles, bondadosos y ‘echaos palante’. Según esto, tanto la persona que nació en los rosales como la que nació en Cazuca compitieron en igualdad de condiciones.

Rico que se respete jura que las oportunidades son iguales para todos y que si las cosas están bien para ellos, están bien para todos. Y que los pobres de este país, en vez de lamentarse, deberían alegrarse y celebrar con ellos.

Piensan que cada quien tiene lo que se merece y se labra su desgracia, y les encanta pensar así porque eso los lleva a concluir que son superiores al resto.

Pudo haber nacido en cuna de oro pero, rico que se respete, no le gusta aceptar que la tuvo fácil, que toda su vida ha ido en coche. A ellos también les encanta alardear que empezaron de cero, que se hicieron a pulso.

Para ellos  manejar la economía de este país de forma responsable es manejarla de la forma que a ellos les convenga y les permita enriquecerse aún más.

Conclusión: si en este país hay muy pocos que tienen mucho,  y muchos que no tienen nada no es porque este sistema sea injusto sino porque esos muy pocos son brillantes. Y porque eso de que Colombia es el cuarto país más desigual del mundo, y de que no todos tenemos las mismas oportunidades, aparte de excusas, no son más que delirios de mamertos.