Gobierno colombiano en medio de crisis generada por la pandemia: con esto del coronavirus el pueblo, como por variar, está llevando del bulto, jodido, y reclama soluciones, ¿qué hacemos?, pregunta un alto funcionario.

 

Asesor delirante: ¿Qué les parece si esta vez sí les ofrecemos soluciones reales? Renunciamos a nuestros privilegios, y creamos verdaderas políticas que nos permitan combatir la pobreza, la corrupción, la desigualdad, y la falta de justicia social. Propongo cambios de fondo, iniciar un revolcón verdadero. Como una forma de demostrar nuestro compromiso, ¿qué les parece si empezamos reduciéndoles los impuestos y aplazándoles por el tiempo que dure la pandemia el pago de sus cuotas bancarias, y de servicios públicos? Y cuando todo esto termine, creamos una verdadera política de empleo, para que nos retribuyan y aporten a la economía.

 

Asesor sensato: Yo tengo una mejor idea, ¿qué les parece si organizamos un concierto de reggaetón, vallenato, y música de despecho?

 

Alto funcionario del Gobierno: ¡Excelente! Me suena esa última idea. Continúe.

 

Asesor sensato: Invitamos a la Greeicy, al Jessi Uribe, al Vives, al Yatra y a todo el resto del combo de “artistas”, ávidos de fama y reconocimiento, y que no se pierden la movida de un catre, para que se den pantalla y saquen pecho.

 

Asesor delirante: ¿Qué solucionaría un concierto de reggaetón en estos momentos? ¿Qué lograríamos con eso?

 

Asesor sensato: Enviar un mensaje de solidaridad, de reconciliación y de amor. Posicionar frases como “De esta saldremos más fuertes”, “El amor todo lo puede”. Bien lo dijo alguien por ahí: para el pueblo pan y circo… aunque… como los mercados en los que iba el pan se los robaron, esta vez se lo quedamos debiendo.

 

Asesor delirante: ¡Como por variar!

 

Alto funcionario del gobierno: ¿La logística del concierto?, deme más detalles, me interesa.

 

Asesor sensato: Aprovechamos que estos “artistas” están tapados en plata, que viven en mansiones, y que sus parejas e hijos parecen todos sacados de un comercial de televisión, para demostrar que Colombia es un país bello. La idea es que alternen sus canciones con mensajes de esperanza y frases alentadoras.

 

Asesor delirante: Esto no serviría más que para desviar la atención de los verdaderos problemas. La gente no necesita mensajes de esperanza. Los problemas deben solucionarse en el ámbito en el que se presentan, la inequidad es un problema económico y como tal se debe afrontar, no con canciones. Esta pandemia es un asunto de salud pública y, por ende, es en ese ámbito en el que se debe combatir. Necesitamos respiradores, mejorar la infraestructura hospitalaria, poner en cintura a las EPS.

 

Asesor sensato: En el momento épico de la noche, y al unísono, que entonen una canción bien esperanzadora y motivadora, algo así como ‘Imagine’ de John Lennon, ‘Color esperanza’, o ‘Polvo de estrellas’. Desde ya me los imagino frente a sus micrófonos con forma de oblea, sus ojos cerrados,  y sus manos puestas sobre sus oídos y audífonos, cantando a todo pulmón; o en su efecto mirándose unos a otros, compitiendo entre ellos por a ver quién hace más muecas y aspaviento, y quien pega el mayor alarido.

 

Alto funcionario del Gobierno: ¡Conmovedor! ¿Algo así como ‘We are the world, we are the children’?

 

Asesor sensato: ¡Exacto! Pero desde sus casas. Y eso no es todo, lo mejor es que va a ser un concierto con sentido social. Nuestros artistas invitarían a los ciudadanos a ponerse la mano en el corazón y a donar.

 

Asesor delirante: ¿Donaciones?, este país no necesita limosnas de sus compatriotas, es el estado el que debe hacerse cargo del bienestar y de las necesidades de sus ciudadanos. Para eso está ¿no? Necesitamos políticas económicas serias, perdurables en el tiempo, involucrar a la gente pobre en los circuitos económicos. Seamos serios, ¿en qué aliviaría toda esta pantomima la situación tan crítica por la que están atravesando? ¿En qué contribuiría a combatir la desigualdad y a disminuir la pobreza?

 

Asesor sensato (haciendo caso omiso a lo que habla el delirante): Y para cerrar con broche de oro, que al final aparezca una presentadora bien mamasita, con un vestido bien corto y ajustado, para que, entre pucheros y lágrimas, llame a la reconciliación y difunda los mensajes: “Estamos juntos en esto” “Unidos somos más fuertes”, “Juntos podemos”.

 

Alto funcionario del gobierno al borde del llanto.

 

Asesor delirante: ¿Juntos?, pero si estamos más desunidos que nunca, a los médicos los están amenazando, discriminando…. Los políticos están aprovechando la desgracia de la gente para hacerse propaganda y mejorar su imagen. Los bancos no están prestando plata…

 

Asesor sensato: Nada mejor en estos momentos tan duros que enviarles un mensaje de esperanza y reconciliación. Convencerlos de que todo está bien y de que los sueños sí se cumplen. Meterles en la cabeza aquello de que si no han triunfado en la vida, no es por falta de oportunidades y de justicia social, sino por ser mala leche, y por falta de positivismo.

 

Asesor delirante: La gente no necesita escuchar todas esas mentiras. La recesión que se viene es cosa seria, desempleo, negocios quebrados…. Un país no se arregla a punta de música y de positivismo. Esa pobre gente necesita soluciones reales, poder acceder a techo, comida, satisfacer sus necesidades básicas. Y, cuando todo esto termine, empleo, salarios dignos.

 

Alto funcionario del Gobierno: ¡Ya hombre, cállese!, que intervenciones tan densas. ¡Qué lora tan fastidiosa la suya! Lleva más de 10 minutos repitiendo lo mismo: pobreza, desigualdad…

 

Asesor delirante: Pero (señala con su dedo índice al otro asesor) también se la ha pasado repitiendo lo mismo: unión, amor, solidaridad, esperanza, y a él si no le dice nada.

 

Alto funcionario del gobierno:  ¡Silencio! En cuanto al concierto, nada que objetar me parece genial tu idea. Hay que ser positivos ¡carajo! Esta crisis es una oportunidad única de reinventarse.

 

Asesor sensato: ¡Así es!, ¡vamos a conmoverlos!, a ponerlos a llorar con los mensajes de unión y esperanza de la Greeicy, y de la bandida de la Jara. A convencerlos de que si están llevados no es por culpa de la corrupción sino por falta de actitud. La verdadera pobreza no está en el bolsillo sino en el corazón y en la mente.

 

Alto funcionario del gobierno: ¡Uff!, ¡qué profundo! No se diga más, juguémonosla toda por el concierto. Y cuando finalice diremos que fue una muestra amor, de unión y de solidaridad ni las más tremendas. Y a los que duden de nuestras buenas intenciones y no crean que con esto solucionamos todo, los llamamos amargados. Porque si hay algo debe cambiar en este país es esa actitud pesimista. A metros de esa gente negativa, que, como este señor, no aportan nada, solo critican.

De aquí en adelante culparemos de todo a la pandemia, y de ñapa, los rematamos bajándoles los salarios, y clavándonos con una nueva reforma tributaria, entre otras muchas sorpresitas.