Cada que a un Cristiano Ronaldo, a un Messi o a cualquier otro divo, diva del deporte, de la música, del cine, o, incluso, de los negocios le preguntan cuál es la clave del éxito, sus respuestas, salvo contadas excepciones, son siempre las mismas:

“La clave está en trabajar duro”, dicen. Y es aquí cuando esa humilde mujer, aseadora de profesión, que camina rumbo a su trabajo, a las 4:30 a. m., se pregunta: ¿Cómo es que si trabajo como una mula, si madrugo como una condenada, a diferencia de Cristiano Ronaldo, no estoy forrada en plata, ni tengo una mansión con piscina? ¿Cómo es que vivo tan endeudada? ¿Será que Cr 7 madruga más que yo? ¿Será que el bus que lo recoge y lo lleva a la concentración pasa más tetiado que el mío, y por eso la vida y el destino se lo reconocen?

“Si no la has logrado, es porque no te has esforzado lo suficiente”, premisa avalada no sólo por los ricos y famosos, sino por todos nuestros gobiernos. Mientras transpira, le duele la columna y se sofoca lavando baños, la mujer del ejemplo anterior se pregunta si tal vez no se esfuerza lo suficiente. Fijo J Lo, alias Jennifer López, se esfuerza más que ella. Es apenas lógico, si a mayor esfuerzo mayor dinero, no cabe duda. J- Lo gasta más energía meneándolo que ella aseando oficinas y conjuntos residenciales.

“La clave está en ser constante”. Se pregunta si llevar 30 años trabajando en la misma empresa, recibiendo el mismo salario de miseria, no es ser constante. ¿Cómo es que si lleva más tiempo bregando pisos que Neymar respirando aire, a este último le ha ido mejor que a ella?

“La clave está en ser ético y disciplinado”. A pesar de que no toma, no fuma, no ha fallado nunca al trabajo, y levantó a sus 3 hijos ella sola, tras escuchar de los labios hinchados de una de las Kardashian lo anterior, sube la loma que la conduce a su casa cabizbaja, convencida de que es la indisciplina andante.

“La clave está en luchar por tus sueños”. ¿Cuáles sueños?, se pregunta. Acostándose a las 11 p. m., y despertándose a las 3 a. m., ¿Qué tiempo le va a quedar para soñar?

“La clave para ser multimillonario está en querer”. Tras reflexionar largo rato, le resulta insólito que ni uno sólo de los 180 y pico de millones de latinoamericanos que viven en la pobreza haya querido. Una lástima que, al igual que esos millones de infelices, ella tampoco quiera salir de pobre, debe ser que, muy en el fondo, le gusta vivir así, llevada, humillada, mal trajeada.

“La clave para ser un exitoso multimillonario está en creer en ti”. Se pregunta si de las 7000 millones de almas que habitan este mundo solamente dos mil y polla – incluidos Jeff Bezos y Bill Gates – creyeron en ellos. Debe ser que solamente los gringos y los europeos creen en ellos, mientras que el 99 % de los latinos y africanos somos ateos de nosotros mismos.

“La clave está en luchar duro por lo que quieres, el mayor problema de la gente es que quiere todo regalado”. Pese a que nadie, nunca, mucho menos el gobierno, le ha regalado nada, pese a que lo poco que tiene se lo ha ganado con el sudor de su frente, se siente tan desilusionada y ofendida consigo misma, que solamente espera encontrarse en algún charco o ventanal con su reflejo para quedarse viendo fijamente y regañarse: “no te engañes, quieres todo regalado. La tía Martuchis tenía razón, eres una atenida, floja, atenida y mil veces atenida”. Acto seguido, se tulle del miedo pensando en que va a llegar un gobierno a regalarle todo, y ahí sí es que se va pal hoyo, como en Venezuela.

“La vida te devuelve lo que le das”. Se pregunta qué fue eso tan malo que hizo para que la vida la trate así.

“La clave para triunfar en nuestra profesión está en tener un gran corazón, y una gran inteligencia”, escucha que responden las modelos y reinas de belleza. Y ella que imaginaba que estaba en ser bonitas. Igual, de reencuentro con su reflejo, vuelve a darse palo y llega a tres conclusiones: 1. tengo un corazón de pollo. 2. Soy una burra. 3. Si tal como profesan esas filosofas de la pasarela que la belleza exterior es un reflejo de la belleza interior, por dentro debo estar podrida.

A continuación, las reflexiones de algunos miembros del sexo opuesto ante las claves restantes:

«La clave está en trabajar en lo que más te gusta, y en ser positivo». Tras reflexionar profundamente, un humilde hombre, barrendero de profesión, se pregunta: ¿en dónde recibirán las hojas de vida para ser actor porno? Diez segundos viendo actuar a Nacho Vidal le bastan para asombrarse y acomplejarse por el enorme positivismo de este señor.

«La clave está en contar con un gran talento», confiesa Maluma, en su caso, talento para la rima y el flow. Tras rebanarse los sesos intentando encontrar la genialidad de: “Hawái de vacaciones, mis felicitaciones”, y sólo tras comprender que la fama y el dinero son proporcionales al talento, el mismo hombre del ejemplo anterior concluye que ni Shakespeare se atrevió a derrochar tanta genialidad en un solo verso. A propósito: ¿Cuántos gigatones de su gran talento emplearía para componer esta otra perla: “lo hacíamos en ayunas, antes del desayuno»? Deduce que  sólo de una mente privilegiada puede brotar un pleonasmo tan brutal.

«La clave para llegar a ser rico y famoso está simplemente en ser bueno en lo que haces». ¿ Si soy un teso para diligenciar la minuta, si durante mis rondas he atrapado y reducido a más de un pillo, si abro y cierro la puerta del parqueadero más diligentemente que ningún otro guarda, por qué, a diferencia de la pulguita de Messi, no me piden fotos ni autógrafos por la calle? Algo similar se pregunta el carpintero, el taxista, el ejecutivo, el contador, el odontólogo, el médico, el panadero… ¿Cómo es que si horneo unas mogollas del carajo, no tengo a miles tras de mí coreando mi nombre, ni ovacionándome con marcado acento argentino mientras las preparo? “Oe, oe, oe, oa, en el horno esa mogolla se va engrandar”.

Reflexiones a las que sucede la inquietud: ¿Qué pasaría en el caso hipotético de que todos, pero absolutamente todos los habitantes de este planeta quisiéramos? ¿Podríamos realmente todos llegar a ser ricos y exitosos? En ese caso, ¿Quiénes ejercerían los empleos de bajo perfil? ¿Quiénes conformarían la parte baja de la pirámide? ¿Sobre qué base se sostendría la parte alta de la misma?

¿No será que la riqueza de unos muy pocos está soportada sobre la pobreza, el trabajo y el sacrificio de miles de millones? ¿No será que el éxito no es más que un embeleco con el que los gobiernos intentan convencernos de que vivimos en un sistema justo, en el que las oportunidades son iguales para todos…? Tal vez alcanzar todos el éxito no sea más que una entelequia, un imposible estadístico, matemático, social, lógico y económico.