Nada más falso que ver al combo ex Semana, a Daniel Coronell, Daniel Samper Ospina y María Jimena Duzán, posando de alternativos e independientes.
Increíble que un tipo tan clasista como Daniel Samper Ospina, que siempre ha pertenecido a la élite social, económica y política de este país, haya logrado, a punta de chistes pendejos, convencer a toda una generación de jóvenes indignados que él también es uno de ellos, un rebelde, un perseguido, una víctima más del sistema; y que sus causas y las de ellos son las mismas.
Así mismo, María Jimena Duzán: ¿cómo es que una mujer que lleva más de 30 años haciendo parte de la élite del periodismo, que ha trabajado en todos los grandes medios de comunicación de este país, decide un día cualquiera presentarse como alternativa e independiente, y la gente se lo crea?
Y junto a ellos, el nuevo combo de ‘celebrirebeldes’. Imaginen no más la élite, la crema y nata de la farándula criolla: Margarita Rosa de Francisco, Adriana Lucía, Claudia Bahamón, Alejandro Riaño… presentándose a sí mismos como “legítimos hijos del pueblo”, posando de rebeldes y contestatarios.
Pero, ¿por qué tanto sus seguidores como sus detractores les comieron cuento? ¿A qué se debe que los primeros se identifiquen y se sientan representados por ellos y los consideren hermanos de causa, mientras que los segundos no los bajen de mamertos, y castrochavistas? Simple, al hecho de haberse declarado voz en cuello antiuribistas. Como si antiuribista, alternativo e independiente fueran lo mismo.
Ahora bien, que son antiuribistas eso está claro, pero… ¿están en contra de sus políticas? ¿Están en contra del modelo económico, social y laboral que él representa? La respuesta es no, rotundo. ¿Cómo van a estar en contra de un modelo en el que les ha ido de maravilla, y si ellos son los “hijos” bonitos y consentidos de ese modelo?
Veamos: bajo ese modelo y mientras ese que llaman el innombrable reducía las horas extras y le daba duro a la clase trabajadora, el hoy “indignado” se la pasó jugando a ser el Hugh Hefner criollo y empelotando mujeres que daba gusto; la mamerta de Francisco presentaba desafíos y era la figura mimada de la tv. Mientras que su hermano, ese que muchos veneran y califican como el más rebelde y antisistema, parloteaba en la radio, y actuaba en algunos culebrones en medios tan alternativos como Caracol y RCN. Aterradora tanta rebeldía, ese mechudo es un verdadero peligro para el sistema.
Así que mis queridos indignados, descártenlos como sus aliados. Así aparenten estar de su lado, sus causas y las de ellos nunca serán las mismas. Podrán coincidir en temas como la defensa del medio ambiente, o en ideales abstractos como la libertad, pero en lo económico, social, y laboral, jamás. Si no hay afinidad de causa, no hay solidaridad de causa, así de simple.
Olvídenlo. Un Samper nunca va a estar del mismo lado del pueblo. Educación, vivienda, salud… todo eso por lo que ustedes luchan, y mucho más, le fue concedido al nacer. Su visión del mundo y sus intereses son otros. A él, o a señora la Duzan, qué les va a importar si en este país hay educación gratuita y de calidad, si para ellos están Harvard o los Andes. ¿O alguno de ustedes imagina al señor Samper yendo a matricular a sus hijos a un colegio público? ¿O a la “mamerta” de Francisco comprando su licuadora a cuotas con el crédito Codensa o al “mamerto» Coronell aplicando al subsidio del gobierno para comprar una casita? Mamertos del teclado, de ahí no pasan.
Es por esto que solamente propenden por un cambio de figura, más no de fondo, es más, están en contra, se oponen al verdadero cambio. Por eso se auto proclaman de centro, porque buscan seguir con el mismo modelo excluyente de Uribe pero sin Uribe. Un presidente que continúe sus mismas políticas anti clase media -las mismas de Santos, Samper, Pastrana y de todos los que han gobernado este país – pero que no joda tanto, ah, y lo mejor, que pertenezca a esa misma élite de apellidos de siempre, y que hoy busca, como sea, retornar al poder así tengan que disfrazarse de pueblo para lograrlo.
Su rabia no es contra un modelo, sino contra una persona. Por eso aman a Santos y odian a Uribe, así en materia laboral, social y económica sean exactamente lo mismo.
¿Y entonces? ¿Por qué se unieron al paro, por qué se muestran tan activos en sus redes sociales, “apoyando” las causas de esa enorme masa de jóvenes inconformes, acaso tomaron conciencia social? Qué conciencia ni qué social. Ni tarados que fueran, nadie que esté del lado superior de la desigualdad va intentar equilibrar o invertir la ecuación. Solamente buscan aprovecharse de las necesidades de la gente y de su indignación para sumar adeptos, y lograr así su único y real objetivo: sacar a Uribe del poder.
Segundo, alimentar su ego y aumentar su fama. Nada más efectivo para la imagen de una figura pública que ser percibido como aliado incondicional de causas sociales.
Y en cuanto el “apoyo” a los jóvenes, buscan cautivarlos porque ven en ellos una mina. Para los unos (periodistas) representan audiencia; para los otros (figuras públicas) seguidores; y para el futuro candidato, capital político. Congraciarse con ellos significa hacerlo con quienes, hoy por hoy, conforman la mayor fuerza electoral del país. ¿Por qué creen que el innombrable propuso combatir lo que él mismo llamó “adoctrinamiento en los colegios públicos”?, porque ahí están los voticos.
Yo de ustedes ni los dejaba asomar a sus marchas, “te lo agradezco, pero no”. ¿Acaso ellos los invitaban a sus rumbas, a su exclusiva burbuja de belleza y glamour?
No permitan que se sigan apropiando de sus luchas, ni robando protagonismo a los verdaderos gestores de esta revolución, los líderes estudiantiles. Porque en el fondo es lo que buscan, quedarse ellos con todo el mérito y el reconocimiento. ¿Cuántos estudiantes y maestros opacados, ninguneados por estos nuevos rebeldes?
A este paso, para el imaginario de las próximas generaciones quedará que quien lideró y se erigió como símbolo de estas protestas no fue Jennnifer Pedraza sino Adriana Lucía; y que quien convocó y encausó este descontento popular no fue Alejandro Palacio sino Alejandro Riaño, o el mismo Daniel Samper Ospina.
En fin, no quieren que nadie distinto a ellos sobresalga, buscan acapararlo todo, no dejarle espacio a las nuevas generaciones, ni a los verdaderamente afectados por la injusticia social. Quieren ser del Jet Set y a la vez del pueblo, ser las vacas sagradas del periodismo tradicional, y a la vez las nuevas voces. Ser el establecimiento y la vez los disidentes y los más rebeldes. Se quejan de los políticos y son idénticos a ellos, viven al vaivén de las tendencias, posan de indignados cuando la moda es estar indignados. Ellos son los Mockus, los Roy Barreras, los Benedetti de la farándula y el periodismo.
Personalmente no me a trago ninguno de este nuevo combo de “mamertos”, no me generan ni cinco de confianza, me parecen unos acomodados y unos oportunistas. Pretenden ocupar un lugar que no les corresponde ni por su origen, trayectoria y clase social. ¿Qué piensan ustedes?