No es que envidie el éxito de Epa Colombia, es que no le encuentro explicación lógica.

Para los que no lo recuerdan, hace año y medio, aproximadamente, la señora Epa estaba en las drogas, a punto de ir a la cárcel y hundida en un montón de escándalos.

No obstante, sentó cabeza, levantó lo del plante, fundó empresa, dio con la fórmula ganadora, salió al mercado, le pagó a los bancos (imagino que tuvo que pedirles plata prestada), logró el punto de equilibrio, se posicionó en el top of mind de las queratinas y creó 300 puestos de trabajo. Y todo esto, en apenas un año.

Hoy, está a la cabeza de una compañía que vende queratinas como pan caliente, que le reporta unas ganancias inmensas y le permite darse un estilo de vida del carajo. Lo anterior, pese a estar en pandemia y a que el Invima, según ella, la cogió entre ojos y le tiene tirria.

De ser cierto todo lo anterior, estamos frente a un hito económico y empresarial. Ante la mayor hazaña financiera de toda la historia de Colombia.

Y hago la salvedad porque tanta maravilla no la encuentro, ni creíble, ni económica, ni financiera, ni matemáticamente posible. Y no es que la quiera ver pobre, o que crea que todo lo del pobre es robado, como suele quejarse ella ante su amiga imaginaria, lo que pasa es que todo en esta vida tiene su lógica y hace parte de un proceso.

Todo el que lo haya intentado, sabe que crear empresa en este país no es fácil, y mucho más si “se viene de abajo”, como ella. Requiere una gran inyección de capital, conocimiento, sortear un sinfín de obstáculos… pero, por sobre todo, tiempo. Y es en este último aspecto en el que encuentro la mayor inconsistencia.

¿Cuánto tiempo tarda un empresario en crear un solo puesto de trabajo? En un año Epa creo 300 y hace poco publicó que iba a contratar a 30 y polla más. A través de un crédito, hipoteca, o leasing, ¿cuánto tiempo tarda una empresa en comprar su primera bodega? ¿Cuánto tiempo tarda una familia en reunir la cuota inicial de su casa, o hacerse a su primer carro? Pues bien, Epa no sólo compró bodega – local, casa, y apartamento, sino que los remodeló, dotó y acondicionó; aparte compró furgón, moto para su novia, y, “como si fuera poco, cero y van tres veces que la vemos salir de un concesionario, muerta de la dicha y filosofando, a bordo de senda nave. Para rematar, tupió su closet, planea pagarse una carrera universitaria – con lo cara que es la educación en este país-, y lleva encima no sé cuántas cirugías estéticas.

Pese a todo, le ha quedado tiempo de sobra para payasear en redes – promocionar travestis – , grabarse chillando y haciendo drama cada que le da la chiripiorca. ¿Qué empresa crece a ese ritmo, qué empresa agota todas sus etapas de consolidación y crecimiento, y reporta tantas ganancias en tan corto tiempo?

“El que es pobre es porque quiere”, dice ella para justificar su éxito. Con todo respeto, pero esto si fuera cierto, todos en este país seríamos millonarios, pues no hay nada que un colombiano o cualquier otro habitante de este planeta deteste más que ser pobre.

Ahora, si la cosa fuera tan fácil como que hoy me ajuicio, mañana monto empresa, y pasado mañana ya tengo plata hasta pa botar a lo alto, no habría en este mundo tanto desempleo y pobreza. ¿Cuántas personas en este país, mucho más juiciosas, serias, educadas, y responsables que ella – por lo menos no andan estallando vidrios a martillazos, madreando policías, ni boleteándose en las redes sociales- han fracasado en su empeño de montar empresa?

“La clave está en el trabajo y en el esfuerzo”, me da pena, pero no es ella la única en este país que trabaja y se esfuerza, millones de colombianos también lo hacen, se parten el lomo a diario, y no desde hace año y medio, sino desde que tienen uso de razón, y ni aun así logran lo mínimo para sobrevivir.

Hace poco le ofrecieron dictar clases en una universidad. Ante esto, una observación: Si no es ella la cabeza visible, la imagen de una calculada, y bien montada, estrategia de marketing en redes para aumentar su popularidad; si no tiene tras de sí un grupo de inversores apoyándola y patrocinándola económicamente, a ella, y a la idea de “si se quiere se puede”, me da pena, pero no deberían contratarla como docente, deberían nombrarla ¡ya! decana de la facultad de economía o  de la facultad de administración de empresas.

No creo que exista en este país una mente más brillante y visionaria para los negocios que la de ella.

¿Qué carajos va ir a perder tiempo como estudiante? Reputados académicos, Doctores y personajes con muchos más títulos no han logrado, en toda su vida, ni la décima parte de lo que ella en un año.

Más bien debería compartir la clave real de su éxito, y dedicarse a escribir un libro sobre el particular: “Desenrédale los churcos a la pobreza, alisa el camino al éxito”.

Ahora sí, tal y como lo he venido insinuando, eso de las Epakeratinas es puro cuento, una fachada, y es boletearse en redes lo que la convirtió en millonaria y la tiene viviendo bueno. La invito a que sea sincera y a que deje de vender falsas esperanzas.

En serio, no hay derecho a jugar así con las ilusiones de la gente. Porque ahí donde la ven en este país hay muchos, incluso gente seria y profesional, que la idolatra, la cita – así será lo mal que estamos de filósofos-, y la ve como un ejemplo a seguir. Para ellos, Epa Colombia es la mayor prueba de que sí se puede, de que el que es pobre es porque quiere, porque le encanta serlo. No se nos haga raro si ya hay colombianos que tienen un altar de ella en su casa, al que rezan y se encomiendan cada que van a emprender un negocio.