Los conflictos entre seres humanos se intentan solucionar reconociendo y respetando las diferencias, no negándolas. Sin embargo, esta última parece ser la consigna actual. Si alguien no está a gusto con el sexo que le tocó al nacer, al día siguiente salen con el cuento de que los sexos no existen. No terminas de asimilar esta “tesis” y ya van en: “ no eres lo que eres sino lo que crees que eres, con lo que te identificas”.

Y entonces te preguntas ¿cómo haces para identificarte como hombre o mujer si, según otra teoría que ya anda rondando por ahí, nada identifica al uno ni al otro?, si todo lo que creíamos que nos identificaba o diferenciaba no son más que prejuicios de gente ignorante. Hombres y mujeres somos exactamente lo mismo, seres sin ningún tipo de identidad, ni contraste, psicológico, físico, biológico, genético… Basta con que te declares como una cosa o la otra, y ya.

Así mismo, si se presenta un conflicto entre dos o más personas de distinta raza, al rato resultan con que las razas no existen. O bueno, sí existe una, la humana.

Pero negar que existan las razas y los géneros ¿realmente contribuye a eliminar nuestros problemas y diferencias? Esto sería cierto si las únicas causas de conflicto y rivalidades entre los seres humanos fueran esas; si las personas del mismo sexo, raza, y nacionalidad, no tuviéramos problemas entre sí.

Basta con echar un vistazo para comprobar que, por lo menos en este país, las diferencias raciales y de género, no son ni la principal, ni la única causa de violencia y discriminación. Aquí no te roban ni te atracan por ser mujer, sino por plata. Aquí no te discriminan por ser negro, sino por pobre. Las personas discuten, se pelean, se roban y se matan entre miembros de una misma raza o género.

Personalmente, jamás he tenido un conflicto con una persona de otra raza o nacionalidad. Todos los niños que me cascaron y a los que les casqué, todas las mujeres que me pusieron los cachos, y a las que se los puse, eran de mi misma raza y nacionalidad. Todos los que me han atracado han sido de mi mismo sexo  ( hombres, hasta el momento no he sido asaltado por un no binario), y raza (mestizos).  Y no creo ser el único.

No obstante, vamos a darles a estos teóricos de la negación el beneficio de la duda, y si negar las diferencias y los conceptos antagónicos, realmente contribuye a eliminar los conflictos y nos permite construir un mundo mejor, ¿por qué limitarlo a raza y género? Adelante, hagámoslo extensivo a todos los aspectos de la vida. Acabemos con todo lo que nos divide.

Empecemos con las diferencias sociales, a partir de ahora no existen. Ser rico o pobre no lo determina la cantidad de billete que tengas, sino la clase social con la que te identifiques, si te identificas como rico, todo bien, eres rico. Así como existen hombres sin pene, existen ricos sin plata, y en la “olla”.

De igual forma, el aspecto físico. A partir de ahora, en este planeta no existen feos ni bonitos. Si crees que estás como quieres, no lo dudes, estás como quieres. Si juras que eres Brad Pitt, todo bien, eres Brad Pitt.

Que una de las causas más grandes de conflicto y de dolor es el amor, ¡carajo!, ¿qué esperamos para declarar que el amor no existe?, que amor y dolor son la misma cosa, que presencia y ausencia son sinónimos, y santo remedio. Así no sufrimos por falta de amor,  ni por soledad.

Y al que no esté de acuerdo, en nombre de la santa inclusión y la sagrada tolerancia, lo “asamos” en las redes sociales,  lo acusamos de ser mala persona, de tener la mente enferma, de ser un tal por cual discriminador, de estar harto de odio, de tenernos fobia, y de ser un completo ignorante.

Ejemplo: si alguien está de acuerdo con el hecho de que sí existen las razas lo acusamos de ser seguidor de Hitler y de creer que existe una raza superior, la aria, de la cual hace parte, así tenga una cara de muisca que no pueda con ella. En conclusión, ese fulano odia a los negros y a los judíos.

Fulano: ¿Y por qué los voy a odiar, si no me han hecho nada? Y en cuánto a los judíos, jamás he tratado a uno.
– Por eso mismo no lo has tratado, porque los odias.
– ¡No!, porque jamás he conocido a uno.
– ¿Y por qué crees que no lo  has conocido ?, porque los odias.
– No, porque vivo lejos de ellos. Porque Israel queda en la pm respecto a Colombia, y por ende, la posibilidad de encontrarse con un judío y ser amigo de uno, aquí, en este país, es mínima.

Por otro lado, si alguien está de acuerdo con que sí existen los sexos lo tildamos de misógino, machista y homofóbico. Si otro se lamenta por la migración venezolana, debido a todos los problemas de inseguridad, pobreza y desempleo que nos ha acarreado, lo calificamos de xenófobo.

Ahora, y como bien lo hemos venido haciendo, nos vamos a pasar la lógica por la faja y vamos a intentar ser en el mundo del no ser. Es decir, vamos a declararnos anti racistas en un mundo en el que, según nosotros mismos, no existen las razas. A luchar por los derechos de las mujeres, de los homosexuales, y los transexuales en un mundo en el que, según nosotros mismos, no existen los sexos.

No solamente nos vamos a percibir, vamos a obligar a los demás a percibirnos como tal. “Ey tú, enano, ¿quieres ser alto?, no necesitas un butaco, ni ponerte tacones, basta con que declares que ser alto no lo determinan los genes, ni lo define el metro, sino que es una construcción. Así mismo, vas a exigirle a la gente a que te vea tal como lo que estás convencido que eres, un man alto, gigante. Si te apodan exige que sea «largo acaba chiros». Todos deben mirar hacia arriba al hablarte, y las mujeres deben empinarse al besarte. Si no lo hacen, las acusas de prejuiciosas, y de discriminarte”.
Claro que sí, pelón, no lo dudes más, eres un mechudo encerrado en la cabeza de un calvo. Esto último me lo repito frente al espejo a diario.

Negándolos, así de fácil vamos a lidiar con nuestros problemas de identidad.

Que para iniciar una discusión se necesitan dos, ¡adelante!, ¡neguemos nuestras identidades y personalidades! Eso de que existe el individuo A y el individuo B no es más que un invento de esta sociedad excluyente.

Así mismo, vamos a quitarles a los científicos esa bendita maña de estar poniéndole etiquetas a todo y a acabar con aberraciones como la taxonomía, la anatomía, la biología, la genética… Si no existen los sexos, mucho menos las especies. Permítanme nacer, crecer, analizarme, y ahí sí decidir si me declaro planta, humano, metal precioso, combustible, perro o gorila…. “No nací jabalí o ballena, sino que elegí ser uno de ellos”.

Existen 4 fuerzas: la electromagnética, la gravedad, la nucle… al carajo con todas esas teorías absurdas y excluyentes, sólo existe una, la fuerza del amor.

Y el día que tengamos nuestro primer encontrón con los extraterrestres, alegamos que no existen los planetas, los cometas, ni las galaxias, porque – parafraseando un trino de Petro- todos hacemos parte de un inmenso arcoíris de material cósmico galáctico”. Y así todo el universo feliz, como una lombriz – entendiendo la lombriz como una construcción, claro está-.