El Café Florian, de Venecia, con sus 295 años de fundado, y actualmente funcionando, presume ser uno de los cafés más antiguos del mundo. Los cafés más antiguos de Bogotá, que por demás hoy en día los están desapareciendo, no llegan ni a los 100. Al San Moritz se le calculan 78 y al Café Pasaje 79. Las razones son simples: en primer lugar los cafés llegan tarde a esta ciudad porque, entre otras cosas, a los bogotanos no nos gustaba tomar café. En segundo lugar la mayoría de los cafés que existían terminaron destruidos aquel 9 de abril de 1948 del que tanto nos han hablado.
Antes que cafés existían pues en esta ciudad otros lugares que cumplían con la labor de ser puntos de encuentro de nuestra bohemia citadina. Restaurantes como Las Fosas, bautizado así porque se encontraba ubicado justamente frente al Cementerio Central y en cuya trastienda Don Julio Flórez acostumbraba a libar bebidas espirituosas como el ajenjo según cuentan. Chicherías como La Gaité Gauloise a la que los bogotanos en general para no complicarse con lo de la pronunciación terminaron llamando La Gata Golosa. O tabernas como La Botella de Oro, La Rosa Blanca y La Gran Vía, donde en ocasiones se reunían los contertulios de la Gruta Simbólica, fueron los primeros lugares de reunión y tertulia para nuestros artistas y políticos locales.
Es el Windsor el más famoso de los cafés que tuvo esta ciudad por allá en 1920, en él se reunían, al lado de ganaderos y hacendados, personalidades de la talla de León de Greiff, Luis Tejada y Germán Arciniegas, reunidos en un grupo bautizado Los Nuevos. Vendrían después cafés como La Cigarra, ubicado en la planta baja del periódico El Espectador y frecuentado más que nada por periodistas; Victoria, donde nacerá el grupo Piedra y Cielo; y Asturias, que sería el centro de reunión de los Cuadernícolas. Todos ellos cafés en los que las tertulias se desarrollaban de manera pública y acalorada, todos ellos centros de reunión y de diálogo.
Luego del “bogotazo” nacerá el famoso café El Automático en el cual su principal atracción serán las charlas de un ya consagrado León de Greiff, charlas a las que se debía ganar el derecho de admisión para poder sentarse a la mesa con el poeta, y lugar en el cual algunos consideran que se concretó el grupo Mito. Quizá sea El Automático el último de estos cafés en la ciudad, pues luego los artistas, y en general los acostumbrados contertulios, empezarán a vivir dispersos por la ciudad y la costumbre de reunirse en cafés ya no será tan popular. Eso, en mi opinión, hasta el nacimiento de Casa de Citas, un restaurante café que está cumpliendo este 6 de agosto 23 años de existencia y que ha retomado la bandera perdida de proponerse como punto de encuentro para los artistas, la tertulia y las personas en general interesadas en participar de estos temas.
Como yo me quedaría corto en decir todo lo que ha pasado en Casa de Citas a lo largo de estos 23 años, los invito a que vean la siguiente video-entrevista con Carlos Adolfo González, fundador de Casa de Citas, en la cual nos cuenta su historia, sus anécdotas, los personajes que por allí han pasado y cómo van a celebrar su cumpleaños.
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Buen post
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Gracias por el dato estaré en Venecia a finales de agosto y gracias a su dato visitare el café Florián.
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