El Café Comercial, después de incertidumbres abrió de nuevo sus puertas. Las conversaciones de antes, los encuentros fortuitos, las prisas y el café con churros de un lugar que ha visto florecer a Madrid. Todavía recuerdo el día que Juan Carlos Monedero, del actual grupo político Podemos, en ese tiempo un parroquiano más, se sumó a la conversación que mantenía con el cineasta antioqueño Carlos César Arbelaez, a quien entrevistaba por su premio en San Sebastián.
Los corazones de los madrileños ya no lloran a las puertas del Café Comercial de Madrid. Ese fatídico 25 de julio de 2015 el alma de Madrid amaneció cerrada. Un lacónico cartelito en el que se leía «Cese de Negocio» acabó con el histórico Café Comercial, donde las plumas más versátiles e icónicas se habían instalado en sus mesas desde 1887, aquella noche a las ocho y treinta. Una anciana se fue a una tienda y colocó el primer corazón. Esa mañana fue de llanto y consternación, de tristeza y mucha, mucha angustia.
El mundo se vino abajo para los chicos del Kiosko, donde se vende los periódicos y revistas que ya no se podrían leer en la dulce intimidad del Café, y ni que decir para los trabajadores que tenían en su frente el orgullo de llevar mucho más de treinta años sirviendo en el Comercial. De la noche a la mañana no tenían nada.
Las especulaciones se dispararon. Parecía no quedar sitio para pensar en cosas buenas. Lo que más atemorizaba era la idea de encontrar allí un banco, una multinacional del ocio o cualquier tienda de cadena.
Un año y 221 días que culminaron el día que la fachada del comercial se vistió con una malla negra en a que se leía CAFÉ COMERCIAL. Fueron meses de añoranzas e ilusiones mientras se hacían unas reformas que le han devuelto el brillo al antiguo café, hoy también restaurante, y el latido al corazón de los madrileños.
Su barra de mármol jaspeado, las imponentes columnas, el salón iluminado por las restauradas arañas y la luz de la calle, los comensales, y una alegría diferente, hacían que hoy en El Café Comercial, después de dos días abierto, se viviera con pasión y entrega el regalo de tomar un chocolate con churros, un sandwich bikini y sobre todo la felicidad de imaginar que ahora regresó para quedarse «siempre».
Café Comercial con el mal olor de la coleta de Podemos……no va a ninguna parte
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Es la coleta de Podemos la que no va a ninguna parte. El Café Comercial va a todas porque está en el alma de los madriñeleños. Y si no lo cree asómese a ver cada mañana la barra llena,los mayores sentados de nuevos en las mesascon su cafelito y churros y la alegría de un lugar recuperado para la vida de la ciudad.
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