Existen parajes que por su singularidad han sido aumentados y corregidos por el cine. Pero un día vas de viaje con el espíritu abierto y te encuentras de frente con su real e impactante belleza. Me pasó en las tierras altas de Italia, donde se mima la tierra y en la que he visto caer las hojas y sentir el placer de los colores del otoño.
Y es un lugar por donde pasean antiguas y preciosas historias, que cobran aún más valor en los días ventosos y húmedos del otoño. Hay que arrimarse a sus paredes y escuchar el tintineo de copas, el hogar que desprende olores de ternera cocida al vino y voces alegres porque el famoso vino de la tierra ya está guardado en barricas. La cosecha ha sido buena.
Ha saltado ésta foto y me ha traído los perfumes de tiempos lentos y espacios fijados para siempre en el apartado de encuentros.
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