“Pretzel: Pan o galleta germánica en forma de lazo, crujiente, con sal gruesa y comino que suele tomarse como tentempié”[1]

En ocasiones, las historias de la comida llegan naturalmente hasta mí con la vida cotidiana. Hace unos días, en medio de una parada turística tuve la oportunidad de visitar la casa en donde funcionó la primera fábrica de pretzels de los Estados Unidos. Este diminuto snack tiene toda una historia gigante detrás de sí. Para comenzar, fue primero un tipo de pan blando.

El 18 de julio de 2014 llegué al pueblo de Lititz en Pensilvania y allí me encontré con un pequeño museo dedicado a rescatar la historia de Julius Sturgis, su familia y el pretzel.   El señor Sturgis se acentó en aquel lugar a mediados del siglo XIX y en esa casa estableció una panadería. Cuenta la leyenda que un clochard llegó en un tren a este lugar, hambriento y buscando trabajo. El olor lo llevó hasta East Main Street y aunque don Julius no pudo ofrecerle un trabajo, lo invitó a su mesa. Este señor en agradecimiento le regaló la receta que lo volvería famoso, la de los pretzels. Diez años después, la panadería pasó a convertirse exclusivamente en una fábrica de  pretzels, esos curiosos snacks cuya forma original reproduce un par de brazos cruzados en oración.                           

Si bien el primer pretzel, -llamado originariamente brezel y derivado del latín bracellus (brazo pequeño)- industrial se fabricó en Estados Unidos en 1861 en la panadería de Sturgis, en Europa tenía ya una antigua tradición. Se cree que fueron unos monjes de la región de Baviera los primeros en fabricarlo. Corría el siglo VII.

Su forma remite a un nudo, a unos brazos en oración, o a un corazón.

En la historia ha primado la simbología católica pues se dice que los monjes benedictinos de Borgoña y Renania lo crearon para darlo como premio a los niños que decían bien sus oraciones, de ahí también la asociación de la palabra ‘pretzel’ a pequeño regalo. La primera imagen conocida de un pretzel aparece en el Hortus Deliciarum –El jardín de las delicias-, un libro iluminado escrito por novicias de un convento alsaciano en el siglo XII. Actualmente, el pretzel es muy popular en Alemania, Alsacia, la Suiza alemana, Estados Unidos y Australia.

La familia Sturgis ha continuado con la tradición de fabricación de pretzels usando las antiguas recetas y técnicas combinadas con equipos modernos. Hoy en día, su consumo es muy seguro pero hace muchos años la mezcla tradicional usada para darle el sabor y la textura a los pretzels era venenosa, aunque con el calor del horno este peligro se neutralizaba.

Otra curiosidad asociada al pueblo de Lititz, -fundado por una comunidad morava-, y sus alrededores es que en esta región se asentaron diversas comunidades europeas que escaparon de las persecuciones religiosas. En general de origen anabaptista, estas comunidades viven hoy en varios condados del sudeste de Pennsylvania: la vieja y nueva orden de los Amish, los Menonitas, los Brethren y otros pequeños grupos conocidos como los ‘pueblos simples’. En el pueblo de “Bird-in-Hand” funciona un tradicional mercado desde el siglo XVIII y allí también pudimos apreciar la fabricación de los tradicionales pretzels, de la cual dejamos testimonio en el video adjunto.

https://www.youtube.com/watch?v=Vvyv3xV21QM&feature=youtu.be

Y una última observación de una mente historiadora: es muy probable que la historia del clochard y el pretzel sea fantasiosa, pues los moravos fueron los seguidores de Jan Hus, el fundador de la primera religión reformada, nacida en la región de Baviera, origen del pretzel.

PD: Si alguna vez tienen la oportunidad de pasar por Lititz, condado de Lancaster, no dejen de probar los deliciosos pretzels y la variedad de sabores que ofrecen las fábricas de los descendientes de Julius Sturgis. Tampoco se pierdan la visita al fabuloso mercado Amish de Bird-in-Hand, donde encontrarán los más variados tipos de quesos, mermeladas caseras, chocolates, café, embutidos de carne de res y artesanías.

 

[1] Jordá, Miguel. Diccionario práctico de gastronomía y salud. 2007, p.177.