La mesa en el arte europeo (II parte)
En la primera parte de “la mesa en el arte europeo” presentamos a una serie de pintores que cultivaron el estilo llamado ‘de género’. Esta forma de aproximación al arte nos acerca a la vida cotidiana de los europeos, sobre todo a partir de finales del siglo XVI y nos permite apreciar, entre otras cosas, aspectos vinculados al mundo gastronómico.
Sin embargo, la intención de estos pintores no fue precisamente mostrarnos cómo comían los nobles, los campesinos, los frailes o los pobres en general, sino transmitir mensajes a través de estas representaciones. A pesar de esto, esas representaciones son hoy muy valiosas para acercarnos a las costumbres de la época y para llegar a percibir la importancia, ya fuera nutricional o simbólica de ciertos alimentos.
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Entre las primeras pinturas de grupos encontramos un par de cuadros del pintor holandés Cornelis van Haarlem. El primero de ellos muestra a milicianos ballesteros, los miembros de la guardia cívica de Amsterdam y a los oficiales de la orden de San Jorge. Ambos cuadros se titulan como banquetes de las respectivas agrupaciones y a pesar del prestigio de ambos grupos, las mesas no parecen muy nutridas. Tan sólo se puede apreciar en ellas, pan, vino, jabalí y pollo, los dos últimos alimentos, aún por cortar. Evidentemente la mesa es solo una forma de agruparlos y no el objeto de los cuadros, en donde destacan los instrumentos de prestigio: los platos, copas y vasos, la ropa, las armas (ballestas y lanzas) y los elementos decorativos del espacio.
Annibale Carracci en su obra El comedor de frijoles (1583-1584) representa contrariamente a Haarlem, el acto de comer de un hombre rústico y en consecuencia usa trazos gruesos y evade la perspectiva. Una estudiosa de esta obra piensa que no se trata de representar a un simple campesino y de transmitirnos su rusticidad y ansia al comer. Dice que este era un personaje muy conocido de la comedia del arte italiano de aquellos tiempos, El Zanni: campesino un poco tonto y un poco loco (Ginzburg, 2000, 26). De cualquier manera, nos muestra qué se podía consumir en un local de paso en la época para mitigar el hambre: frijoles, cebolla, pan, pastel de verduras y el infaltable vino.
Los comedores de queso del también italiano Vincenzo Campi parecen emparentados con la anterior pintura de Carracci, obra a la que algunos perciben también como portadora de elementos eróticos. La razón es que Carracci fue de hecho influenciado por Campi, a su vez practicante del arte flamenco.
La preparación de los alimentos fue otro de los temas acudidos por pintores europeos como Vincenzo Campi, Guerrit Dou y Diego Velásquez. En sus cuadros se aprecian mujeres acompañadas de niños, perros y gatos mientras pelan verduras y frutas, cortan cebollas, preparan el pan, cocinan huevos o despluman aves. En la obra de Campi puede apreciarse en especial la abundancia de comida de una familia de clase media que ostenta cierta capacidad económica y la posibilidad de una cocina llena de sirvientes y diferentes alimentos para preparar. Incluso se muestra una res entera a la que están destazando unos hombres.
El pintor italiano, Giussepe Arcimboldo se hizo famoso por sus curiosas representaciones de rostros configurados a partir de conjuntos de objetos. Para el tema que nos compete vale recordar los rostros realizados a partir de frutas y verduras. De particular notoriedad es el Vertumnus (1590-1591), retrato no oficial del Emperador y mecenas de las artes, Rodolfo II de Habsburgo. Según Thomas DaCosta Kaufmann, las obras de Arcimboldo expresan el poderío sobre el Nuevo Mundo conquistado, representado a través del maíz y la berenjena, cultivos exóticos en aquellos tiempos (Panamarte.net).
Francisco de Zurbarán, Bartolomé Esteban Murillo y Diego Velásquez se encuentran entre los más famosos pintores españoles. Muchos de sus cuadros aluden al ayuno, a la caridad y a la pobreza.
En San Hugo en el refectorio de los cartujos se pueden apreciar muchos detalles de la mesa del convento. Este cuadro en particular se refiere al milagro de la conversión en ceniza de la carne que los cartujos se habían negado a comer por respeto al ayuno del domingo de quincuagésima (Gaya Nuño,1974, 95).
Detalle de San Hugo en el refectorio de los cartujos
El realismo y el naturalismo en estos pintores los llevó a representar a adultos y niños pobres. Algunos de ellos aceptan el pan que se les distribuye desde los conventos y otros aparecen como pequeños pillos que tal vez disfrutan de fruta robada. Otra escena común es la de la taberna.
Entre estas obras podemos destacar Caridad de fray Martín de Vizcaya (1639); San Diego de Alcalá dando de comer a los pobres (ca.1646); Niños comiendo fruta (ca.1650) y Niños comiendo pastel (ca.1670-1675).
Las costumbres culinarias de los pobres, campesinos y gente común –acomodada o de escasos recursos,- pueden apreciarse en Los tres músicos (1617-1618), El almuerzo (1617-1618), La vieja friendo huevos (1618), Almuerzo de campesinos (1618-1619), Escena de taberna (1628), Niña comiendo ostras (1658) y en La burla del Pievano Arlotto (1655). Entre los alimentos sobresalen los huevos, el pan, el vino, el queso, el melón, los mejillones, las ostras, la granada, la cebolla –blanca o morada, el pescado, el pollo y las guindillas (tipo especial de pimiento o pimentón).
