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7, 15, 22, 30 años… El paso del tiempo es implacable para aquellos que no disfrutan cada uno de sus días a través de alguna clase de motivación o sentido. ¿Cuántas veces se ha preguntado sobre el verdadero sentido de la vida? Tal vez, las discusiones existencialistas nos lleven a crear innumerables respuestas desconcertantes, al mismo tiempo que el ‘tic tac’ del reloj interno que poseemos llena de años nuestros cuerpos. Ya lo advertía John Lennon: ‘Life is what happens to you while you’re busy making other plans’.

Juventud: virtud relacionada con personas que se encuentran en cierto rango de edad que, generalmente, es variable. ¿Usted considera que la juventud tiene una fecha de caducidad? ¿O es de los que cree que el concepto es una cuestión, principalmente, de actitud? Que envejecer no significa arrugarse, sino que significa dejar marchitar el espíritu enérgico y vital que se encierra al interior del corazón; dejando de soñar, creer, ansiar.

La legendaria historia de la ‘Fuente de la Eterna Juventud’, representada por El Bosco en el cuadro ‘El Jardín de las Delicias’; o la enigmática novela ‘El Retrato de Dorian Gray’, de Oscar Wilde, son dos de los múltiples ejemplos que existen para reflexionar sobre la (eterna) juventud. Sin lugar a dudas, son muchas las personas que se rehúsan a entregar esta virtud a espejismos de anhelo incierto (envejecer) en los que, de maneras sutiles, el tiempo borra sueños de la imaginación.

Y sobre el amor… ¿Qué podría decir que no esté dicho? Simplemente desearía sentir… y vivir, y poder descubrir el universo entre el misterio de la abstracción, en medio de las corrientes de aire y vida que trasladan mis recuerdos a su corazón… Ese corazón cubierto de miedos y cicatrices; dulce boca carmesí que nace miles de veces alrededor de mis labios. Su color perpetuo, su incandescencia recluida entre pliegues verdaderos, sus anhelos que desvanecen terribles vientos… Es desde la lejanía quebrantada donde aparecen las razones, las pasiones descubiertas entre noches del silencio…¡Hey, tu! No hagas de este cuerpo un olvido. Que ni siquiera el tiempo acabe con los recuerdos, porque llegará el día en que estas palabras sean dichas por los jóvenes del ayer, y tu carne y mi carne dejarán de ser reales por querer amar lo que nunca se debió amar…

Juventud y amor… Dos luces que reparan los quebrantos del cristalino material con el se forra el alma; sorbos de un mismo veneno para otros. No sé…mejor me voy al jardín de las delicias a danzar y abandonar pudores desvencijados que aceleran el curso del tiempo… y así, entre los latidos tranquilos del amor, encontraré la paz que detenga de manera definitiva el curso de los días y podré decirle al mundo que seré joven para siempre.

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