Cada vez es más frecuente escuchar jovencitas diciendo «yo no me quiero casar», cada vez se ven más solteros mayores de 30 años, tanto hombres como mujeres. Hace una generación una mujer que tuviera más de 30 y no se hubiese casado estaba «quedada del bus»; claramente ya no es así. Muchas personas siguen solteras por convicción, pero muchas otras (cada vez más) porque creen que no han encontrado a la persona indicada o a la pareja ideal. Y he ahí un gran problema.
Hace una semana les hablaba de la felicidad. ¿Cómo hacemos para ser felices? Esta entrada es la continuación de ello.
Los cambios tecnológicos, internet, las redes sociales, y varias cosas más han cambiado mucho la sociedad para bien y para mal. Para eso les recomiendo leer «21 cambios que la tecnología le ha traído a las relaciones de pareja«, de Karen Langebeck. Por ejemplo ahora se habla de la economía colaborativa (o consumo colaborativo), donde se intercambian bienes y servicios por medios digitales, como Mercado Libre, AirBnB o el mismo UBER. Todo eso nos lleva a que todos tengamos un montón de oportunidades para vender, comprar o intercambiar nuestras cosas, en TODO el mundo. Con un par de clics. Y así es para todo: para enterarnos de las noticias ya no hay que esperar a que sea medio día para ver el noticiero, o leer al otro día el periódico. Basta con que entremos a sus versiones online y las vemos a las pocas horas de sucedidas. Y hay mil opciones. O en Twitter que nos podemos enterar en tiempo real de las cosas. A veces uno lee que está temblando antes de sentirlo. A mí me pasó.
Pero como todo en la vida, tiene su lado malo, y es que tenemos mucho de donde escoger, lo que nos bloquea la capacidad de hacerlo. Hay estudios y libros enteros sobre eso llamado «La paradoja de la elección». Permítanme les explico.
En el 2000, un par de gringos hicieron un estudio en el que pusieron varios sabores de helados en una tienda (sí, los gringos hacen estudios de todo, pero concluyen un poco de vainas bien interesantes, las aplican y luego les sacan plata; deberíamos aprenderles). No pusieron muchos sabores, como cinco y todos clásicos. Luego midieron la cantidad de gente que entraba a la tienda, comparada con la cantidad de gente que compraba.
A la semana siguiente pusieron como 30 sabores. ¿Qué creen que pasó? Pues sí señores que esa tienda se llenó. Mucha gente llegó a ver ese pocotón de sabores: que se le tiene el pistacho, que si quiere chocolate con menta, que el chontaduro, la piña perolera, el pepino cohombro…
Lo curioso de todo esto es que a pesar de que más gente entró a la tienda, menos gente compró. Pues estos gringos se pusieron a estudiar el por qué y la conclusión es que cuando tenemos muchas opciones es más difícil escoger. Eso lo confirmaron con más estudios, ensayaron con chicles, mentas, caramelos, dulces y manícaramelochitoscharmes.
En una conferencia del TED, en el 2005, un profesor expuso una situación propia: En el supermercado de su barrio, no muy grande, digan ustedes como un Exito Express, había 175 opciones de aderezo para ensalada. ¡CIENTO SETENTA Y CINCO! Y también tenían los ingredientes separados para armar el aderezo que uno quiere, (o sea, por si ninguna de las 175 opciones anteriores nos gusta). Pues el profesor también estudió todo esto y llegó a dos conclusiones:
- Cuando hay muchas opciones hay parálisis de selección.
- Aunque superemos la parálisis y tomemos una decisión, terminamos menos satisfechos con esa decisión, comparado con lo que habría pasado si tenemos menos opciones.
Mejor dicho, si uno escoge helado de mandarina tropical con choco rochelle y luego no le convence mucho, se queda pensando en que mejor le hubiese puesto nueces de macadamia. Con más opciones es más fácil imaginarse que habríamos podido escoger una mejor combinación de helado.
Miren lo cierto que es: imagínense yendo a comprar televisor. Hay cualquier cantidad de marcas, de varios tamaños, unos vienen SmartTV pero con cable, otros con Wifi, otros son compatibles con tu celular por bluetooth, o son 3D mientras que otros tienen webcam incorporada. Cuando por fin te decides por un bendito televisor, llegas a tu casa y lo ves un poquito grande para la habitación, te quedas pensando en que de pronto si lo compras más chiquito le hubieras metido esa plata a las gafas 3D (que igual no habrías usado más de 3 veces). Y te quedas con ese pensamiento, que al final genera remordimiento y no te deja disfrutar el televisor que compraste, aunque haya sido una excelente decisión. Duras semanas enteras pensando y suspirando por ese otro televisor que también te gustó pero tu hijo te convenció del que compraste.
En economía hay un concepto llamado «costo de oportunidad», que en resumen dice que valoramos las cosas de acuerdo a con qué las comparamos. Cuando hay muchas opciones, es fácil imaginarse las cosas que nos gustan de las alternativas que rechazamos, pero irónicamente no solemos pensar en las cosas que no nos gustan. Maluco, ¿no?
Bueno, y todo este carretazo es porque eso mismo pasa a la hora de escoger pareja, que fue por lo que ustedes hicieron clic y vinieron a leer, no crean que no me acuerdo.
En la época de mi mamá, las parejas se conseguían en el pueblo, en el trabajo o en la universidad. Hagan el ejercicio, pregúntenle a las parejas mayores dónde conocieron a su esposo/a. Y es que el enamoramiento se da porque frecuentas a alguien, de hablar con esa persona seguido, de compartir espacios. La traga es otra cosa, eso es inmediato, pero el amor es un cuento largo.
El problema es que ya no es así. Ahora tienes tantas opciones para conseguir pareja que se volvió un tema poco importante, aparentemente es muy fácil conseguir cita romántica. Sacas el celular y puedes ver en Tinder, Happn y demás, las fotos de 300 posibles candidatos a los que escoges porque tienen barba y se ven interesantes, o despachas a los que, pobres almas de Dios, no son tan fotogénicos y la cámara no les ayuda. Y los hombres somos peores: «Esta sale medio bizca, a esta le falta escote, si pone foto con el gato es una solterona», y así.
Entonces conseguir pareja se vuelve algo trivial. Sales con uno y de entrada estás diciendo «uy noooo, este tipo se la pasó tosiendo toda la noche, mejor me busco a otro» sin pensar que el pobre justo tuvo gripa la noche que se vieron. ¿QUÉ CULPA?. «No me joda, esta vieja se la pasó hablando de los problemas con el jefe, inmamable«, sacan el celular y empiezan a chatear con la siguiente, o con el amigo pidiéndole que lo llame para poderse escapar de ahí. A la final a todos les encuentras defectos, simplemente porque todos los tenemos. Y en lugar de darse la oportunidad de conocer mejor a la otra persona, ya estás pensando «NEEEEXT».
Yo me pregunto, ¿y dónde quedó el romance? ¿Qué pasó con esa época bonita de escribirse notitas de amor? ¿Pegarlas en el escritorio con un post-it o dejarse el dulcecito en el cajón? ¿Escribir en una servilleta para que quede el recuerdo? Pero un recuerdo de verdad, más allá de un screenshot. Ahora se conquista con un mensaje de whatsapp que diga «oiga la quiero» y el dulce virtual. Mi amiga Isa lo llama «el amor en los tiempos del whatsapp». Pero mejor no hablemos del romance perdido (ese lo dejamos para otra entrada), estamos en el tema de escoger pareja.
Como hay tantas opciones no sabes a quién escoger, y cuando escoges ya no tomas tan en serio el compromiso con tu pareja. A la primera pelea se busca uno otra pareja. Y siempre habrá alguien que no tenga los defectos que no «soportamos» en el otro. SIEMPRE. Siempre habrá una más tetona o una que no alegue tanto, siempre habrá uno que tenga la barba más poblada o que no sea tan borracho. Siempre habrá uno más pilo o una más juiciosa. Cuando no te baste con ese que tiene Volkswagen te buscas uno con BMW. Pero la solución no es esa, la solución está en trabajar en pareja, en no creer que es pareja de juguete o que es una relación desechable, porque puedes conseguir 20 más en Tinder.
Las relaciones se construyen, se trabajan con compromiso. El verdadero amor se enriquece todos los días, con diálogo, comprensión, tolerancia y complicidad. Porque tu pareja debe ser tu cómplice y eso se logra conociéndose, no a la primera salida a tomar cerveza. Si no hablas y tu pareja no sabe qué te gusta y qué no, no puedes esperar que haga lo que quieres; los seres humanos aún no sabemos leer la mente, o al menos que yo sepa. Y créanme, lo he intentado.
La reflexión de esta semana es a que tomemos más en serio la relación en pareja. Si la estás buscando, no es como ir al supermercado y echarlo al carrito, total si no te gusta a la próxima te compras otro. No. Y si tienes a alguien con quien compartir tu vida, valóralo, cuídalo, habla y escucha -cultiva la comunicación- y construyan ese amor a diario. No saben lo bonito que es regalar una flor que se encontraron en la calle, o llegar con el dulcecito que saben que le gusta. Solo porque sí, no hay que esperar a que sea Amor y Amistad o que esté de cumpleaños. Y escríbanle en un papel la letra de esa canción que a ambos les gusta. Se los juro que eso va a durar más en la memoria que muchas otras cosas que pueden costar un jurgo de plata.
Yo por lo pronto me iré al supermercado a comprar un paquete de servilletas. Para escribir poemas, por supuesto.
Quiero agradecerles mucho ese juicio con que vienen a leer cada jueves, también todo lo que comentan; el último #Marmotazo fue lo más leído en EL TIEMPO durante toda la semana y eso es gracias a ustedes. Muchos lindos, carajo. Gracias a los que escriben desde Newark, China, Australia, Francia… y a los que leen pero no escriben, yo sé que andan por ahí.
Esta semana en el programa de radio que hago, #aTrinoHerido, estuvimos hablando de la felicidad. Les dejo el enlace al podcast por si lo quieren escuchar. «¿Qué te hace feliz? [Audio]»
Los tips para escribir un buen blog los encuentran en mi blog personal (que hasta ahora estoy creando, perdonen lo poquito). http://omargamboa.com/blogs/consejos-para-escribir-un-buen-blog/
Y en mi blog recomendado de la semana, les traigo «Una viuda más» que habla del amor y sobretodo del desamor. Me cuentan qué tal les pareció. http://unaviudamas.blogspot.com.co/
No me puedo ir sin recomendarles el show de luces de Metallica en el Planetario Distrital. En una palabra, me pareció alucinante. Vale solo 8 mil pesos y es muy emocionante. Si van, siéntense al lado contrario de la puerta, es donde mejor se ve. Que conste.
Esta semana fui a ver la exposición #RetratosHablados, organizado por Bogotart. Increíble. Qué buen arte se puede apreciar en esta ciudad. Info del evento en Facebook: Retratos Hablados. Info de Bogotart acá.
También les cuento que esta semana empezamos el trabajo con los PremiosTW para definir los artistas que se van a presentar en la próxima edición. Y les adelanto que ¡son un hit! De esos que sueño tener en el evento hace mucho rato. Tan pronto se confirmen les cuento.
Esta semana estuve ensayando Snapchat, a ver si la entiendo. Ahí les voy contando chismes (por ejemplo quiénes son los artistas de los que les hablo). Los que quieran, me encuentran como gamboaomar.
Gracias a todos, nos leemos el otro jueves. ¡Chau!
Si quieren encontrar todas las entradas, están en este enlace: http://blogs.eltiempo.com/marmotazos/ En el botón “+ Seguir a este blog” pueden poner su correo electrónico para que les llegue cada vez que publico. ¡Para que no se pierdan ni una!
Igual les recomiendo algunas entradas anteriores: “Le pasó a un amigo: La tenista“, “Si a Bogotá no hubiera llegado Petro“, “Le pasó a una amiga“.