Somos un pueblo que vive indignado. Y no aprendemos ni aprenderemos. Los que me siguen en Facebook saben que suelo poner como estados chistes pendejos. En serio, pendejos de lo más pendejos que hay en el mundo. Y hay de todo: de política, de deportes, del clima… de lo que sea que esté pasando en el mundo, o en mi cabeza. Básicamente me burlo de todo, empezando por mí. Y estoy usando la palabra «burla» como se encuentra en Google:
«(burlas) Bromas o mentiras por diversión.» (Acá la encuentran)
O si se quiere, por la segunda definición según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española: «Chanza». Y para más señas, la definición de chanza es:
Cf. it. ciancia.
1. f. Dicho festivo y gracioso.
Preferí remitirme al diccionario que nos guía en el uso de nuestro grandioso idioma español, porque claramente la palabra burla muchos la toman como algo ofensivo y no hay tal. Las ofensas solo nos afectan cuando las dejamos. Y pareciera que en eso somos especialistas. No en vano se dice que indignarse es deporte nacional.
Por alguna coincidencia astrológica, de un tiempo para acá he recibido comentarios de conocidos y desconocidos criticando cualquier chiste, apunte o chascarrillo que llaman. Usualmente los ignoro, a veces los respondo de una manera cordial, pero -vaya uno a saber por qué- hace unos días no la logré y me disgusté. Pudo ser porque tenía sueño, dolor de cabeza, porque no jugó James en la Champions, porque el taxista me quedó debiendo 200 pesos… en fin, por cualquier cosa. El caso es que me dejé llevar. Así que respondí al estado algo como «AAAAAYYYY DIOOOOSSSSS. Si no les gusta, simple, bloqueen el contenido. El día que entre a sus estados a criticar, bien puedan entren al mío a lo mismo. Qué estrés ustedes, francamente.»
Con la imagen que puse de Jesús, casual, tuve que leer más de un sermón sobre el respeto a la religión. Perdónenme, pero para mí Jesús era un bacán, un parcero, un man que perfectamente habría podido tomarse selfies con cualquiera de nosotros, así como hace el Papa ahorita en Instagram.
No sé ustedes, pero por lo general si yo leo o veo algo que no me gusta, sigo de largo. ¿Para qué lo comento? ¿Para pelear? ¿Me indigno con esa persona? ¿Le canto unas cuantas verdades a ver si aprende? Nombe, no seamos tan pendejos que eso no va a pasar. Ni que no tuviera nada más que hacer. O si veo un chiste de mal gusto… pues lo ignoro. ¿O es que es el único contacto que tengo en Facebook? Nada, hay muchos más, graciosísimos (les recomiendo leer al gran Luis Eduardo Quintero –@DonLuisEduardo-, también bloguero en El Tiempo). A esos chistes les doy like, me río, les pongo el «jajaja» de rigor y hasta los comparto. De eso se trata mi «vida» en Facebook. No me amargo, no sufro. Si no me gusta, ignoro.
También me indigna que haya tanta corrupción, me indigna que siquiera se insinúe que la culpa de una violación es de la víctima. Pero si es un chiste, un apunte de humor negro (por favor, no se me ofendan los afro-descendientes) o un comentario ácido (por favor, no se me ofendan los limones ni las naranjas sin madurar), tengo dos opciones: o me río o lo ignoro. Ya. Simple y sin dramas.
Hace poco compartí un Colombian English que decía «Póngase serio, llave» (acá lo encuentran en Instagram y Twitter) y alguien me dijo algo así: «¿Esa es la imagen que queremos mostrar en el exterior? No me parece, creo que Colombia tenemos mejores cosas qué mostrar.» Le respondí con un «cógela suave».
Vivimos peleando entre nosotros porque no toleramos que el otro piense distinto. Nos parece increíble que alguien no quiera tener hijos y prefiera tener perros. O gatos. O perros y gatos. Parece pelea de perros y gatos. Yo no tengo hijos, ni perros, ni gatos. Escasamente tengo una mata y está que se me muere. ¿Y qué? ¿Cuántos son o qué? No me tilden de anti-humanista, ni de anti-gatista o anti-matista. Soy una persona como cualquier otra. No me jodan. Y, perdónenme, pero no me voy a poner a explicar con plastilina lo que pongo en Facebook, para eso tengo un blog, jajajajaja.
En Colombia se puso de moda durante un tiempo decir «niños y niñas», «ciudadanos y ciudadanas», «alcaldes y alcaldas», porque solo usar el término masculino era ofensivo con las mujeres. ¿De dónde sacaron eso? En vez de decir «humor negro» va a tocar decir humor afro-descendiente. O humor de color. A ver: cuando yo era niño, yo podía decir «negro» y no había problema. Para mí el negro era un color, como tantos otros y jamás (JAMÁS) ha significado ofensa. Jamás he usado esa palabra para ofender o denigrar. Yo veo a Goyo de Chocquibtown y pienso «esa negra es hermosa», porque es una mujer negra y es hermosa. No le busquen más significado. Y me pasa con Alicia Keys, y Beyoncé. Para mí decir «negra hermosa» refuerza la hermosura que quiero expresar, ¿no? Hablando de humor negro, les recomiendo ver el stand-up comedy de Louis CK en Netflix (no recomendado para personas sensibles a la indignación. Mejor dicho, si usted se sintió medianamente ofendido con este post, no vea a Louis CK ni de fundas).
Somos los adultos los que le ponemos malicia a las palabras. Es más, tengo un amigo al que le decimos «negro», aunque no es tan negro (aprovecho para mandarle un abrazo a Sebastián). Tengo otro amigo al que le decimos «gordo» y ahora está más flaco que yo, pero le sigo diciendo gordo porque es de cariño, no de gordo. Una de mis mejores amigas es «la gorda», y no me cabe en la cabeza decirle Martha. Eso sería como regañarla, y no, es mi gorda adorada. Es tanto el cariño y la confianza que le tengo que cuando la saludo le digo «Quiubo Gorda HP» y ella me responde con otro madrazo igual o peor. ¡Y me encanta! Pocas amigas así. No se alcanzan a imaginar lo bacana que es mi gordita adorada. ¿Ven? Lo que ofende no son las palabras, sino cómo lo tomemos.
Con este tipo de ridiculeces no tendríamos chistes buenísimos del tipo «que entra un chino a un bar». A un bar no podría entrar ni un chino, ni un negro, ni un cura, ni un presidente, ni un caballo, ni nadie. Imagínense uno en plena reunión social:
– JAJAJA, les tengo un chiste buenísimo, jajaja. Esperen… Bueno, va. Que entra una persona normal, bien normal, hombre o mujer, de edad adulta, sin ninguna seña particular ni gafas ni nada…
Nooooooo, me les duermo. Quino lo dijo muy bien con Mafalda.
Mi consejo es simple: no suframos por tanta pendejada. No seamos tan imbéciles.
Imbécil:
coloquial
[persona] Que es poco inteligente o se comporta con poca inteligencia.
La invitación es a que seamos más relajados, menos criticones. Ya me ven acá, criticando a los que critican, luego vendrán los que me critican por criticar a los criticones, y así. Disfrutemos más la vida, riámonos de los chistes, ignoremos lo que no nos guste, siempre y cuando no nos ofenda. Si nos sentimos ofendidos, pensemos si vale la pena discutir por eso. Y sobretodo pensemos ¿qué tan seguido nos indignamos? Si eso pasa quizás el problema esté más en nosotros que en el mundo.
Para terminar les dejo un chiste buenísimo que me contaron ayer. ¿Qué le dijo Batman a un… No, ¿saben qué? Mejor no lo cuento, no quiero que se me ofenda nadie en el Salón de la Justicia. Yo con los Superamigos no me meto.
¡Chau!
La banda sonora de la semana.
Hacía rato no les recomiendo una historia anónima. La de esta semana me pareció buenísima. De pronto porque parece escrita por mí, jajaja. No mentira, me gustó en serio y acá se las comparto: «¡Es una vaina jodida!«.
Qué semanas tan llenas de trabajo, afortunadamente. Les cuento que la próxima semana, el martes y miércoles, estaré como bloguero invitado en el World Business Forum, WOBI. Es un honor muy grande que comparto con varios amigos del mundo digital. Estoy muy agradecido y honrado con la invitación. Espero poder conocer a Richard Branson y tomarme la selfie de rigor con él, o que me firme un brazo, un cachete, ¡algo! Por supuesto les estaré contando sobre el evento en mis redes sociales y en mi blog personal.
Luego, el jueves, estaremos presentando junto a la agencia española Territorio creativo (@tcreativo_co) el Estudio de Transformación Digital en Colombia 2016, de cuyo equipo de investigación hice parte orgullosamente. Después de publicado estaré contándoles algunas cifras interesantes, en mi blog personal OmarGamboa.com
Y luego, el viernes y el sábado, estaré en Sogamoso dictando un Diplomado de Redes Sociales para Periodistas, junto con el admirable Mauricio Jaramillo (@mauriciojaramil). Si alguno está por allá, bien puede pasar a saludar. Esta vez no prometo pastel de pollo porque no quiero quedarles mal como con Lorena en Tunja.
Todas las entradas, están en: http://blogs.eltiempo.com/marmotazos/ O si quieren que les llegue al correo cada vez que se publica un Marmotazo, en el botón «Seguir a este blog +” que encuentran al comienzo, bien arriba, tienen la opción y no se pierden ni una.
Pero si quieren les recomiendo algunas entradas anteriores: “Ay, tan maduras“, “El día de la madre de mi madre“, «¿Por qué seguimos solteros?«.
También estoy en Facebook, Linkedin e Instagram. Y me encuentran en Snapchat como gamboaomar.