Hace rato quería escribir sobre reciclaje. Todo empezó con un documental que vi el año pasado en Netflix sobre el cuidado del agua, hablaban mucho de materiales desechables y del reciclaje también. Realmente debemos generar conciencia sobre el cuidado del ambiente, del mal que nos estamos causando y cómo lo podemos evitar. Pero también creo que hay muchos mitos urbanos, mucha desinformación alrededor del tema de los materiales desechables.

Entiendo que hay una gran preocupación por la cantidad de basura que generamos, que termina donde no debería (ríos, mares o básicamente en cualquier lado) contaminando el agua e intoxicando a los animales, incluidos nosotros. Pero la solución no es dejar de usar plástico, satanizar los pitillos (popotes, pajitas, para los que están en otros países) ni horrorizarse porque un degenerado inconsciente pidió tenedor de plástico en el domicilio. Permítanme les explico, antes de que me envíen a la hoguera.

Imaginémonos un mundo sin plástico y usemos un ejemplo muy simple: Comprar leche. Imagínense que vamos a la tienda a comprar nuestra lechita sagrada de cada día; llegamos a la tienda y nos llevamos nuestras tres botellitas a la casa. En el camino se nos cae una y se rompe. ¿Qué hacemos? Pues llorar sobre la leche derramada un buen rato, devolvernos a la tienda y comprar otra, eso sin tener en cuenta el riesgo de que alguien se corte con los vidrios rotos. Aparte, esa botella de leche de, digamos, medio litro, sería mucho más cara que la bolsa, sencillamente porque es de vidrio y el vidrio es más caro. Y es más pesada. Un camión no podría transportar tanta leche porque (primero) no caben tantas en un camión y (segundo) es mucho más pesado. Como quien dice, tiene que hacer más viajes para llevar la misma cantidad de leche, es decir, sale todavía más caro. De algún lado tiene que salir la plata para pagar esa gasolina, es obvio.

El PET, el mismo material utilizado para fabricar botellas de gaseosas y agua mineral, ya se usa para elaborar un papel de impresora que podrá ser reutilizado hasta 500 veces. Nuevos usos para los nuevos plásticos. Foto: EFE

 

Puede que para algunos de nosotros, de los afortunados que pertenecemos a esa parte superior de la pirámide, no sea un problema pagar 500 o 1.000 pesos más por una botella de leche, para cuidar el medio ambiente, pero esos 15.000 de más al mes son imposibles para la población de menos recursos. Insostenible. Vamos a otro ejemplo: Un ajiaco a domicilio, si no es en icopor ¿sería en qué? ¿En el plato de porcelana? ¿Retornable? Quizás algunos de ustedes no se acuerden, pero antes para comprar una gaseosa tocaba devolver la botella de vidrio, o pagar más por el envase, y eso era una mamera. Además el proceso de lavado de las botellas también cuesta plata, y también se gasta mucha agua. Así como la que se usa para fabricar las botellas. Esas botellas no se lavaban solas. ¿Y entonces cómo haríamos con el plato del cuchuco a domicilio que compramos en Don Jediondo? O un almuerzo ejecutivo en cualquier barrio clase media o baja. Si solo usáramos materiales no desechables saldría mucho más caro y el corrientazo no sería tan corrientazo. Ese costo adicional sería un impacto económico muy fuerte para las clases menos favorecidas, y eso también lo tenemos que pensar. Y esos son solo dos ejemplos. Los empaques de las golosinas como las papas fritas y dulces, vienen en material reciclable. ¿En qué vendrían entonces? Los juguetes están hechos de plástico en gran medida.

Un salón de clases, construido enteramente con material reciclado que salió del material desechable de Alimentarte.

Creo que por andar viendo los árboles se nos olvida mirar el bosque. Hay que ver todo el conjunto: Los costos de producción, lo recursos que se gastan (o gastarían) lavando el material no reciclable, la practicidad que los materiales plásticos nos dan. Y la flexibilidad: Hay ene-mil productos que no se podrían fabricar si no es con plástico.


Una solución real

Me imagino que varios de ustedes deben estar rasgándose las vestiduras no desechables y diciéndose «¿Y es que este tarado de Omar no piensa en los mares? ¿Las pobres tortuguitas? ¡Hay delfines muriendo ahorcados entre el plástico de las latas de cerveza! ¡Por Dios! ¿Quiere alguien pensar en los niños?», para ellos me permito redondear el tema: Obvio que me importan, pero no se trata de prohibir el plástico. Sencillamente no es sostenible. La solución real es que aprendamos de una bendita vez a reciclar. A que el pitillo se deja en una caneca distinta a la de la cáscara de banano. Que el plato que nos trajeron en el domicilio no va en la misma bolsa que las pilas (baterías) que ya no sirven, por mucho que le peguemos al control remoto.

Ayer precisamente me encontré con esta nota (por eso me motivé a escribir del tema) sobre un ejercicio muy bonito que hicieron en Alimentarte el año pasado. Pues resulta que recolectaron un montón de material reciclado (270 kilos de plástico y de icopor, que es mucha basura junta) y con eso hicieron un domo bastante grande y lo enviaron al Chocó, para que unos niños tengan dónde estudiar. O sea, un salón de clases, construido enteramente con material reciclado que salió del material desechable de Alimentarte. La locura, ¿no? Si Darnel no hace eso (la empresa que creó la campaña), ¿qué habría pasado con esos desechos? Francamente me parece maravilloso el ejercicio. ¿Cuántas escuelas habría para cuántos niños? A punta de material reciclado.


Estos son los niños bailando en el domo el día que lo inauguraron. Les comparto el video de la actividad.

En Holanda, por ejemplo, están construyendo carreteras de plástico, con piezas como legos hechas con material reciclado. ¡Qué buena solución! Con una opción de esas de pronto hasta por fin se acabarían los malditos huecos en Bogotá. Vaya uno a saber.

Entonces me sostengo: No se trata de prohibir el plástico porque sí. Prohibir es la solución más simplista que tenemos. Lo que debemos hacer es aprender a reciclar y educarnos bien con respecto al uso de estos materiales, saber cuándo conviene usarlos, cuándo no. Y pensar en todo el ciclo y cerrar el círculo. La solución es que lo que usamos una vez lo volvamos a utilizar. El plástico se inventó por una necesidad real y no porque a alguien le dio por decir «¡saquemos al vidrio del mercado y contaminemos el mundo! ¡Muajajá!»

¿Qué opinan ustedes? Prometo profundizar sobre esto en otra entrada, hablando del agua específicamente, y con los comentarios que dejen acá, para abrir el debate.

@OmarGamboa


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