Desde que me la paso jugando con mi ahijado he recordado lo bacano de jugar; y esto me ha puesto a reflexionar sobre lo mucho que uno aprende jugando. Los que me siguen en Instagram saben que me tiene embobado: mi ahijado es igualito a mí en muchas cosas, hasta tenemos una manchita de nacimiento igualita en el cachete, y ambos bien cachetones que sí somos. Él me dice Mish, así que yo le digo mini Mish. Cada sábado procuro ir a visitar a mi familia y, de paso, a jugar con él.
MiniMish es feliz con los carros. Yo creo que tiene más de 150 carritos, carrotes, aplanadoras, de carreras, grúas, de Cars (1, 2 y 3)… y yo, feliz. Hemos probado regalándole aviones y otras cosas, pero nada. Sólo carros. Cuando yo era niño jugaba mucho con carritos también aunque nunca tuve tantos como él. De hecho le regalé un Lego de Cars hace como 2 años (él va para cuatro ahorita) y por fin está en edad de jugar con él. Me enteré cuando vino corriendo con el LEGO armado en la mano y diciéndome «Mira Mish, ya armé el carro que me regalaste», ahí me derretí. Chino hermoso y pilo, carajo. Como el padrino.
Todo eso me puso a pensar en lo importante que es jugar y dejar volar la imaginación, dejar que nuestros pensamientos se vayan más allá de la «realidad» y nos dejen ver el mundo de otra manera. Cuando uno es niño no importa si el conductor es el doble de grande del carro, simplemente uno lo pone en el techo y hágale; y cuando uno crece no puede tolerar que el niño ponga al piloto de F1 a manejar volqueta. ¡POR DIOSSSS LO ESTÁS DESPERDICIANDOOOO! Aparte de hacer volar la imaginación y ser más flexibles mentalmente jugar le enseña a uno de todo: motricidad, análisis espacial, resolución de problemas, lenguaje, y mil cosas más. Entiendo que Juan Pablo Montoya aprendió mucho jugando maquinitas (un saludo para los amantes de Daytona y Daytona 2). O Einstein, que avanzó mucho en su teoría de la relatividad imaginándose viajando encima de un rayo de luz: o sea, el viejito cabalgando luz, gritando «Arre Rayo» y todo.
«Puedes aprender más de una persona en una hora de juego que en una vida de conversación.» Platón.
Los videojuegos son buenísimos para muchas cosas: Títulos como League of Legends –cuya final latinoamericana se hizo en Colombia hace unos fines de semana en el Movistar Arena– o Starcraft (¿se acuerdan de Starcraft?) enseñan mucho de estrategia. Los shooters pueden enseñar a trabajar en equipo, táctica, motricidad, agilidad mental. En fin, hay muchas muchas ventajas. La vaina es que uno va «madurando» y va olvidando lo importante de pensar «afuera de la caja» (la caja de Lego, la del PS4, la caja que tengan). Y así uno desde pequeño también se va dando cuenta de para qué es bueno, qué le gusta y qué no.
Hace poco alguien me habló de unos cursos que están haciendo para aprender Marketing Digital usando Lego. Les voy a confesar que se me hizo medio marciano (yo creo que por esa misma sicorrigidez que me ataca a ratos) y no creí mucho. Pero me puse a investigar y (no sé ustedes) pero yo a Lego le creo. Esos manes son unos duros. La técnica la llaman Serious Play y consiste, muy por encima, en solucionar problemas usando fichas de Lego, lo que permite tener un modelo en 3D del problema en cuestión. Se trabaja en equipos, así que la técnica desarrolla la comunicación entre los miembros, el análisis de problemas y liderazgo entre otras cosas.
Estoy leyendo más para ver si tomamos el curso en TrendHouse porque está bien interesante. De todas maneras les dejo el dato por si alguno quiere más señas, lo dictan en MDA (Marketing Digital Academy). Yo lo tomo y les cuento, porque estoy que me juego. Quiero desempolvar mi X-BOX y recuperar ese gamer que tengo dormido hace tanto.
Hay que jugar, nosotros los grandes. Y hay que dejar que los niños jueguen, no todo son tareas para el colegio (de hecho no me gusta para nada ese modelo de educación en el que todo son tareas para la casa, llevar cuadernos y un montón de cosas que no aportan casi nada). Dejad que los niños jueguen y que vengan a mí con juegos que yo me les pego; hasta a la cocinita si es el caso. Eso sí, no respondo si el arroz queda ahumado.
PD: Gracias a David Rodríguez por atreverse a montar esa propuesta. Me cae bien la gente que no le tiene miedo a innovar.
Hace rato no les dejaba banda sonora del Marmotazo. Acá está «Play it cool».
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