La del domingo fue una clara muestra de que el Junior ha aprendido cómo disputar compromisos en estas instancias.

Foto: Colprensa.

Junior de Barranquilla se consagró como el nuevo campeón del FPC y a pesar de que fue totalmente superado por el Medellín, supo aguantar en los momentos más adversos y pudo vivir la otra cara de la moneda luego de haber perdido la final del pasado miércoles ante Atlético Paranaense por Copa Sudamericana. El desgaste de una gran acumulación de juegos durante el semestre se hizo sentir durante los 90 minutos, además del ímpetu e inteligencia táctica del DIM que fueron factores que le dieron ese sufrimiento al cuadro “Tiburón” hasta el último suspiro.

Ante una desventaja tan amplia, Medellín sabía que debía salir a agredir y atacar desde el pitazo inicial, por lo que para realizar esa labor decidió sacar de la titular a William Parra y meter a Leonardo Castro. Propuso un 4-1-3-2 ante el esquema de 4-3-2-1 que planteó el Junior, y mediante remates de media distancia y ataques por el costado derecho empezó a crear diversas opciones de gol que exigieron a Sebastián Viera. No pasó mucho tiempo para identificar la debilidad por la que penaría el Junior por el resto del partido: Mal estado físico. El equipo no tenía la capacidad de realizar recorridos largos, por lo que su rival ofreció una superioridad numérica que bloqueó cualquier tipo de opción de ataque, porque todos los jugadores del equipo foráneo debían cumplir con labores defensivas.

Castro y Cano eran los más relevantes para el DIM, Viera era el salvador del Junior, sin embargo, no pudo evitar la primera anotación de Leonardo Castro sobre el final de la primera etapa. En sí Medellín había cumplido su primer objetivo: Irse ganando en el primer tiempo. Tenía por delante 45 minutos para hacer dos goles más ante un Junior cansado y golpeado mentalmente. Los jugadores del conjunto local lo entendieron y salieron a arrollar al rival en el segundo tiempo y en menos de diez minutos, Castro recortó la distancia y dejaba al “Poderoso” a un gol del empate en la llave. Es ahí donde llega el punto clave para Junior. El marcador obliga al técnico Comesaña a sacar a Díaz y a Jarlan, para darle ingreso a Sambueza y González, ellos deben refrescar al equipo y darle un nuevo aire al mediocampo.

El equipo de Barranquilla comprendió que debía tener más pelota, para hacer más tórpido el juego. Medellín no le dio mayor importancia a esa propuesta porque tenía 30 minutos para hacer un gol y en medio de esa confianza apareció el recién ingresado Yony González para que con un remate de media distancia anotara el gol que sentenció la final. Diez minutos llegó el gol de Cano que le dio más suspenso al partido, sin embargo, Junior estaba preparado para sufrir y aguantar ante un Medellín que trató de pescar en río revuelto, pero que no encontró ese gol que le permitiera empatar la serie.

Está claro que no fue el mejor juego del Junior, que la superioridad le correspondió a su contrincante, sin embargo, las 10 finales acreditadas en la última década le brindaron la experiencia para saber sortear los tiempos y aprender de los errores en aquellos juegos que salió perdedor, para hoy celebrar su octava conquista.

@amatiz12