Un corredor que no estaba en la lista de favoritos fue el mejor de este Giro y le devolvió la gloria al equipo más poderoso del mundo.

Foto: AFP (2020) – Tao Geoghegan Hart, campeón del Giro d’Italia 2020.

Si preguntaban hace tres semanas por el nombre del vencedor del Giro d’Italia, seguramente ninguno habrá mencionado el de Tao Geoghegan Hart, ya que en aquel lejano inicio de octubre los Thomas, Nibali, Yates o Kruijswijk copaban todos los titulares y las primeras filas en las casas de apuestas. Normal. Aunque en esta época los jóvenes se están apoderando del ciclismo, siempre es más confiable jugar las fichas por aquellos de más experiencia. Eso no cambia. Especialmente el de él no era el nombre que más retumbaba porque llegaba como gregario de quien a priori era el gran favorito para adjudicarse el título. Además, su campaña previa a la ronda italiana no era tan sobresaliente, más bien estaba plagada de abandonos en competencias como el Tour de L’Ain, Lombardía o Giro dell’Emilia.

Pero ya se ha visto en muchos casos como no es tan importante lo que se haga previo al gran objetivo, esos resultados no dicen mucho. Cuando no son los mejores, no significa que el ciclista esté mal, puede ser que esté preparando la bomba para detonarla en el momento adecuado, cuando nadie la ve venir. Y eso pasó con Geoghegan Hart, nadie lo vio venir, de la nada pisó fuerte, lo suficiente como para imponer sus condiciones y lograr su primera grande. Es particular su situación porque en pocos días quedó en el limbo, en una función desconocida en un equipo al que en un abrir y cerrar de ojos se le desbarató su plan inicial que era pelear la general con Thomas. En medio de la duda, de no saber si ponerse a buscar etapas, que parecía el nuevo objetivo de Ineos, o intentar sobresalir en la general al no estar tan lejos, hizo la elección correcta, tomar la segunda opción. No tenía nada que perder. Si veía que estaba en condiciones de estar con los mejores, daría lo mejor de sí mismo, siempre sin presión ante su juventud y la valentía de acceder a cumplir un rol complejo. De lo contrario, si sus piernas no estaban para esos trotes, se unía a la labor de sus compañeros, sin problema.

Es irónico que al campeón de este año sólo se le haya dado una mención desde el final de la segunda semana, porque antes de la llegada a Piancavallo, Tao prácticamente no existía. La sorpresa que generó en muchos, al ver a una figura de 1.83 metros aguantando el devastador ritmo del dúo del Sunweb, y luego rematándolos en esa cima, fue tan grande que, de inmediato, fue catapultado como el corredor capaz de destronar el poderío que tenía Kelderman en ese momento. Y con toda la razón, porque si ni Fuglsang, Nibali o Pozzovivo habían sido capaces de aguantar, era porque el británico realmente estaba en su momento y tenía el tanque para hacer daño.

Ratificó esa idea a lo largo de toda la tercera semana no solo por sus fuerzas, también porque gracias a él vimos a Ineos regresando a sus tiempos de Sky, demoliendo la carretera en el ascenso, seleccionando a los mejores y poniendo en evidencia la debilidad que podía tener el rey de la competencia. Ese es otro detalle que habla bien de él, porque el poner a trabajar a su conjunto en esas condiciones significa que hay actitud, compromiso y deseo de no conformarse con un podio, sino ir por más. Hecho del material que necesita un gran campeón, ese de coraje, atrevimiento y entereza.

Protagonizó una de las batallas más memorables en la historia del Giro, contra otro joven, Jai Hindley, a quien el futuro también le depara grandes cosas. Fue de esos combates que gustan, porque su desenlace fue desconocido hasta el final, abierto a todo tipo de posibilidades y ligado al planteamiento táctico de cada uno para determinar su resultado. Este joven de 25 años, cuyo nombre pone en aprietos a muchas personas de habla hispana y que prefieren simplificarlo a Tao, ganó por su ambición, por su carácter para asumir grandes desafíos y por ver esa luz de esperanza donde no la había, porque nadie se esperaba que el sexto o séptimo gregario le devolviera al Ineos el trono que perdió en el Tour y parecía escaparse en este Giro. Merecido premio. Felicitaciones.

Alejandro Matiz

@amatiz12