Aunque el Jumbo Visma le brindará la oportunidad de ser líder en algunas carreras, deberán ser conscientes de que las expectativas, en cuanto a resultados, no pueden ser altas.
Foto: EFE – Sepp Kuss conocerá la función de jefe de filas esta temporada.
No es común ver a un gregario aguantar las escaladas de alta exigencia junto con los mejores vueltómanos cuando la carrera ya está reventada. Si alguien se encuentra en esa función de trabajar para otro es porque, en teoría, dispone de menos combustible en el tanque que ese otro y no tiene cómo responder estando mano a mano con los otros estelares, por lo tanto, la mejor forma para aprovechar sus fuerzas es colaborándole a la estrella de la escuadra. Entonces, cuando un corredor ligado a ese papel anda más que otros jefes, se suele pensar que haría una mejor presentación si tuviera el privilegio de liderar un equipo. Sin embargo, esa es una verdad a medias. No es así de sencillo.
Los gregarios de Sky (Ineos) son, en la actualidad, la más clara muestra de que pasar de trabajar para otros a liderar no es tan fácil. Por ejemplo, Wout Poels fue una de las piezas claves de los éxitos de Froome en las grandes vueltas. En las jornadas determinantes de montaña estaba ahí, presto para marcar un demoledor ritmo que mermaba notoriamente las fuerzas de los contrincantes del británico y hasta en ciertas ocasiones las del propio Chris. Muchas veces Poels fue un salvavidas para su jefe cuando este se encontraba en debilidad, en el Giro, el día de Alpe d’ Huez en 2015 o en el Angliru en 2017, sacrificando incluso el triunfo de etapa ese día. Al verlo tan suelto, tan sobrado de fuerzas en ciertas etapas de dureza absoluta, se apuntaba a que él como líder podía lograr cosas extraordinarias. Se le dio la oportunidad en 2019 en La Vuelta y no pasó nada. En el curso pasado, con nuevos colores volvió a obtener la responsabilidad en suelo ibérico y, a pesar de culminar sexto en la general, nunca se mostró con el exuberante nivel que tenía cuando trabajaba para Froome.
Por la escuadra británica ha pasado gente como Poels, con un rendimiento increíble al momento de ser lugartenientes, pero que una vez asumen una jefatura se vuelven totalmente desconocidos. Y no es porque sean malos, es porque ser líder es un cuento totalmente distinto a ser un gregario, que vas más allá de mover los mejores vatios. El tener una capitanía no solo implica en ser capaz de batir a otros rivales de peso, es un rol que encierra un cambio de mentalidad completo.
En las grandes vueltas un líder tiene que lidiar diariamente con la presión, no importa si es un día transición, sabe que no se puede dar el lujo de tener la más mínima distracción, una avería, una caída o un mal posicionamiento en el pelotón, nada. Debe estar en un estado de concentración del 100 %. El gregario no afronta esas mismas masas de presión. La principal misión que tiene es ser determinante en el terreno en el que mejor se desenvuelve. Si es escalador, que sea un soporte vital en las jornadas de alta montaña, no importa si en las cronos o días planos cede minutadas, mientras responda en las trepadas en favor de su capitán cumple su labor.
Lógicamente esa presión no solo consiste en tener la concentración todos los días, también corre a cargo de la prensa, del equipo y del propio corredor en proporcionar resultados que estén a la altura de las expectativas. El jefe debe estar preparado para manejar ese factor mental, no dejarse achantar ante las críticas por sus días malos y no dejarse emborrachar de elogios por sus días buenos. La cabeza es lo más importante, si mentalmente el ciclista no se halla bien, bloquea al resto de su cuerpo. Puede tener los mejores números y tiempos, pero si la cabeza no va, las piernas tampoco. Si no, pregúntenle a Dumoulin.
Por eso es por lo que ser líder no es para cualquiera, porque son pocos los que pueden lidiar con esa presión, tener una plena confianza en sus condiciones, la regularidad y la concentración. Claro que se necesitan fuerzas y números que no todos pueden lograr, pero mientras no se tenga lo otro, eso valdrá de poco. Entonces cuando se preguntan por qué Poels no rinde tanto como líder, por qué eso le costó tanto a Porte y por qué es un fenómeno que se repite con tantos gregarios de Ineos, ahí encuentran la respuesta: no están mentalmente preparados para ese cambio abrupto.
Ahora el que se encuentra en esa situación es Sepp Kuss. Todo lo mencionado anteriormente aplica para él. Es un pedalista talentoso, con una proyección prometedora y que de manera justa se ha ganado el liderazgo para ciertos certámenes de renombre, en especial la Vuelta a España. Tanto él como el Jumbo Visma deben ser realistas, no pueden esperar que llegue y haga podio en Madrid. Su preparación debe estar encaminada no solo a llegar en buena condición al Tour y La Vuelta, sino en ir paso a paso adaptándose a esa nueva función. Que pueda ir palpando esa presión de responder en la carretera, de no darse el lujo de solo estar adelante en la montaña, sino también hacerlo en los vientos y la contrarreloj, que muestre la regularidad a lo largo de las 3 semanas, que imponga su autoridad de trepador.
Por piernas no hay que preocuparse, porque de sobra ya se sabe que tiene cómo estar con los mejores. Tendrá la ventaja de estar al lado de un tipo como Kruijswijk, un veterano acostumbrado a trabajar en ese papel del que seguro mucho puede aprender. El cambio es fuerte y tiene cierto grado de dificultad, por lo tanto, si el muchacho no da los resultados de un vueltómano de clase y experiencia, no lo vayan a enterrar. Lo normal es que le tome un buen tiempo asimilar eso. Si la Vuelta a España de este 2021 no es el escenario de su explosión, no se alarmen, no se sorprendan. Es más probable que suceda eso a que termine de deslumbrar. Además, tiene 26 años, así que su margen de proyección todavía es largo.
Alejandro Matiz
@amatiz12