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Por @Silviadan
“Que rica”. “Adiós princesa”. “Uy, del cielo cayó un ángel”. “Flaca, regálame un hueso”. “Hoy estás como para un entierro”. “Mamacita”. “Mi amor, ¿a dónde vas?”. “Dame un hijo”. “Regálame un besito para este varón”. “Mami, si te agarro te hago otro hijo”.
Estos son solo algunos de los “piropos” que se oyen a diario en las calles de nuestras ciudades.
Algunas de estas frases caen bien, se sienten como halagos y generan sonrisas de quien las dice y las recibe.
Pero existen muchas ocasiones en las que del inofensivo piropo, se pasa al acoso callejero: Una muy sutil y cotidiana forma de violencia a través del cual la mujer vuelve a ser objeto sexual. También se define como una intrusión no solicitada en el espacio privado, íntimo y único de las mujeres.
Es tan sutil y cotidiano que a veces cuesta trabajo identificarlos. A pesar de que muchas mujeres se sienten incómodas con estas actitudes, son muy pocas las que logran expresarse en contra de esta tradicional práctica masculina.
Por eso en países como Chile, Colombia y Perú existen “observatorios” del acoso callejero y hay estudiantes universitarios y sociólogos, psicólogos, periodistas, trabajadores sociales, filósofos, entre otros, dedicados a mirar de cerca los efectos socioculturales de estos comportamientos.
En Afganistán por ejemplo, se dice que el acoso sexual es una manera de reafirmar el dominio masculino y recordarles a las mujeres que están quebrantando su tradicional rol de madres y esposas por el mero hecho de estar solas en la calle.
Con las frases y gestos que se lanzan, que por lo general tienen un alto ingrediente sexual, se repite la idea de que las mujeres son más valoradas por su función sexual y su físico. Así mismo, se crea una sensación de vulnerabilidad y falta de confianza en ellas mismas y sobre el uso del espacio público por el que transitan.
Y son varias las campañas que han tratado de elevar el tema para generar debate y concientización y sobre todo para desnaturalizar estos comportamientos.
Esta semana la artista neoyorquina Tatyana Fazlalizadeh lanzó una campaña en contra del acoso sexual, titulada “Deja de decirle a las mujeres que sonrìan” (Stop telling women to smile) a través de varios carteles que invitan a pensar en la privacidad, intimidad y uso del lenguaje al referirse a una mujer en la calle.
Recientemente, en Argentina en las ciudades de Còrdoba y Buenos Aires, un grupo de mujeres lanzaron una campaña titulada “Acción Respeto, por una calle libre de acoso”, que fue bastante mencionada en algunas redes sociales y medios en Uruguay, Perú y Chile. La campaña se hizo bajo la sombrilla de Stop Street Harrasment (No más acoso callejero) que viene promoviendo campañas desde Washington y otras ciudades de Estados Unidos y que ha recogido algunas cifras sobre el tipo de acoso, sus efectos y su relación la cultura machista.
Por su parte en Brasil a través de la campaña “Deja de Silbarme” realizada por el tanque de pensamiento “Olga”, se ha buscado sensibilizar a la población sobre la tolerancia social contra la violencia contra las mujeres.
Las campañas buscan conocer las historias de quienes han sido víctimas de este tipo de acoso, recolectar datos a través de plataformas interactivas y geo localizadoras, y sobre todo entender los las razones que estimulan estos comportamientos.
Estos movimientos llevan poco tiempo. Levantar la voz sobre una problemática que inhibe y coarta es clave. ¿Tu qué opinas?
RECURSOS
http://www.stopstreetharassment.org/our-work/
http://paremoselacosocallejero.wordpress.com/contacto/estadisticas/
https://es-es.facebook.com/ocacchile
https://es-es.facebook.com/paremoselacosocallejero
http://paremoselacosocallejero.com/
http://paremoselacosocallejero.com/porque-hablar-de-acoso-sexual-callejero/
http://vientosur.info/spip.php?article7485