Por PanzaVidela
La primera consideración, tras la victoria de Millonarios anoche frente al Atlético Nacional, debe ser un reconocimiento a la inmensa fanaticada que, a pesar de los últimos fracasos del equipo y en contra del clima hostil que generan los directivos, llenó -¡una vez más!- las graderías del estadio. El dato oficial de asistencia dice que entraron pagando 33.781 espectadores para una taquilla de $683 millones. Los hinchas embajadores alentaron de principio a fin a este Millonarios modelo 2010, no se desesperaron cuando el resultado era adverso y al final, como premio justo a su apoyo, celebraron la victoria con frenesí.
Tres largos años pasaron para que los embajadores vencieran a su similar de Nacional en Bogotá. Y lo hicieron justo en el partido en que las expectativas de victoria no eran las más grandes. Antes del partido el equipo era duda y contradicción, muy pocos eran los seguidores azules que apostaban por la victoria. Pero al final del juego el balance es más que positivo, tras vencer a uno de los equipos mejor armados en este torneo.
El análisis colectivo nos deja a un Millonarios, cuya principal virtud, anoche, fue la actitud del grupo. Atrás los viejos tiempos de «intocables mariscales» que corrían poco y gritaban mucho. Este Millonarios modelo 2010 ilusiona porque, tras lo visto ayer, es un equipo de «obreros». No se cuenta con rimbombantes figuras. En cambio, todos ponen «alma, corazón y vida». Eso es lo que el hincha quiere ver y eso, a mi modo de ver las cosas, fue lo más rescatable del equipo ayer. Por supuesto que en lo futbolístico hay muchas cosas por mejorar. Para ser el primer partido, con 6 caras nuevas respecto al semestre pasado, el equipo mostró que falta tiempo de acoplamiento y minutos por sumar. Eso está claro.
Dentro de ese reconocimiento a la actitud del grupo hay que valorar la manera como se afrontó el primer gol en contra. Cuando la noche parecía venirse encima para los azules, cuando el fantasma del gol que se hace nuestro arquero aparecía de nuevo en la mente de los aficionados, surgió la jugada que desequilibró el partido y devolvió la ilusión a los azules. Pelota de costado que levanta el paraguayo Ramírez al área, empujón clarísimo de Moreno sobre Mera y penal. Falta indiscutida y expulsión para el defensor verdolaga. Vino la brillante ejecución de Arrechea y el 1-1 en la pizarra.
Cinco minutos más tarde vino la jugada que pagó la entrada. Arrechea avanzó con el balón por el sector derecho de Nacional, se fue acercando al área, nadie vino a su encuentro. El delantero tuvo tiempo de medir su disparo y sacar un riflazo espectacular que se metió por todo el ángulo de Pezzuti. ¡Golazo! Como hacía un buen tiempo los hinchas azules no veían en el Campín. Sin embargo aún faltaban 25 minutos por jugar. Y fue ahí donde los azules mostraron una gran capacidad para manejar el resultado. El equipo del Chiqui fue ordenado e inteligente, manejó con calma el resultado y dejó que pasaran los minutos.
Individualmente quedan bastantes cosas interesantes y esperanzadoras. Por el lado de Obelar, queda la impresión que contamos con un arquero serio y de muy buenas dotes técnicas que le aportan al equipo seguridad y confianza . El lateral derecho Perlaza también dejó la impresión de conocer su posición y aportar seguridad a un puesto que por tradición era sinónimo de debilidad en Millonarios. Esteban Ramírez mostró ser un luchador, digno representante de esa raza de guerreros paraguayos, y aunque se ve un poco falto de fútbol y falto de confianza con respecto al nuevo grupo, me parece que se convertirá en baluarte indiscutido del medio campo azul.
A Omar Rodríguez se le ve disciplina táctica para armar línea de 3 cuando hay que marcar y siempre presto para aportar en ataque. Ayer tuvo un disparo de media distancia que exigió a Pezzuti y pudo abrir el marcador. Y los dos hombres en punta dejaron una gratísima impresión. Tanto Arrechea (imposible no dejar una grata impresión cuando haces los 2 goles que le dan el triunfo a tu equipo) y Erwin Gonzáles, rápido y desequilibrante como en el pasado, aunque más maduro y con mucha más confianza del jugador que conocíamos.
El balance, por supuesto, es positivo. Aunque, por grandes pasajes -en especial del primer tiempo-, el equipo se vio inferior a su rival, dejó que Nacional manejara las acciones y de no ser por la brillante actuación de Obelar, otro hubiera sido, sin lugar a dudas, el resultado. Pero en el fútbol también es válido el contar con un arquero que te da puntos y eso vale como argumento. En la segunda etapa el equipo se vio más ordenado, más dinámico, y mostró argumentos en ataque – ¡la media distancia, por ejemplo! – que muy probablemente -este semestre- nos brindarán muchas alegrías.
Esta semana la hinchada azul está en su derecho de disfrutar la victoria. No es para sacar el carro de bomberos, pero tampoco para desmeritar el triunfo, más cuando se le ganó a un rival de respeto y que hizo una inversión en su nómina mucho más importante que la nuestra. Eso tiene méritos y hay que reconocerlo. Lo más importante es haber comenzado con pie derecho. Ojalá que este triunfo sea el augurio de buenas cosas por venir. En todos los casos, da confianza y motivación para el futuro.
¡Saludo Albiazul!