Por PanzaVidela

No vamos a
comenzar con nuestro caso puntual (el de Millonarios). Hablemos
de esta situación general tan frecuente en el fútbol -¡nacional e
internacional! (como diría nuestro querido Jorge Barón)- cuando una crisis de
resultados lleva al director técnico de turno a que la hinchada y medios pidan
su cabeza. Sucede en todo comienzo de torneo, sobre la cuarta o quinta fecha,
siempre hay algún equipo con un rendimiento inferior a un 35% y por supuesto
las alarmas a todo vapor. En el 90% de los casos, hinchada y medios vuelcan su
ira y descontento contra el DT. El señor de la gorra en los entrenamientos, el
del pito en la boca.

Siempre es igual.
Tras un juego donde el equipo vuelve y pierde de local o se lleva una goleada
monumental, cuando todo el mundo pide la cabeza del entrenador, hay una reunión
entre directivos (aquellos que tienen billete invertido en el asunto) y el señor
de la gorra. Hinchada y medios esperan que tras la anunciada reunión salga el
titular «renunció el DT» o «llegamos a un acuerdo con «Pepe» y acordamos su
salida del club». Pero eso casi nunca sucede. Casi siempre tras esa reunión,
donde antes de entrar los directivos tienen consenso para cambiar al entrenador,
salen con un espectacular: «Apoyo total para «Pepe», nunca hemos pensado en
cambiarlo».

Esa reunión es
como un ultimátum, donde el entrenador recibe una última confianza y voz de
apoyo. Porque en casi todas las situaciones si en el siguiente partido el
equipo vuelve y pierde, el técnico se va. En una semana todo ese «apoyo total»
desaparece. Claro, hay casos extremos como el que conocimos aquí en Bogotá con
Quintabani. Cuando hay millonadas de por medio para poder «cambiar» al entrenador.
Entonces toca esperar -cuando aún queda más de medio torneo por delante
al
anunciado -¡y descarado!- «s
ólo me iré cuando estemos matemáticamente eliminados».
Aquí nos tocó vivirlo. Tres meses antes ya todo el mundo sabía para donde iba
el barco, pero nos tocó esperar a que estuviera «matemáticamente» hundido.

Hoy es similar la
realidad. Lo difícil del tema es que el semestre pasado se vivió una situación muy
similar y en el partido que definía el «apoyo total» por un «hasta luego,
muchas gracias», le ganamos al América de Cali en un buen partido de los
nuestros y el equipo revivió, en un momento en que nadie daba un peso por ese
proyecto. Al final la gasolina no alcanzó, entre otras porque ya se habían desperdiciado
demasiadas oportunidades en el comienzo de torneo -lo mismo que estamos repitiendo este semestre-, y todo quedó en un «el otro
semestre la historia será distinta». Y estamos en el «otro semestre» y la
historia no parece muy diferente.

Nuestro comienzo
de torneo es pésimo, con dos derrotas en nuestro «templo sagrado» (copio palabras
de Mayer), y la misma voz que viene de arriba que dice» Apoyo total al técnico».
Lo cierto es que se vienen 2 partidos que serán decisivos en ese «apoyo total».

Más aún cuando la
hinchada está descontenta y en este momento crucial en nuestra historia, en que
se le está pidiendo el apoyo a la hinchada, su voz y su opinión, sí cuentan.
Nuestro
corazón de hinchas nos dice que en el próximo partido volveremos a ganar, que
el barco enderezará su rumbo y nos dirigiremos hacia la estrella 14. Es lo que
queremos creer ciegamente, ignorando la voz de la razón.

Pero una vez más
-¡y como siempre!- serán los jugadores quienes decidan en la cancha
la suerte de nuestro equipo. Y también, por supuesto, el propio entrenador con sus
planteamientos, escogencia de la nómina y cambios.

¡Saludo Albiazul!

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