Por PanzaVidela

Sucedió el 27 de febrero de 2011. El jugador Luis Moreno del
Deportivo Pereira le dio una patada a una lechuza que yacía sobre el césped
del estadio Metropolitano de Barranquilla.

Colombia entera se
conmocionó. La patada fue registrada por todos los medios de comunicación y pronto asociaciones
defensoras de los derechos de los animales, así como la sociedad en general,
condenaron el hecho.

La fundación Orca, defensora de los animales, le envió una
carta al presidente del Deportivo Pereira repudiando lo sucedido.

Abro comillas: «…queremos manifestar nuestra
categórica voz de inconformidad, malestar y protesta, por el hecho acaecido en
el marco del cotejo futbolístico a disputarse entre su institución y el Junior
de Barranquilla, en el cual, un jugador de su Equipo conocido como LUIS MORENO,
realizó un acto cruento y violento en contra de un ave que allí se encontraba,
pateándola frente a un gran número de espectadores, toda vez que no sólo se
congregaba allí los asistentes sino que, se contaba con una trasmisión en
Directo por los medios televisivos nacionales» .

Y más adelante la carta decía: «Este acto, totalmente
impetuoso y violento, va en contravía de lo emanado en la Ley 84 de 1989, que
propugna por el respeto a la vida y la no permisividad de actos cruentos contra
animales, además, de ser un acto inmoral a la luz de la imagen que deben
conferir los futbolistas que se convierten en ídolos y personas a imitar frente
a una sociedad que los sigue y los admira». Cierro comillas.

No quiero, ni mucho menos, quitarle valor o seriedad a dicha
carta. Estaban en todo su derecho y válido siempre será que las asociaciones
defensoras de los derechos de los animales se manifiesten en contra de
situaciones como éstas.

Lo que no parece coherente ni lógico es que una patada como
la de Gerardo Bedoya, muy similar a la del futbolista del Pereira a la lechuza,
quede impune y no tenga la misma resonancia mediática. Es como si una lechuza
tuviera mayor importancia que un ser humano.
Porque una patada en plena cabeza de un futbolista,
adrede y tremendamente peligrosa, debería tener la misma gravedad o incluso mayor.

Hay muy pocos artículos de prensa repudiando el hecho. No he visto a ninguna asociación defensora de los derechos humanos o de los derechos de
los futbolistas condenando el acto violento de Bedoya.

Parece claro que si Johnny Ramírez -la víctima de Bedoya el
sábado- hubiera sido una lechuza, su historia no quedaría como una jugada violenta
más en un partido de fútbol.

¡Saludo Albiazul!

// Copio el link de la patada de Bedoya, para quienes no tuvieron oportunidad de verla:

http://www.lafm.com.co/videos/bogota/23-09-12/la-patada-de-gerardo-bedoya-jo-121584