Por PanzaVidela

En varios años que llevo escribiendo este blog es la segunda vez que me doy una licencia para escribir sobre un tema diferente al fútbol. La votación por el plebiscito por la Paz marca un hito en la historia reciente de nuestro país. Como uno más de los cerca de 6,400,000 colombianos que ayer votamos por el No, quiero expresar -por fin- mi postura y mis razones. Digo «por fin» porque hubo «bullying» mediático y una desmesurada postura de aquellos que votaban por el «Sí» en contra de aquellos que votábamos por el «No». A tal punto que muchos de los que votaron por el «No» prefirieron abstenerse en las encuestas previas a la votación. De ahí los sorpresivos resultados.

Lo primero para destacar es la irónica falta de tolerancia de aquellos que votaban por el «Sí». Es decir, votaban por la Paz y en la paz se entiende la tolerancia y respeto por la opinión de los demás, pero en sus posturas en redes sociales y conversaciones mostraban odio e intolerancia. Con comentarios como «país de mierda» y otros comentarios despectivos hacia aquellos que votamos por el «No».

En mi opinión el gran error en esta campaña por el «Sí» consistió en hacerle creer a los ciudadanos que el voto por el «Sí» consistía en un voto por el fin de la guerra y el comienzo de un nuevo país. Se vendió la idea (valga decirlo gastando grandísimas sumas de dinero en publicidad) que el «Sí» era la Paz, era Santos y un país mejor. Y el «No» era la guerra, era Uribe, y un país peor. Polarización total y absurda.

Como muchos colombianos quise investigar y leer los acuerdos y saber de qué se trataba la votación. Como Uribista que soy (orgulloso lo digo y espero los intolerantes anti Uribistas puedan respetarlo) debo decir que no todos los que votaron por el «No» son Uribistas. Eso es lo primero. Sobre el acuerdo de Santos con Timochenko, lo cual es muy diferente a un acuerdo entre «Los colombianos» y «Las Farc» constaté que -aunque tenga muchos «sapos» y varios puntos por revisar- es un acuerdo que merece respeto por el tiempo y la energía que le dedicaron. Es más, sobre el papel es un lindo acuerdo. Aunque le faltaba y le falta el punto de vista de la otra mitad de colombianos que no estamos de acuerdo con todos los puntos.

Hubo momentos antes de la votación en los que dudé sobre mi voto, dejándome seducir por la idea romántica de la Paz. ¿A quién no le gusta la paz? Y por la idea de un país mejor con oportunidades para todos y -por fin- sin guerra. Es lo que queremos todos. Es lo que soñamos todos. Me leí los acuerdos y quise soñar con ese país mejor que todos queremos. Sin embargo, en las últimas semanas escuché testimonios reales -éstos no vendidos por la publicidad del gobierno- de seres humanos que viven en su día a día la triste guerra de nuestro país. Personas en Yopal -por ejemplo- nos contaron que la situación no había cambiado en nada y nos contaron sobre guerrilleros de las Farc que no estaban de acuerdo con lo firmado en la Habana y su reinserción en la sociedad. La gran mayoría de ellos -¡Ojo, la gran mayoría¡- se estaban cambiando la camiseta de las Farc por la del ELN. Es decir que en la triste realidad de los acuerdos firmados no iba a haber fin de la guerra, ni la paz que nos quisieron vender. La guerra iba a continuar pero contra otra camiseta.

Tristes testimonios de seres humanos reales que nos bajaron -a mi esposa y a mí- de ese bello sueño que la publicidad pagada por el Gobierno de Santos nos quería vender. La realidad es que los acuerdos de la Habana son unos acuerdos entre Santos y Timochenko, más no del pueblo colombiano y de las Farc. Con lo firmado no se estaba acabando ninguna guerra en Colombia, pues ésta iba a continuar con el ELN y otros grupos armados. En cambio sí se daba impunidad y poder político a los cabecillas de las Farc. Un poder que como bien los expresaron ellos mismos con total honestidad, aspiraba a una lucha política por lograr una Colombia similar a la hoy hambrienta Venezuela.

La votación refleja varios puntos para tener en cuenta. Lo primero es el abstencionismo de casi un 60%. El «importaculismo» de los colombianos en un tema de tanta trascendencia para el futuro de nuestro país. Lo segundo es que los resultados de los colombianos que ejercimos nuestro derecho al voto mostraron que la mayoría (aunque por una muy pequeña diferencia) no estamos de acuerdo con los acuerdos firmados. Lo tercero, que la publicidad vendió una falsa imagen de la Paz y hacía ver el voto por el «No» como sinónimo de voto por la guerra (nada más alejado) y a aquellos que votábamos por el «No» como enemigos de la paz y de un futuro mejor para nuestro país. Lo cuarto, que a pesar del inmenso gasto publicitario por parte del Gobierno el verdadero sentir del país estaba en contra de los acuerdos. Lo quinto y último, que los resultados de ayer abren por fin las puertas a un diálogo entre las diferentes partes involucradas, para ahora sí -¡ojalá!- se hagan unos acuerdos justos en donde la mayoría del país sí esté representada y en donde se construya la verdadera paz y la verdadera sostenibilidad económica de un país que quiera progresar.

Quiero terminar con estas afirmaciones, como respuesta a todos aquellos que siguen escribiendo en sus redes sociales que sienten un inmenso dolor porque ellos sí querían un país en Paz y un futuro mejor para sus hijos. Los que votamos por el «No» también queremos un país en Paz. También queremos un país con un futuro mejor. También soñamos con un país que vuelva por el camino del auge económico y brinde oportunidades de crecimiento y realización para todos. Tanto para los que queremos seguir trabajando en nuestros negocios y de esta manera generar empleos -sean grandes empresas o sean pequeños emprendimientos como mi caso personal- como para aquellos que sueñan con un país de subsidios y ayudas sociales como es el modelo castrochavista.

La verdadera paz se construye con diálogo honesto entre las diferentes partes del conflicto. No solamente entre dos, dejando de lado un grupo importante que demostró ayer ser mayoría en la votación. También se construye siendo tolerantes y respetándose mutuamente.

Invito a los foristas a que dejen sus respetuosos comentarios en este foro. Tolerancia y respeto deben estar en la base de cualquier diálogo, acuerdo y finalmente de la tan anhelada paz que todos queremos para nuestro bello país. Juntos sí podemos crear la verdadera y sostenible Paz.