Después de una infancia terrible, un baño precoz de celebridad, el encuentro decisivo con Yoko Ono, varios años de vagabundeo y droga, John Lennon decidió interrumpir su carrera en 1975, a la edad de treinta y cinco años, para ocuparse de su segundo hijo Sean. Durante cinco años, en Nueva York, vivió retirado de los medios y la vida pública y no sacó ningún disco. Volvió a grabar a mediados de 1980, el último álbum sería conocido como Double Fantasy. Aquí su vida en cinco actos. 

El abandono de sus padres

Un marinero borracho (Alfred) y una inquieta jovencita (Julia) se casaron clandestinamente en 1938. Dos años después, cuando Liverpool era el blanco de las bombas de la aviación alemana durante la guerra contra Hitler, nació su hijo, a quien nombraron patrióticamente John Winston Lennon, en honor a Winston Churchill, primer ministro inglés de entonces. Lennon no vino al mundo, vino al caos. Criado por la dulce tía Mimmi, ocasionalmente recibía la visita de su madre, quien le enseñó a tocar la guitarra y le animaba en su espíritu creativo regalándole poemas, libros de Oscar Wilde y música. Julia morirá en 1958, y Lennon, comprensiblemente afectado, se encierra en sí mismo el resto de su vida. A su primer hijo con Cinthya Powell lo llamará Julian. En el Álbum Blanco de Los Beatles hay una bella canción con el nombre homónimo de su madre, Julia: “…cuando no puedo cantar con el corazón sólo puedo decir lo que pienso, Julia, Julia”. Es la partitura de su fragilidad. En 1969, cuando la paz es su banda y busca la vida en otra parte lejos del grupo con su esposa japonesa, decide cambiar el Winston por Ono. Así, su nombre legal es John Ono Lennon.

“En este momento somos más famosos que Jesús”

En plena beatlemanía, John Lennon sostuvo una charla con su amiga y periodista Maurieen Cleave. Hablaron sobre la religión, la juventud y la fama. John soltó la frase: “en este momento los Beatles son más famosos que Jesús”, que en Inglaterra no causó ningún comentario ni motivó la indignación de la iglesia anglicana. Unos meses después, varias publicaciones estadounidenses reprodujeron esta frase sacándola de su contexto, iniciando una cacería de brujas que tenía como fin borrar la semilla del mal que Lennon y los Beatles habían sembrado. En Texas, Pensilvania, Alabama y todo el sur estadounidense, cientos de jóvenes y de creyentes erigieron cruces con la efigie de Lennon y en hogueras inmensas quemaron cualquier objeto que tuviese relación con los chicos de Liverpool, en especial su blasfemo líder espiritual. Hasta el Ku Klux Klan —siempre oportunista—, promovió el saboteo de conciertos del grupo por las ciudades del país. Lennon vivió en carne propia la diferencia entre la sociedad inglesa y el intolerante y puritano tejido social norteamericano.

El último concierto

En medio del alboroto por las declaraciones de Lennon sobre que los Beatles eran más famosos que Jesús, el grupo inició su gira de conciertos en los Estados Unidos en el otoño de 1966. Comenta John Lennon en la película Imagine (1988), que no paraban de trabajar durante días y noches consecutivas, “mientras los jóvenes de nuestra edad se dedicaban a divertirse o descansar, nosotros no hacíamos otra cosa que trabajar…”. Componían de día, preparaban la lista de canciones en la tarde y ya sobre la vespertina tomaban un trago para distencionarse y preparar el número. Así, el lunes 29 de agosto de 1966 en Candlestick Park de San Francisco fue su última presentación. Fue el cierre de un período en el que tocaron en vivo unas 1.400 noches. Los teloneros fueron The Cyrkle, The Ronettes y The Remains, la asistencia fue de veinticinco mil personas y el set de canciones duró tan solo 33 minutos.

Un par de meses después el director de las películas del grupo (Help, A hard day’s night), Richard Lester, llama a John Lennon para hacer parte de un proyecto cinematográfico que tiene en mente y que finalmente llamará How I Won the War (Cómo gané la guerra), basada en la novela del mismo nombre de Patrick Ryan. Una comedia de humor negro, en la que John Lennon personifica al teniente Gripweed, una especie de mosquetero del Ejército Británico de la Segunda Guerra Mundial. Durante seis semanas permanece en Almería, España. Dos detalles sutiles y muy significativos ocurren en este par de meses: Lennon decide cortarse su cabello “hacía abajo”, por el mismo Lester, poniendo fin a su estilo mop-top; por otro lado, empieza a usar los anteojos redondos que se convertirían en su sello personal, los mismos que el sistema de salud británico subsidiaba a quienes las necesitase, y que, de niño, John detestaba.

Secuestrado en Dakota

Tras varios intentos fallidos John y Yoko tienen su único hijo, Sean, quien por una bella casualidad del destino nació el mismo día de Lennon: el 9 de octubre de 1975. Superadas las desavenencias con Paul McCartney y los demás beatles, John anuncia que se retira de la música para dedicarle todo el tiempo a Sean. Empaca maletas, cierra estudios y pasa los días recluido en su apartamento en Nueva York, en la emblemática zona de edificios de Dakota. Duerme en exceso, no sale mucho, lee periódicos, hace el desayuno a su hijo, lo acompaña al odontólogo, prepara su fiesta de cumpleaños. Es un padre ejemplar, como no pudo serlo con su primer hijo. Lennon diría que siempre, a lo largo de su vida, falla primero, para después hacerlo bien. En la primavera de 1980 siente la necesidad imperiosa de volver a los estudios, se siente apresado por la rutina del hogar. En septiembre comienza las sesiones de Double Fantasy, compone gran cantidad de canciones y las graba en pocas semanas. El álbum salió a la venta en febrero de 1981.

Su última palabra

Hacia las cinco de la tarde del 8 de diciembre de 1980, John Lennon salió de su casa. Como siempre, había un pequeño grupo de fanáticos que lo esperan la pedirle una fotografía o pedirle un autógrafo. Una foto inmortaliza ese instante en que Lennon firma el álbum de quien lo asesinará unas horas después. En ese momento Chapman no hace nada. Se queda en la sombra, en las cercanías del edificio Dakota, esperando el regreso de su presa. Desde hace meses tiene decidido matarlo a pesar que es un fanático absoluto de Lennon.  Su fascinación lo lleva a casarse con una asiática para parecerse a su ídolo. Tras muchos fracasos, se hundirá en la depresión y hasta intentará el suicidio. Su amargura se trasforma en odio hacia John Lennon. Según él, el exbeatle se ha convertido en un típico burgués que ha abandonado por completo sus batallas por la causa proletaria. Entonces considera que no es él quien debe morir sino ese gran traidor inglés. Con ese pensamiento espera al Beatle.

Tiene el libro El guardián entre el centeno de Salinger en el bolsillo. Cuando Lennon regresa, lo interpela. El cantante vuelve la cabeza, reconoce al gordo de gafas al que firmó un autógrafo un rato antes. Pero Chapman no pide nada. Apoya una rodilla en el suelo y dispara cinco tiros a quemarropa sobre la estrella. Cuatro dan en el blanco. Lennon logra subir los peldaños que lo llevan al vestíbulo. Yoko avisa de inmediato a la emergencia médica y la policía. Chapman no se mueve, está sentado en el suelo, esperando que vengan a detenerlo. Llega una patrulla de la policía. Suben el vehículo para llevarlo lo más rápido posible al Hospital Roosevelt. En el vehículo, el policía hace lo que puedo para mantener despierto a Lennon, quien pierde mucha sangre. “¿Usted es John Lennon?”. La respuesta: “Sí”. Y esa será su última palabra.

 

Datos fácticos y fragmentos de entrevistas tomados del libro Lennon del escritor francés David Foenkinos. Alfaguara, 2014.

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