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Seamos realistas: ni los que están en contra de los acuerdos son guerreristas, ni los que están a favor de ellos son guerrilleros.  El acuerdo no le entrega el país a la guerrilla y tampoco significa que ahora vamos a vivir en un país absolutamente pacífico. No podemos concentrarnos solo en los comentarios incendiarios y generalizados, sino que debemos hacer el esfuerzo de ver más allá. Todos tenemos miedo, rabia, duda, indignación, y cada uno lo está manejando de forma diferente, interpretando la información a su manera y moldeando discursos para que se ajusten a lo que pensamos. Hagamos el esfuerzo por hacer preguntas y entender lo que el otro siente y piensa. Tratemos de reconocer los puntos que compartimos en común y negociemos hasta donde seamos capaces de ceder en nuestra vida cotidiana para empezar a transformar el país. Rompiendo el disco rayado del sí y el no. Diego Junca. http://lasillavacia.com/silla-llena/red-de-la-innovacion/historia/rompiendo-el-disco-rayado-del-si-y-el-no-57676

Los colombianos que nos hemos dividido secularmente entre centralistas y federalistas y liberales y conservadores, ahora estamos partidos entre el “Sí” y el “No”, lo que no es necesariamente entre amigos y enemigos de la paz, como se ha presentado.

El “No” va saliendo lastimado de esa refriega, que ojalá no sea fratricida pero que en todo caso va a tornar más espuria la democrática opción de la negativa. Y es que definitivamente este es el país del “Sí”. Por ello quiero intentar una divagación cultural sobre el sentido de esas dos palabras, que además resultan particulares en Colombia, donde pensamos una cosa, decimos otra, sentimos alguna más y hacemos una muy diferente.

Aquí decimos prácticamente “Sí” a todo. Hay una razón fundamental para creer que es una manera de que el ángel de la afirmación venza definitivamente al demonio de la negación: no nos gusta meternos en problemas. Y eso pasa porque como no tenemos una cultura de resolución de conflictos, nos empeñamos en quedar bien con todo el mundo.

Por eso vamos por la vida diciendo “sí, almorcemos”, “sí, yo te llamo”, “sí, cuenta conmigo”, aunque jamás procedemos al almuerzo, no llamamos y cuando nos llaman, no contestamos, y a quien ha creído en nuestra palabra, tal vez en una situación de agobio, lo dejamos varado como corcho en remolino.

La muestra más diciente de esa irresponsabilidad del “Sí” puede encontrarse en las promesas políticas.

Tiene que ver mucho con nuestra afición a la mentira, la doble moral y con evadir el procedimiento de poner la cara, y decir qué “Sí” y qué “No” podemos hacer, y llevar hasta el final el cumplimiento de la palabra en la que nos comprometemos.

ASERTIVIDAD2

Pero claro, además de la idiosincrasia, hay toda una corriente que asienta en el “Sí” la imagen de los humanos positivos, como debemos ser todos para triunfar en la vida. Corriente tendenciosa que afortunadamente está cambiando, gracias a un postulado que valora el “No” como una afirmación del carácter, derecho fundamental de mujeres y hombres para elegir sin temor lo que quieren hacer en y con su vida.

Este año se cumplen cuatro décadas del libro “No diga sí cuando quiera decir no”. Tenía una promesa que no cuadraba bien en el imperio del “Sí” totalitario: “Aprenda a comunicarse de forma asertiva”. Quebraba el mito. ¿Entonces decir “No” podía tener otro significado, un profundo compromiso personal y ser una manifestación de autoestima?

El concepto de asertividad suele definirse como un comportamiento comunicacional en el cual la persona no agrede ni se somete a la voluntad de otras personas, sino que manifiesta sus convicciones y defiende sus derechos. Es también una forma de expresión consciente, congruente, directa y equilibrada, cuya finalidad es comunicar nuestras ideas y sentimientos o defender nuestros legítimos derechos sin la intención de herir o perjudicar, actuando desde un estado interior de autoconfianza, en lugar de la emocionalidad limitante típica de la ansiedad, la culpa o la rabia. Contar con un criterio propio dentro de la sociedad es indispensable para comunicarnos de una mejor manera.

“De entrada, diga No” suministra herramientas y puntos de vista para afrontar las negociaciones. Aguilar acaba de publicar “El poder del No”, un interesante texto de James Altucher: “Una pequeña palabra que te dará salud, abundancia y felicidad”.

Así que el “No” no es como lo pintan. “Aprendan a decir que No” aconseja a sus hijos el periodista Jorge Ramos, en su libro “El regalo del tiempo”. Escribe: “La palabra ‘No’ es la más fuerte de todo el diccionario. Y hay veces en que decir ‘No’ es la decisión más difícil y la más valerosa… Es muy duro decirlo. Pero al final de cuentas, es mejor decir ‘No’ a tiempo, que cargar el resentimiento de un sí por años o décadas”.

Porque no es posible, por ejemplo, hacer frente a un grupo de personas que opina de forma diferente a la nuestra, decir «No», no participar en algo que es contrario a nuestros valores…, si no nos respetamos a nosotros mismos y sentimos que «lo valemos». Si nos importa más lo que opinen los demás de nosotros que nuestro propio criterio, les estamos dando más credibilidad a los demás que a nosotros, y esto es una falta de estima hacia nosotros. Enséñale (a tu hijo) a decir “No”: desarrolla su autoestima y asertividad para evitarle situaciones indeseables, Olga Castanyer.

www.carlosgustavoalvarez.com

(Columna publicada originalmente en Portafolio, 26.08.2016).

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