La conclusión a la que llego es que esta es la “lógica del parche”, que funciona en buena parte de nuestra realidad y política nacional. Con parches arreglamos la economía, la política, la salud, la cultura, la educación, entre otros temas. El resultado no puede ser nada distinto a la mediocridad y el cortoplacismo. JOSÉ MANUEL RESTREPO.
Con lo que se sabe de quienes se han anunciado como candidatos a la presidencia de la República, para ejercer en el primero de los muchos difíciles cuatrienios que se le avecinan a este país, los colombianos estamos tratando de armar al mero mero.
Es decir, el líder demandado en medio de este pantano de politiquería corrupta, división fratricida, desconfianza en las ventajosas condiciones que el proceso de paz ha otorgado a las Farc, destrucción de las instituciones, marasmo económico propiciado por la escasa productividad, la ilegalidad y la desbordada actividad ilegal y esa desesperanza que nos envenena.
Es posible que el perfil del próximo mandatario esté ya dado por las características del presidente actual, que repelen los colombianos. Y también por lo que, en mi concepto, será un rechazo al sistema político tradicional y conocido hasta hoy, que verá, por primera vez en sus muchos años de depredadoras maniobras, la inoperancia de sus maquinarias, el colapso de sus marrullas, la expedición de un certificado de defunción a su inválida alternativa en mejorar las condiciones de vida y convertirnos en la potencia prometida.
Según la Gran Encuesta Invamer de Caracol TV, Blu Radio y SEMANA, el 55,4 por ciento de los colombianos consideran que el país está en riesgo de volverse en un futuro como Venezuela. Esto dejaría entrever que el miedo al castrochavismo podría ser el tema central de la campaña presidencial de 2018.
Sin el ánimo de tirármelas de arúspice, y solo con un mínimo sentido común, propongo nueve condiciones que los colombianos buscarán en el próximo presidente, desilusionados como están de todo, o casi todo. Y doy un vaticinio de ñapa: las próximas elecciones presidenciales concitarán una votación no conocida (qué mamera decir ‘histórica’), para quien integre los siguientes componentes:
1. Mano dura y/o carácter: las democracias modernas se han difuminado como opción, porque los mandatarios ascienden al poder amarrados de promesas que no pueden cumplir y paralizados por grilletes económicos de los que no se pueden soltar. La noción de popularidad los obliga a querer estar bien con todo el mundo, tarea que termina en que no les caen bien a nadie. Gobernar es mandar.
2. La realidad nacional por encima de las ambiciones de las Farc: el próximo presidente llegará al Palacio de Nariño si les dice claramente a los colombianos qué va a hacer con el proceso de paz.
3. Redefinición de las relaciones con Venezuela: lo que está pasando en y con el vecino país es muy grave. No ha habido una posición firme. Y eso que falta el estallido…
4. Equipos de trabajo eficientes y valerosos: nada de nombramientos politiqueros ni amigueros. No a los favorcitos. Gente eficiente y gerencial que trabaje en y por todo el territorio.
5. Austeridad estatal: gastos razonados y vigilados. Remuneraciones de funcionarios acordes con la realidad económica.
6. Recomposición institucional: los tres poderes están pasando agua, pensando solo en el CVY. El Estado tiene que ocupar el territorio.
7. Claridad en el establecimiento y firmeza en la implementación de un modelo económico productivo: hay que comprometerse con el empleo masivo y legal a largo plazo.
8. Transparencia y comunicación ciudadana: todo clarito, todo auditado, todo vigilado y todo bien contado.
9. Construcción de un creíble imaginario de país: vivimos sin ilusiones. Capturados por la decepción. Carcomidos por la lucha diaria. Empantanados en el presente. Necesitamos un sueño.
Agrego: prioridad: la educación para todos. ¿Enemigos? La corrupción y la delincuencia.
¿Faltó algo?
Las divisiones que evidenció el plebiscito también generaron temor entre los candidatos a hablar sobre el tema de la paz, que había estado presente en la agenda política en los últimos años y que, en otro contexto, habría sido considerado el mayor logro en la historia política del país.
Nota publicada originalmente en Portafolio. 09.06.2017
Como siempre, Carlos Gustavo ilumina el camino.
Un saludo,
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