«Yo tengo pa’ tomar whisky o tequila, sapo hp», le contestó Macnelly Torres a un usuario en Twitter que le había escrito: «Más respeto con la hinchada, súdala y métele huevos y luego cómprate tu whisky o tu tequila».

La discusión tuvo origen en el reciente empate sin goles de Junior ante Alianza Petrolera. Luego se desencadenó todo, mejor dicho, se bajó la cisterna.

Harold ‏@ponedera apuntó: “este partido solo lo salva un garrafo de cocoanís”.

José Fernando García (‏@galatcito) también se unió en contra de Macnelly: “y eso es lo que mamas, sinvergüenza. Por eso no fuiste nadie en el fútbol, por borracho”.

Muchos no creen en el valor de las redes sociales. Y tienen escudo para su postura, por supuesto.

Un usuario llamado ‏@tato1927 publicó: “Relájate, ome Macnelly, falta de burra, mierdaa”.

Tampoco faltó el chiste: @carlosfcb9 le pidió al volante del Junior: “Mac, invítame, yo pago mi taxi, tampoco soy muelero”. Y Juan José Osorio (‏@totetolima) preguntó: ¿Mac, qué whisky te gusta?

Con ejemplos así, ¿vale la pena discutir de fútbol con los usuarios de redes sociales? A pesar de todo, la respuesta es sí.

El punto es saber a quién responder. No todos los comentarios son ofensivos ni penosos. En este caso, hubo quienes recriminaron con respeto a Macnelly por su descache y le pidieron, con absoluta razón, cabeza fría antes de responder.

No a la salida fácil

Aunque basta ver lo que se dice en un foro de fútbol para salir corriendo, hay que reconocer que esa es la reacción más simple. Un tal Daniel Amaya (‏@danipraa) me escribió en Twitter “Métete ese comunicado culo arriba”, luego de leer lo que publiqué sobre los hinchas ‘nini’ y los desmanes de las barras bravas en Colombia.

Aquí nada impulsó una respuesta. «Internet está lleno de infelices que insultan a cualquiera», dijo Andrés Calamaro. En mi caso, no contestó insultos y tampoco caigo en el facilismo del bloqueo ante lo que no me gusta. Entrar al vaivén de la grosería es una pérdida de tiempo. Y ponerse en papel de educador, al recomendar o exigir comentarios respetuosos, es una quimera ante el océano de injurias, calumnias y groserías que se ven a diario en redes sociales.

Esta desdicha es, sin embargo, el pago que debemos soportar con tal de promover la sana participación en torno a un tema. Y ésta también existe cuando el gol es el centro de atención. Por eso, hay que defenderla. Es imposible negar el valor y alcance de la libertad de expresión gracias a las redes sociales.

Conclusiones

El problema es que el hincha se ha venido acostumbrando a un cruce de comentarios inapropiados y que, además, los periodistas o los protagonistas del juego en ocasiones menospreciamos la crítica que hacen los usuarios.

Y todos hemos cometido errores desde el teclado. Si Vicky Dávila confundió alguna vez a Teófilo Gutiérrez con la columna Teófilo Forero de las FARC, Macnelly Torres esta vez también falló. Luego borró su tuit y escribió: «Acepto críticas de fútbol todas las que quieran, pero que me falten el respeto por acá a nadie, así se vea mal».

Esta vez le pasó a él. Pero son incontables los casos en los que hemos caído en lo que tanto criticamos. Neymar tuvo que pagar una multa por decirle “ladrón” a un árbitro en su cuenta y, por mencionar otro ejemplo, Wason Rentería, cuando jugaba en Millonarios, se dejó llevar por la rabia y escribió en Twitter: «Santa Fue 7×2», mensaje con el que quiso remarcar que su equipo tenía entonces el doble de estrellas que los rojos.

Hay miles decepciones más, de parte y parte. ¿Recuerda el matoneo que sufrió Gerónimo Ángel, hijo de Juan Pablo Ángel, luego de cantar en el programa La Voz Kids o los pobres mensajes sobre la figura de la esposa de James?

Vemos comentarios llenos de pasión y bajeza sobre cualquier tema en Twitter y Facebook. Ni siquiera es el fútbol, es la cloaca o posibilidad que representa una red social. Y así como el fútbol puede mejorar, también lo podemos hacer todos. Regular, reformar y castigar son acciones necesarias para quienes fallan constantemente. Comentar y criticar sin insultar y pensar antes de escribir es imprescindible. Y promover el diálogo constructivo, más que atender monólogos triviales, es más que necesario.

PD: Edité los comentarios de Twitter que aparecen en este texto. Hay gente que para ofender no se acerca a la buena ortografía.

En Twitter: @javieraborda