Cali acaba de quedar campeón y hubo, al menos, tres muertos en la celebración. En este país pareciera que lo mejor es perder y seguir con vida.

La noche del domingo “pensábamos que sí iba a ser un poco diferente a todas las demás, pero no nos imaginamos que tanto. Incluso, fue peor que el 31 de diciembre y el Día de la Madre, que son los días más críticos para nosotros en el hospital”, dijo Jaime Rubiano, director del Hospital Universitario del Valle, al contar lo que pasó luego del triunfo del Cali ante Medellín.

Somos raros en serio. En el pasado Día de la Madre, hubo 9.760 riñas, 3.000 casos más que en 2014, y 88 personas perdieron la vida. ¿Qué pasaría entonces si Colombia llega a ganar la Copa América? Sería muy peligroso. El fútbol podría darnos muchas alegrías en un país lleno de tristezas, pero en nosotros exacerba, tristemente, nuestra violencia innata.

Por eso es que toca imponer la Ley Seca en esta Nación. Porque embriagados somos unos deplorables advenedizos, capaces de matar al otro sin saber por qué. Cinco aguardientes a veces son suficiente fundamento para apretar el gatillo.

La Selección Nacional tendría que unirnos más que diferenciarnos. Y, por supuesto, todos queremos que este equipo –el mejor de nuestra historia- gane la Copa América. Pero al margen del gol en la cancha, y ante tantas penurias sufridas, la Policía y las administraciones locales ya deberían estar prevenidas, ya que no fueron capaces de hacer un trabajo pedagógico para enseñarle a la gente a celebrar, tanto como se debe aprender a sobrellevar la derrota.

Lo demás ya nos sobrepasa. Vivimos en un ambiente hostil. Somos muy violentos, reitero. El hermano del jugador Juan David Cabezas fue herido este domingo en las tribunas del estadio Atanasio Girardot. El “Palomo” Usurriaga, Elson Becerra, Cristian Racero, Edison Chará, Andrés Escobar y otros tantos futbolistas murieron violentamente en estas tierras. El asesino Popeye alguna vez apuntó, frío: «Nosotros no manipulábamos los partidos del Nacional, nosotros matábamos los árbitros». El padre de Juan Guillermo Cuadrado fue asesinado por un grupo armado cuando él tenía cuatro años. Después del 5-0 ante Argentina, se contaron más de 70 muertos y 900 heridos. Javier Flórez, cuando jugaba en Junior, mató a tiros a un hincha que lo recriminó después de un partido. Charles Monsalvo, jugador del Medellín y del Tolima, acaba de escribir en Twitter ofensas contra su exequipo


Y podríamos seguir con esa maldición que nos rodea, por eso la reflexión es que siempre debemos buscar la victoria y tener cuidado de ella. El peligro de ganar la Copa América no sería creernos ya campeones del Mundial de Rusia -como podría pasar- sino matarnos.

Nosotros tendríamos que entender al fútbol como un deporte capaz de parar la Primera Guerra Mundial. Su potencial es el de mejorarnos como masa y sociedad. Tenemos que recordar el dicho que reza que hay que tener cuidado con lo que se desea porque de pronto se cumple. Colombia, ¿campeón de la Copa América? ¡Ojalá que sí! Pero no a costa de sangre.