La bala le afectó el lado izquierdo del tórax, el pulmón izquierdo y varias vértebras. El arquero que fue herido en un intento de robo ya perdonó a su victimario y en un orden reverso de las cosas instó a Dios a que siga sus pasos. ‘Sólo le pido a Dios que lo perdone. Ahora jugaré el partido de mi vida, volver a caminar’, dijo.

El disparo a Alexis Viera es la oportunidad perfecta para que ‘desescalemos’ el lenguaje del fútbol. El entorno es demasiado violento como para seguir “atrincherados” en el disimulo. Así como el presidente Santos pidió a los colombianos “desescalar el lenguaje” que gira en torno a las FARC (así el verbo “desescalar” no exista), hinchas, futbolistas, técnicos y periodistas podríamos medir mejor nuestras palabras antes y después gol.

Hace poco, un periodista deportivo fue capturado en Colombia por cometer, supuestamente, el delito de pornografía infantil. La revista Semana publicó entonces: “En su perfil de Twitter todo es referente al fútbol. Como hincha a muerte de Santa Fe posaba con jugadores y no le perdía la pista a cada movimiento de sus jugadores, alineación, técnicos etc.”.

¿Qué es eso de “hincha a muerte”? Qué pésima costumbre es hablar así en torno a un deporte que debería propiciar todo lo contrario.

Y es que a diario hablamos de disparos en la cancha. De “partidos de vida o muerte”. De cañonazos, balazos y de la máxima pena, que no es un “tiro” desde los doce pasos sino, realmente, dejar de respirar.

“Prepara, apunta, ¡fuegooo!”, grita el narrador. En “La metáfora bélica en el fútbol”, Gustavo Adolfo Segura asegura que el léxico del balompié “está plagado de alusiones al campo de la guerra o el aparato militar, como sugiriendo una ceremonia ritualizada-simbolizada de lo que significa una batalla o una incursión de inteligencia militar, que se mimetiza en el campo de juego en forma lúdica”.

El fútbol, sin embargo, no debería entenderse como una batalla, al menos no en su básica concepción. El fútbol siempre será una metáfora de la vida y de la muerte, aunque no necesariamente tendría que ser un reflejo de nuestros defectos.

Y todo esto vale la pena porque la gente que es capaz de tatuarse un escudo de fútbol en el pecho también es capaz de morir por una camiseta. Modificar la jerga de los que vivimos pendientes del balón no es difícil y, por ende, muy factible.

Que un arquero reciba un disparo es una metáfora trágica. Al menos Alexis Viera no fue “fusilado”, se diría en Macondo. Lo cierto es que las metáforas pueden ir más allá del combate militar y de las batallas. No todo son cañonazos, guerras tácticas, riflazos, proyectiles, pases de la muerte y bombardeos al área. Una goleada no es una masacre. Y tampoco se trata de mojigatería. Apodos como “El matador” Kempes o “El Torpedo” Gerd Muller se antojan permitidos. Hablar de “pólvora mojada”, aunque trillado, también. Otra cosa sí es hablar de “salir a morir en la cancha”.

Las palabras hacen daño. Aquellos que vituperan y escupen odios desde el micrófono y el estadio deberían callar. Los mensajes calan y eso es muy peligroso del lado de la pasión.

“En cada enfrentamiento entre dos equipos, entran en combate viejos odios y amores heredados de padres a hijos”, escribió Eduardo Galeano. Puede ser que muchos lo crean así, pero el fútbol no es una guerra. El rival no es un enemigo. Todos lo deberíamos saber.

PD: Este texto estaba listo hace días. No lo publiqué antes por respeto, esperando la buena recuperación de Alexis Viera. Que así sea.

Más sobre el léxico del fútbol:

file:///C:/Users/javbor/Downloads/1577-2365-1-SM.pdf

http://cvc.cervantes.es/literatura/aispi/pdf/18/18_169.pdf

http://arcaold.unive.it/bitstream/10278/1230/1/11%20Montero.pdf

En Twitter: @javieraborda