Que no juegue James o que Falcao esté en un pésimo nivel es apenas una arandela de este nuevo proceso. Lo que se debe comprobar es que esta es una generación con jerarquía, que no puede dejar lo hecho en Brasil como un gran suceso espontáneo.
De todo va a pasar en estas Eliminatorias. Veremos favorecimientos a Brasil y Argentina, malos los arbitrajes y derrotas dolorosas. En un torneo tan largo, nada de raro tiene que haya jugadores lesionados para algunas fechas, como en esta contra Perú y Uruguay, y tampoco que los jugadores lleguen a la Selección con altos y bajos rendimientos.
Eso es obvio. Por eso, lo que tenemos que recordar a lo largo de estas Eliminatorias es que la actual selección Colombia, aun sin Yepes, aun sin Mondragón, a pesar de su pobre Copa América, sigue gozando de un talento excepcional que debe dar nuevos frutos. Que si no está Falcao, pueden aparecer Bacca, Jackson y hasta Teo. Que James hace falta en la cancha, pero que debemos convencernos de que él no es todo el equipo. Que Guarín y Cuadrado titilan en la Serie A. Y que hay más respaldos ante posibles ausencias: Ospina, Zapata, Murillo y Macnelly son algunas pruebas.
El Mundial de Brasil es el mejor recuerdo de nuestro fútbol y por eso debe ser el apalancamiento para seguir creciendo. No podemos quedarnos en eso porque demostraría nuestra incapacidad. La exigencia ahora debe ser mayor, aunque sin llegarse a engaños. Colombia no es más que Brasil y Argentina, pero está, por fortuna, en condiciones de hacer frente a todos sus rivales, tanto en Barranquilla como en otras latitudes del continente.
Clasificar es lo mínimo. Gozamos de un técnico con credibilidad (así sea permisivo especialmente con un empresario de futbolistas). En realidad, nueve selecciones van por cinco cupos a Rusia 2018 porque Bolivia es un comodín y el repechaje contra el mejor de Oceanía no supone mayor problema.
Por todo lo anterior, Colombia debe olvidarse de sus mayores problemas, los cuales son sus propios defectos. No puede vivir de su pasado y sus hinchas no pueden creer que el equipo está intacto. Tampoco se debe decir que este es un nuevo camino, sino la continuación de un recorrido que se aceleró con Pékerman, luego de algunos tropiezos serios con Leonel Álvarez y el Bolillo Gómez.
Hay que seguir entonces ese recorrido. Demostrar jerarquía, cancha, estirpe. La pasada Copa América nos probó que estamos sujetos al fracaso. Es tan grande el reto que se avecina que uno vislumbra a Colombia en cuartos de final del Mundial de Rusia para “apenas” igualar lo hecho en Brasil 2014. Aunque Dios juega para todos, toca persignarse para que ayude a Falcao (sobre todo a él a ver si se recupera) y compañía. Llamemos a la suerte, a la cordura y a la paciencia. Esto que ya se viene no es fácil, pero es muy placentero porque despierta otro sueño.
¡Vamos, Colombia!
En Twitter: @javieraborda