La figura del equipo, algunos periodistas que transmitieron la final y hasta la Directora del ICBF se dejaron llevar mal por la emoción.

Sabemos que Ómar Pérez es un crack, pero eso no es excusa ni justificación para desquitarse con sus críticos en la palestra tuitera.

Cualquier cosa que fomente la violencia (así sea escrita) por parte de una figura pública debe contenerse. Pérez tiene todo el derecho de responder a sus contradictores, sí, aunque el hashtag que propuso le sobró. Su tono resultó muy ofensivo.


También se descacharon todos los periodistas (no pocos) que empezaron a decir que Santa Fe era Colombia en la Copa Sudamericana. Además del detestable cliché, los colegas cometieron dos graves errores de la profesión: generalizar a la opinión pública con base en una creencia propia (tal vez interesada) y desconocer que el fútbol tiene una rivalidad que lo hace vivir.

En un mundo paralelo, tal vez toda Colombia le haga fuerza a un equipo que no sea la Selección, pero en el que respiramos tal comunión es utópica. El deseo (perverso) de ver perder al rival y alegrarse con la derrota ajena es innegable, además de mezquino.

A propósito de esto último, los periodistas de otras fuentes sí que suelen confundir sus deseos con los objetivos sociales. Por ejemplo, pasa con aquellos que expresan la idea de que «Colombia quiere paz» como si fuera lo mismo que «Colombia apoya el proceso de paz».

El tercer descache en la final de la Sudamericana fue de Cristina Plazas, directora del ICBF. Su error fue inconsciente, pero perverso al fin y al cabo. Mientras el país sabe que los niños se están muriendo literalmente de hambre en La Guajira, ella, la cabeza del Instituto que debe proteger a los menores, se dejó llevar la emoción y trinó durante el partido:


¿Entonces la Directora del ICBF sí puede ver a un niño famélico pero no logra aguantar la derrota en un partido de fútbol? Más allá de la jerga de este deporte, su imprudencia quedó al descubierto. Aunque nada tiene que ver Santa Fe con la desnutrición, jamás se le escuchó hablar así a Cristina en torno a asuntos más importantes.

Lo más triste de todo es que ella puede tener razón… nuestros corazones tal vez no aguanten una grave derrota futbolística, pero todos los días sí soportan las más increíbles infamias.

PD: Nada de lo anterior quita la proeza de Santa Fe. Quedó campeón sin Luis Carlos Arias y sin Daniel Torres (transferidos), sin Luis Quiñones (expulsado del equipo por vago), sin goleador (Wilson Morelo se apagó), con Ómar Pérez lesionado y con una nómina valerosa, alejada de titilantes estrellas.

En Twitter: @javieraborda