El ciclista se vuelve mierda y sigue pedaleando. El futbolista se cae por todo.
Las cinco cosas a aprender:
- La humildad. El mejor ciclista no es soberbio, no es ególatra, no se cree inigualable. El mejor futbolista, en cambio, se ve siempre como estrella, como el foco de atención y muchas veces es un fantoche. Cristiano Ronaldo es el mejor ejemplo del ególatra universal.
- El reconocimiento. Froome aplaudió a Nairo al terminar la etapa de este sábado y aceptó sin pena que perdió la Vuelta a España. Para que Argentina aplaudiera a Colombia, tocó meterles cinco goles en el Monumental. Los reconocimientos al rival en el fútbol solo se dan cuando somos capaces de vencer el propio orgullo.
- La tranquilidad. Aunque hay cientos de detestables aficionados que obstaculizan el paso de los ciclistas, no hay barras bravas, no hay violencia, no hay limosna. Todo lo contrario pasa en los estadios de Colombia, donde convive una gaminería firme y creciente.
- Unión. Nacional ganó este año la Libertadores y más de medio país le estaba haciendo fuerza a Independiente del Valle. El ciclismo une, el fútbol de clubes, no.
- Finalmente, el fútbol debe aprenderle al ciclismo que los protagonistas del deporte no son porcelanas. Un ciclista se cae, se raspa los codos, se vuelve mierda las rodillas, se levanta y sigue pedaleando. A un futbolista le hacen una zancadilla y dura tres minutos acostado. Ojalá los futbolistas se vean en las repeticiones de TV para que les dé pena su precaria actuación.
Si bien el ciclismo ha sido muchas veces una decepción por casos de dopaje, tiene valores innegables que deberían contagiarse. ¡Gracias, Nairo! Gracias a todos.