Varias cosas difícilmente cambiarán: los hinchas de Millonarios vociferarán reclamos, los colegas periodistas dirán que el campeonato es mediocre pero emocionante y veremos al menos un gamín vestido con camiseta de fútbol y puñal.
Eso es lo que hay. El fútbol colombiano empieza de nuevo en febrero y servirá así de gozo -y relleno- en medio de la extensa programación de partidos que hay para ver todos los días en el mundo.
Muchas otras profecías obvias se cumplirán este año. Iván Mejía seguirá con sus comentarios ofensivos; hinchas (incluidos periodistas) seguidores de Millonarios reclamarán mejores jugadores a pesar de tener un buen técnico; otros aficionados se quejarán como siempre de la supuesta ayuda arbitral a Nacional y la Dimayor aplazará muchos partidos como reflejo de un desorden que nos caracteriza como país.
Las comparaciones absurdas continuarán, pues algunos seguirán pretendiendo que en Colombia se juegue como en Europa, lo cual es imposible. No faltarán las canchas horribles y tampoco los estadios vacíos, obviamente con algunas excepciones. Los hinchas de América consolarán el panorama de una mayoría de equipos en la A sin hinchada y todos al final de cuentas tratarán de impedir un logro más del mandamás de los últimos años, Atlético Nacional.
Los clichés perdurarán, a pesar de nuestros reiterados deseos. Habrá decenas de “partidos de vida o muerte”, “clásicos regionales” que no existen”, “crónicas de la fecha” que no son crónicas y cambios de técnico prematuros. Acudiendo sarcásticamente a otro cliché, “los equipos colombianos necesitan proyectos”, pero aquí todo se seguirá viendo con gafas para miopes cortoplacistas.
A pesar de cualquier intención, la mayoría de juegos serán lentos, algunos programados en horarios horribles (un Tigres vs. Cortuluá ‘encajaría’ perfecto un viernes por la noche, por ejemplo). Además, los jugadores se caerán a cada rato a la grama simulando faltas gravísimas. Como pasa en todo el planeta, los árbitros cometerán errores indignantes y al final no pasará más nada que la desazón. La tabla de salvación serán los de siempre: Medellín, Junior, Millonarios, Santa Fe, Nacional, Cali, América y si acaso Tolima. Lo demás, sin ofender, seguirá siendo poco para el paladar.
Eso es lo que hay, aunque también la esperanza de ver nuevo talento en el FPC. Nacional y Santa Fe fueron los últimos campeones continentales y eso como mínimo demuestra competitividad en nuestro balompié. Aburre así que hace mucho tiempo conozcamos nuestros problemas y se sigan repitiendo, tanto como el titular que pregona que “¡El Tigre volvió a rugir en Europa!” cada vez que Falcao anota.