El hincha se envalentona y pavonea cuando su equipo gana. A veces, hasta humilla. Lo ridículo es que ese mismo que se burla del mal ajeno se esconda o se moleste cuando pierde.

Así es esto. El fútbol es masoquismo porque no hay aficionado que no sufra. Y hoy en día, pululan los ‘memes’. Burlas, sarcasmos y ofensas que circulan a cada rato por redes sociales y que ya se publican sin mayor juicio en medios de comunicación.

Esto pasó con mucha notoriedad en la cruda goleada que sufrió Nacional en el Mundial de Clubes y la reciente eliminación de Millonarios de la Libertadores.

Que el hincha envíe esto a sus amigos ‘rivales’ hace parte de su derecho a expresarse y, por qué no, de vivir el fútbol con humor. Sin embargo, como lo sabemos, aquí, en esta Colombia salvaje, un chiste es capaz de desencadenar una batalla.

Un ejemplo: el Tino Asprilla tuiteó hace poco: “En el vuelo que traía al América de Ibagué a Cali, casi linchan al piloto porque dijo ‘señoras y señores hemos empezado el descenso’”.

Este país, en lugar de reír, prefiere pelear. El Tino recibió decenas de insultos por su comentario.


¿Los medios deberían dejar de publicar los llamados ‘memes’ o bromas sobre los hechos del fútbol? ¿Al ser irrespetuosos pueden fomentar la violencia? ¿Qué se puede decir sobre la publicación de estos contenidos típicos de Internet?

Javier Darío Restrepo, en su consultorio ético de periodismo, me contestó hace meses: “Toda agresión verbal es rechazable por numerosas razones (…) El humor, sin embargo no puede identificarse con la burla que envenena y destruye. Como la crítica, el humor puede contribuir a la manifestación de los errores y de las fallas de personas o de instituciones sin destruir y, por el contrario, aportando elementos constructivos que permiten progresar y mejorar; pero las dos, la burla y la crítica pueden destruir y hacer daño. Es en este caso, cuando la crítica y la burla contradicen el deber ser de las palabras”.

Los’ memes’, quizá de muy mal gusto para el hincha que pierde, aparecen en todas partes. En El Tiempo, en Caracol, en El Colombiano, en El Espectador, en todos. En la guerra del tráfico en Internet, cualquier clic es un peso. Eso justifica su publicación, sin duda alguna. Periodísticamente, no tanto.

En la casa donde yo trabajo, le pregunté a Gabriel Meluk, editor de Deportes en El Tiempo, si la publicación de estos ‘memes’ puede originar violencia entre los hinchas.

Contestó tajantemente que no. Se refirió igualmente a la libertad de expresión, mencionó a Daniel Samper Ospina como ganador de premios periodísticos con sus sarcásticas columnas y cuestionó: “¿Acaso una caricatura no es un ‘meme’?”.

Quizás lo que falta en algunos casos es tacto para entender cuándo el supuesto humor pasa a ofensa. Pero para eso en los medios necesitaríamos un “editor de memes” y ese es un cargo que no necesitamos ni queremos en el periodismo.

Por ahora, que nos baste entender que en la gracia del fútbol toca soportar la chanza ajena. Y que en ese trabajo de buscar clics a cualquier costa se pueden cometer muchos errores.

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