Gana milagrosamente el Barcelona al PSG y miles chillan porque el árbitro pitó mal. El Real Madrid gana la Champions y se oyen quejidos porque en los sorteos quedó con equipos «fáciles». Nacional triunfa en Colombia y todo fue gracias a Ardila Lulle.
¡Qué pereza tantos llorones en el fútbol! Mejor aprendamos a reconocer las derrotas y las victorias ajenas.
Nadie tiene por qué aguantarse el reclamo hacia el árbitro que pitó mal, pero al que le guste de verdad este deporte debe recordar que el fútbol ha existido gracias y a pesar de los errores.
No hablamos de corrupción o de violencia; hablamos de goles, penaltis y fueras de lugar. Para bien y para mal, todos los equipos del mundo se han afectado con ellos y por eso resulta tan aburridor y fastidioso el aficionado que justifica todo lo bueno de su rival en supuestas compras de partidos, en fallos arbitrales premeditados y torneos amañados.
Es simple, si no soporta que pasen cosas extraordinarias en el fútbol y que el contrario triunfe, dedíquese a ver partidos de ajedrez.
Ñapa: Solo la grandeza de un equipo de fútbol genera tanta animadversión en el aficionado. Pasa con el Barcelona, obvio, pero también con el Real Madrid. Y con Nacional, River, Boca, etc.