Por momentos superamos algunos de nuestros peores males, pero en nuestro ADN aún permanece una voluntad penosa.

  1. La cizaña permanece en hinchas y colegas periodistas. Eliminadas Colombia e Inglaterra, algunos salieron a decir, como buenos profetas del pasado, que nuestra selección tuvo miedo, que Pékerman fue perverso, que cómo se puso a defender ante una selección inglesa “floja”, sin ataque, malísima. Después de bajar el telón se puede criticar la obra, pero dedicarse solo a destruir y menospreciar lo que se hizo es bajo, ruin y mezquino. Yo pregunto: si Inglaterra hubiera ganado el Mundial, ¿se habría acabado ese discurso ‘libreteado’ y malintencionado en contra de Pékerman?
  2. ¡Oh, gloria inmarcesible! ¡Oh, violencia inmortal! Carlos Sánchez recibió amenazas luego de su expulsión ante Japón. Si bien en redes sociales cualquiera es tan violento como Quentin Tarantino, no deja de avergonzar que pase esto, más en un país que tuvo como noticia futbolística ‘Mundial’ el asesinato de Andrés Escobar en 1994.
  3. La Selección nos representó tal cual somos, indescifrables. El recibimiento que se le hizo al equipo en Bogotá fue una completa ironía. Miles de personas en las calles y en El Campín reconocieron un válido esfuerzo, aunque quizás lo hicieron de forma exagerada. Los jugadores, notablemente cansados, tenían poco que celebrar y así lo manifestaron al bajarse del avión. Por momentos semejante recibimiento pudo ser un castigo, un flagelo vivo al pensar en lo que pudo ser y no fue. Además, los medios exageraron con las transmisiones en vivo, con periodistas preguntándoles a decenas de personas bobadas tipo “¿Qué quieres decirle a Falcao” y “¿Cuál es tu jugador preferido?”.
  4. Hay mucho resentimiento, la gente se molesta por todo. Si miles quisieron ir a recibir a la Selección Colombia, bien por ellos. ¿A usted eso en qué le afecta? Sin embargo, no faltaron los insultos, los calificativos de “desocupados”, “vagos” y demás. Aquí parece que todos se creen mejor que los demás por el hecho de pensar distinto.
  5. Escribo esto cuando me faltan dos láminas para llenar el álbum de Panini, los escudos de Colombia y Corea del Sur. Y me da miedo el precio que me van a cobrar. Esta vez, y por primera vez en mi caso, sentí un abuso y corrupción desbordada con esta sana afición, que antes era más inocente o divertida –quién sabe, quizás sea la edad también-. Además, creo que muchos pegaron (pegamos) sin saber miles de láminas ‘chimbas’.
  6. En televisión hubo mucha opinión, poca información. Varios tuvieron la fortuna de ir a cubrir el Mundial, pero al final se vio lo mismo con otros fondos muy lindos de Rusia. Es decir, debates eternos en los que cada periodista se dedicó a defender sus pensamientos. El debate es bienvenido, pero también lo es explicar las cosas, enseñar con ejemplos y más teniendo a la mano ahora nuevos recursos tecnológicos. Una ñapa aquí: gracias a todos por las millones de fotos en Instagram durante el cubrimiento del Mundial.
  7. A pesar de todo lo dicho, la Selección Colombia nos une. El gol de Yerry Mina a Inglaterra fue sensacional, nos hizo abrazar con desconocidos y llorar de felicidad. No nos salen lágrimas por los asesinatos de líderes sociales porque esa violencia nunca ha tenido pausa en nuestro país, a diferencia del Mundial, que vivimos cada cuatro años y eso si clasificamos.
  8. Me parece que hay que valorar el esfuerzo de los jugadores y su profesionalismo. Fueron a Rusia a representar un país y regresaron sin escándalos, sin malos comportamientos, peleas u otros lamentos que sí nos apenaron en el pasado.
  9. Debemos pasar la página. Aún decimos “Fue gol de Yepes” por el Mundial de Brasil y ya estábamos empezando con el “Fue gol de Bacca” por lo que pasó ante Inglaterra. Perdimos por nuestras propias incapacidades y hubo muchas cosas que pudimos hacer mejor. Sin embargo, el pasado es inmodificable. ¿Teníamos la final del Mundial, al menos la semifinal, tan cerca? Pues sí, y por eso duele. Pero ya no hay nada que hacer.
  10. Hay futuro, con Pékerman o sin él. Lo importante es no dejar que muera esta generación de futbolistas sin recambio y que tengamos que esperar al milagro para volver a disfrutar –y sufrir- un Mundial. Es una locura tener que aterrizar ahora en el fútbol colombiano, pero esto sigue… En menos de nada, nos veremos hablando de la Libertadores, la Copa América y Catar 2022.