Como pocas veces, el técnico se mostró hastiado. Y con razón. Luego de miles de chismes, de una opinión descalificada y de juicios abusivos, los colombianos tuvimos que ver la despedida de Pékerman en una rueda de prensa fría, injusta con su legado. Se fue el técnico que más lejos llevó hasta ahora a la Selección Colombia.
Qué pena con nosotros mismos. ¡Qué maldita gentuza la que vive del fútbol hablando mal de él! No importa que salga en televisión, sea protagonista en radio o tenga mucho dinero. Es gentuza porque solo menosprecia. Ahí están, desde luego, los colegas periodistas de siempre, esos que no intentan mantener sino su propia imagen, así sea deleznable.
El desahogo de Pékerman fue un excelente regaño para todos los “profesionales del chisme” que le inventaron puestos y lo quisieron sacar como si su papel fuera el de hacer despidos y no buscar la verdad. «Cómo voy estar pensando qué voy a hacer si yo no duermo desde que se acabó el Mundial pensando en qué iba a hacer con Colombia», se quejó el argentino. En esos deshonrosos papeles están aquellos que tras el final de los partidos sentenciaron que era muy fácil eliminar a Inglaterra en el Mundial de Rusia o que solo por culpa del entrenador Brasil nos eliminó en 2014. Ahí están igualmente los ofendidos porque él no dejó que el micrófono se entrometiera en el equipo nacional.
En esa desagradecida rueda de prensa, un reportero de Caracol Televisión le preguntó al técnico por qué se iba. ‘(…) no lo voy a decir y menos a la cadena de ustedes», contestó, fuerte. «Le han hecho mucho daño a la selección», había dicho antes. «La cantidad de mentiras y barbaridades que me han dicho, es una decepción muy grande. Eso no pasa en ningún otro país del mundo”, fue otra de sus frases. La más dolorosa, quizás, fue esta: “No voy a decir que renuncié”.
La crítica es muy válida, pero no la opinión idiota y menos las acusaciones sin pruebas. ¿Qué Pékerman no ganó nada con la mejor nómina de la historia? Puede ser, sí. Pero que la memoria recuerde que Colombia solo ha levantado el trofeo de una Copa América, que no íbamos al Mundial desde 1998 y que ¡fuimos quintos en el Mundial de Brasil! Además, que estuvimos entre las mejores selecciones del planeta, según el ranking FIFA, durante toda esta época. Lo anterior no es una valoración, es una prueba. Y tampoco es mediocridad: solo nueve equipos han ganado el Mundial, nosotros no hemos llegado en toda la vida a una semifinal.
A pesar de todo, esto tiene que seguir. Buena suerte, profe’ Pékerman. De verdad, gracias. Aquí nos quedamos los colombianos, como de regreso al pasado, quejándonos de los errores de siempre, buscando técnico, como sin rumbo, con una dirigencia deportiva con sombras de corrupción. Sin embargo, tal cual dijo usted este martes 4 de septiembre, “Ojalá los éxitos continúen”. Escuchamos eso fiel al respeto que durante estos años pregonó, esperando siempre lo mejor para todos, aunque esta vez lo hacemos con algo de tristeza. Y pena.
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