Difícilmente Iván Mejía acudió a la crítica constructiva en su ejercicio periodístico y durante años menospreció el fútbol que tan bien le dio de comer. Aun así, se despide como referente del periodismo deportivo colombiano, anunciando con razón que el oficio vive un delicado momento.

Si algo tuvo bueno Iván Mejía en medio siglo de periodismo deportivo fue su distancia con el poder hegemónico del fútbol colombiano y algunas fuentes del deporte. Lejos del amiguismo que hoy circunda, muchas veces denunció a directivos corruptos y se ganó con su estilo prepotente y tosco un rating que le encumbró en el gremio. También se ganó, desde luego, sus demandas.

¿Se puede discutir su estilo? Hace muchos años, le preguntaron a Hernán Peláez durante un conversatorio en la Universidad de La Sabana por qué hacía un programa como El pulso del fútbol con alguien tan violento al micrófono y él contestó, tras una sonrisa pícara: ‘ese es el éxito del programa. ¿Acaso quién va a escuchar a dos tipos buenos hablando de fútbol al mediodía?’ –contrapreguntó Peláez a un auditorio joven, lleno de estudiantes que –como yo- querían ser periodistas deportivos.

Ahora que Mejía se despide hay que reconocerle su capacidad y conocimiento. Pero esto no es una apología, sino un momento oportuno para reconocer en él un periodismo ofensivo, lleno de vicios y acomodado a sus intereses. Quien no estaba de acuerdo con él, parecía estar contra él. Así lo recuerdo yo en el AM, explayándose en diatribas, hablando de Millonarios y Santa Fe, en un programa que contaba entonces con Chemas Escandón, Pepe Dick Martínez, Jair Mosquera D´Perea, entre otros.

Iván Mejía menospreció, vapuleó y humilló a muchas personas del fútbol, no solo a los jugadores. Él ha vivido hablando mal del deporte. Hasta colegas se vieron afrentados con su verborrea. Sátrapa, pelafustán, paquete y otros duros calificativos salieron repetidamente de su corazón. Luego se excusó, pero llegó a decir que Falcao era un exfutbolista. Periodismo no es eso. Este lunes, en El pulso del fútbol, dijo que Vinicius es “una mentirita”. Algo así había dicho antes de Neymar.

Piense usted en tres cosas constructivas que haya dicho Iván Mejía sin mediar un insulto o un comentario mordaz. Es difícil lograrlo, si acaso con las gestas históricas del Barcelona de Messi. Yo no lo puedo hacer y, por eso, hace mucho tiempo dejé de escucharlo y verlo, salvo contadas excepciones. Él dice que ve fútbol al estilo “mute”, pues también los demás estamos en ese derecho (me pasa igual con otras “figuras” del periodismo deportivo).

Sea como sea, Iván Mejía hizo su nombre y 50 años de oficio no son, para nada, menospreciables. Pocos analizan el fútbol como él. ¿Cómo ve el momento del periodismo deportivo?, le preguntó José Orlando Ascencio en El Tiempo. A lo que contestó: “Complicado. Estamos entrando en una etapa: estamos copiando un modelo argentino que es el periodismo show, el de los gritos, la gesticulación. No es análisis, no es raciocinio, sino el que más alharaca haga. La otra preocupación es el comentarista numérico: nos estamos quedando en los números, en cuánto hace que un equipo no remonta, cosas así, y dejamos el análisis a un lado. Eso no me interesa”.

Todo eso es cierto. «El periodismo se ha transformado en algo tan insular. El periodismo hoy es ‘yo, yo, yo’. Los periodistas quieren estar con las estrellas, con los líderes políticos, con los banqueros, con los personajes deportivos, pero no pasan tiempo con la gente común y corriente», decía hace poco el maestro del periodismo Gay Talese. Mejía ya casi ni iba a los estadios a ver fútbol.

Para bien y para mal, Iván Mejía se va, al menos por un año. “Si después de ese tiempo encuentro que me hacen falta el micrófono o el computador, pues volveré, pero espero no convertirme en el Vicente Fernández del periodismo”. Ojalá que no vuelva. A pesar de sus cualidades, sinceramente creo que el periodismo y, sobre todo la gente, gana mucho mas con él lejos de los medios de comunicación.