“Eres muy joven para escribir”.
“Jamás vas a lograr hacer ciencia”.
“Tan sólo tienes 24 añitos”.
“No te creía capaz de tanto”.
“A este paso no vas a llegar a ningún lado”.
“Cállate Perra… Esmad, por favor, callar a esta basura”.
“¿Las costeñas si hacen ciencia?”.
“Ven y me haces ciencia en este”.
“Eso hacen los Biólogos?”.
“Salvar el mundo? JAJAJAJA».
“¿Cuándo no han estado al poder? Otra es que lloren mucho”.
“El desarrollo idóneo de la ciencia no es asunto de género, etnias o inclusión”.
“Esta niñita quién se cree”.
“La bióloguita”.
“Las mujeres no van a campo, eso es para hombres”.
“¿Ciencia? No. Esa es una Feminazi”.
“Qué ñoña”.
“¿No te cansas de tantos libros?”
“Que ciencia ni que nada”.
“Culigada, llorona”.
Y por supuesto no podía faltar la tan célebre expresión lanzada por el bioquímico y también científico inglés, Tim Hunt, galardonado con el Premio Nobel en 2001 por el descubrimiento de las proteínas que controlan la división celular.
Permítanme que les cuente mi problema con las mujeres… ocurren tres cosas cuando están en el laboratorio… Te enamoras de ellas, ellas se enamoran de ti y cuando las criticas, lloran”.
El problema muchas veces no está en nuestra actitud, está en la mentalidad de la sociedad machista en la que estamos acostumbrados a vivir.
¿Y si edificamos nuestra fortaleza con los ladrillos que nos lanzan?