Hoy no escribo una columna sobre amor a la ciencia, ni una cátedra motivacional sobre por qué las mujeres no debemos hacer de lado la ciencia, ni les voy a hablar sobre una científica en específico. Hoy les comparto un ‘texto pretexto’ (como el Profe Pico los llama) sobre los sueños, donde siempre inicia la carrera por lograr algo, ¡y vaya sueño este de hacer ciencia! Este texto lo escribí una mañana lluviosa y fría de marzo de 2015 en Bogotá, previa a una cita consular, en esa época me ayudaba a canalizar y entender cómo el sueño de hacer ciencia se construía. Hoy sigue teniendo validez.

La gente que me gusta

Como suelen ser los acontecimientos importantes, nunca negros, nunca blancos, mezclados entre felicidad y tristeza, así es la gente que me gusta. Atemporales, esos que tienen el particular don de siempre sorprender y nunca agotar.

Haciendo analogías, si los días fueran de colores, los lunes serían blancos, los martes azules, los miércoles morados, los jueves amarillos, los viernes rosa, los sábados rojos y los domingos grises… Pero si lo pienso mejor, nunca grises, verdes o azules. La semana sería un arcoíris porque están llenos de la gente que me gusta, gente soñadora.

Cuando se crece, se acaban muchas preguntas, pensamientos y cuestionamientos que rondan en la imaginación y la fantasía, y esa es la mejor parte de ser niños. Hoy en día uno sueña con tanto, que se pregunta: ¿Soy como la gente que me gusta? ¿Esa que cumple sus sueños?.

Ayer leí una frase que desde ahora tendré presente. «Le preguntan a un gran sabio, -¿Cuál es la disciplina más difícil?- A lo que él responde:  -La disciplina más difícil es la de ser uno mismo-.» Y de paso responde a mi pregunta mensa porque soñar hace parte de ser uno mismo.

PD: ¡Somos lo que nos atrevemos a soñar! A la Ana Lucía del 2015 le dicen que no está soñando, que está cumpliendo sueños.