De esas historias propias de Macondo, esta es la historia de Narcobollo, un negocio emblemático de la idiosincrasia costeña ubicado en la ciudad de Barranquilla. Me contaba Carolina Molina, chef, que en los años ochenta su abuela y su familia tenían un negocio de venta de bollos: limpio, dulce, batata, mazorca, biches, de angelito, coco y yuca con su respectivo suero y queso en la ciudad de Cartagena, tradicionalmente se referían a ellos como: “Los bollos de los Molina”. La historia cambia una madrugada de agosto, cuando el gaula de la policía organizó un operativo para “desmantelar” la banda que traficaba drogas en el sector, pues, eso se asumía, dada la cantidad de personas que entraban y salían de la casa de los Molina en el barrio Manga de Cartagena, con su bolsa o bulto blanco.
Para sorpresa de los uniformados, no encontraron drogas o estupefacientes, sino “Bollos”, para los amigos cachacos que me leen: -Los bollos no son más que amasijos envueltos en hojas frescas de maíz o plátano. Desde ese momento, y de forma jocosa, la gente de la zona encantados por la historia macondiana los empezó a llamar los “Narcobollo”, nombre que se mantiene hasta el día de hoy.
Ir a Narcobollo, es ratificar lo que como costeños somos, un desayuno con arepa de huevo que me recuerda una mañana en casa, una posta cartagenera que me lleva a la cocina de mi mamá, un arroz apastela’o que me transporta a la cocina de mis tías, un cayeye a un amanecer en Santa Marta, un mote de queso que me lleva a la sabana, para brindar con un jugo de corozo que me sabe a gloria. El remate es con helados a base de productos tradicionales y sabores característicos de la región, el de kola con leche, que se traduce a amigos e infancia. La gran sorpresa, un helado de enyucado que me transporta a una tarde en casa de mi tía Lupe, el helado de bocadillo con queso para el alma y el fantástico helado de Leche Klim, que llega directico al corazón.
Es inaceptable visitar el restaurante y no antojarte de carimañolas, quibbes -que son mis favoritos y son muy buenos-, deditos de queso, arepita dulce o de anís y sin duda, la variedad de arepas que ofrecen y por supuesto, bollos con queso y suero.
Narcobollo sin duda, hace parte de nuestra cultura en el Caribe, esa misma que un día Gabo plasmó de la cotidianidad que nos caracteriza y nos sigue enseñando a dejarnos sorprender por la autenticidad y magia de las cosas pequeñas, un referente total y un infaltable cuando visites Barranquilla.
@narcobollo_oficialbaq