O.NOIR es un concepto culinario revolucionario, conocido en Europa, Australia, Estados Unidos y Canadá. Cuando apareció en Montreal causó sensación, pues es un restaurante atendido por un grupo de meseros ciegos que sirven a sus clientes en la más completa oscuridad, su dueño, Moe Alameddine me aseguró que era la experiencia más sensual y única que alguien puede tener mientras cena: servicio de primera clase, un menú extraordinario y una sensación sin igual.
Moe es de origen libanés, él mismo diseñó su restaurante y además se capacitó con sus empleados, quienes pertenecen a la empresa «Trabajo Horizonte», una organización afiliada a «Empleo Québec», únicamente para invidentes. Este concepto tuvo su origen en un pastor ciego en Zurich que solía vendar los ojos de sus invitados para que compartieran con él la experiencia de comer utilizando solamente el sentido del gusto.
El éxito que ha tenido este restaurante en Montreal y recientemente en Toronto, es sin precedentes, el menú incluye un elemento sorpresa, un toque muy especial que inventó Moe para atrapar la curiosidad de sus clientes.
Obviamente la recepción del restaurante está iluminada, al igual que el bar y el guardarropas, pero existe una puerta que divide la luz de la oscuridad, por eso es indispensable que los meseros nos escolten a las mesas. En la intimidad de O.NOIR ocurren cosas muy simpáticas, como por ejemplo las verdaderas «citas a ciegas». Hay personas que deciden conocer a alguien en la oscuridad y prácticamente la voz es lo único que pueden «ver», pues no hay miradas ni coqueteos. El resultado es inesperado, porque no todas las citas concluyen en un «happy end», pero vale la pena tener la experiencia, igual muchas alianzas matrimoniales se sellan en este misterioso lugar, así el novio recurra a «malabares» para no perder el preciado anillo.
El restaurante cuenta con seguridad especial, los clientes no pueden hacer movimientos improvisados porque los meseros están circulando con platos calientes. Adentro hay una pequeña luz roja que indica la salida de emergencia y en caso de presentarse alguna eventualidad, inmediatamente las luces se encienden. Orquestas tradicionales de Jazz de Montreal, amenizan la velada, compartiendo la experiencia de tener una audiencia invisible.
La primera vez que me senté en el comedor escoltada por una mesera ciega, experimenté una sensación de tranquilidad, aunque no dejaba de curiosear: Toqué la mesa, la silla, los cubiertos, el mantel, tratando de evitar el consabido jarrón de agua o de flores, pensando en mi torpeza en condiciones normales, no me imaginaba comiendo en tinieblas, sin embargo, no había nada extraordinario, la sencillez del restaurante es total. Moe me contó que algunos clientes sufren de claustrofobia por la oscuridad y cuando eso se presenta los acompaña un rato al bar, en donde hay una luz tenue, cuando se sienten tranquilos los escoltan de regreso a sus asientos. Muy pocos deciden abandonar el lugar, por lo general la experiencia es bien recibida por el público, vi incluso mujeres embarazadas disfrutando de esta aventura.
Rompiendo barreras
Creo que cenar en O.NOIR es una manera divertida de retar siempre nuestro sentido del olfato y del gusto, por eso hay que relajarse, saborear muy bien la comida y dejarse atender. Rosa Maldonado es de origen español y trabaja en O.NOIR, ella perdió la visión desde niña, sus padres llegaron hace más de 30 años a Québec y se establecieron en Montreal. Me dijo que se sentía muy feliz de trabajar en este restaurante porque podía sensibilizar a la gente todas las noches sobre las personas discapacitadas.
Rosa se instruyó con todos los meseros y su jefe, para poder servir a los clientes de manera satisfactoria, de hecho no es difícil conseguir qué hacer siendo ciega, pero la organización «Trabajo Horizonte» los acompaña en la búsqueda y los asiste durante todo el proceso, para romper con viejos esquemas que no permitían a una persona ciega integrarse al mercado laboral.
El programa de Trabajo Horizonte es muy completo, pero emplear discapacitados tiene también su cuota de sacrificio, pues el promedio de clientes atendidos se reduce y por eso deben reclutar un número mayor de meseros para atender las mesas. No obstante, Moe Alameddine no se desanima, él dona 5% de lo que produce O.NOIR a las asociaciones locales que ayudan a los ciegos o a las personas mayores de edad con deficiencia visual.
Fotos: O.NOIR
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