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Dicen que la mejor  defensa es el ataque e indudablemente esta fue la fórmula que empleó el presidente  Barack Obama contra su oponente el Gobernador Mitt Romney durante el último debate televisivo que tuvo como tema central la política exterior de Estados Unidos. Si bien  el Presidente le propinó varios golpes en el ring a su adversario  republicano, no logró el tan esperado  knock-out, pues acudir a una serie de ataques  se interpretó como un   Obama   desesperado por aplastar y ridiculizar a su oponente.

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Lo cierto es que Romney  estuvo contra las cuerdas, pero se mantuvo  de pie en  el ring, prueba de ello es que  la intención del  voto no se inclinó definitivamente hacia ninguno de los dos candidatos. Por el contrario, la batalla por llegar a la Casa Blanca está en su clímax pues los ataques se van a incrementar, la publicidad será aún más agresiva, todo por rescatar a  los indecisos de su mar de dudas y  la idea es trabajar en  GOTV, es decir sacar a la población  a votar, preferiblemente antes del 6 de noviembre, empleando el mecanismo del voto  por anticipación. 

 

Para nadie es un secreto que una de las razones por las cuales el debate final no fue convincente para los independientes o indecisos, es que estas elecciones  están  concentradas en el estropeado bolsillo de los americanos, de nada vale  el éxito de la operación militar que puso fin a  Bin Laden, ni las estrategias para frenar a Irán en su abastecimiento nuclear, ni la preocupación por  controlar el resurgimiento de grupos extremistas, porque la lucha contra el terrorismo no tiene tregua y eso nos reduce al tema de la economía domestica. Pero lo que no da más espera   es seguir con la famosa «American Debt Diet»  o  la  Dieta  de Deuda Americana.

 Los americanos aman el capitalismo, quieren seguir siendo  los líderes mundiales y ante todo acabar con el desempleo, que es el caballito de batalla de  Romney,  por algo  promete crear 12 millones de empleos nuevos. El vencedor  será quien mejor venda la idea de aliviar la economía americana, no quien conozca más sobre política internacional.

Lo más curioso de todo es que en realidad,  no existen grandes diferencias entre Demócratas y Republicanos en términos de política exterior, así lo comprobamos cuando   tanto Obama como Romney  declararon que defenderían el Estado Judío si fuera atacado por Irán y se comprometieron a aplicar políticas duras contra las ambiciones nucleares de Teherán y mantener la acción militar como último recurso.

En ningún momento  hubo un planteamiento realmente controvertido, ni siquiera cuando abordaron el tema del aumento o no del  gasto militar, el pulso fue  flojo porque simplemente ambos candidatos comparten posiciones similares en el momento de defender la seguridad de su país. Si Romney ha cambiado de parecer, no es de extrañar, porque  por mucho que Obama lo venda como un candidato belicoso, quienes tienen una visión amplia del panorama mundial no tragan entero.

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Cada  enfrentamiento militar importante y operación secreta realizada en el extranjero por los EE.UU. es finalmente aprobada por  el Presidente, en este caso por Obama. Por lo tanto, las operaciones de la CIA ilegales y mortales, que han matado a cientos de ciudadanos inocentes de Pakistán, Afganistán, Yemen, Somalia, etc, sólo pueden tener lugar con su previa revisión y aprobación. Tema que no se abordó en ningún momento, pero que a los ojos de la comunidad internacional  no pasa desapercibido, pues a la luz de la verdad este tipo de conductas también podrían catalogarse como  criminales y propias del terrorismo internacional.

Pero ¿cuál de los dos podrá hacer realidad ese acuerdo que proponen al pueblo  estadounidense? Obama ya probó que no puedo ir tan lejos como lo hizo Roosevelt en términos de recuperación económica, esto sumado a las similitudes que tiene con Romney en el momento de abordar la política internacional, me hacen recordar los planteamientos del cineasta canadiense Richard  Brouillette, creador  del excelente  documental «L´Encirclement»   quien afirma que   bajo el gobierno demócrata y republicano los objetivos siguen siendo los mismos: colonizar los países subdesarrollados, tomar el control de sus recursos naturales, imponer la dolarización y sus espacios geo-estratégicos.

Para Brouillette  la política de  Zbigniew Brzezinski, ex  asesor  de Jimmy Carter en  Seguridad Nacional, no era muy diferente a las de Henry Kissinger;  las de  Condoleeza Rice tampoco se diferenciaron mucho de las de  Madeleine Albright.

Si la administración Clinton emprendió una guerra ilegal contra Serbia, sin pasar por el Consejo de Seguridad de la ONU, Bush hizo lo propio en Irak. En cuanto a Obama, en un comienzo  dejó en claro que él quería aumentar la participación de EE.UU. en Afganistán y remató invadiendo la soberanía de  Pakistán cuando sus soldados fueron en búsqueda de Osama Bin Laden.

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Pero no creo que estas reflexiones geopolíticas  pesen mucho en el momento de tomar una decisión el 6 de noviembre,  como tampoco el hecho que los aviones no tripulados sigan  amenazando  la vida de muchos inocentes, la economía es lo primordial en estos momentos. Si bien la decisión  es de los americanos, las elecciones son en Estados Unidos, no olvidemos que  el resultado repercute en  el mundo entero.

 Fotos: Reutes- Jeff Rense website.

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