Diego Briceño es bogotano y vive en Montreal desde 1996. Es un realizador incansable, sus proyectos documentales confirman su compromiso con los grandes temas sociales contemporáneos y es un experto en medios audiovisuales. Entre sus películas se encuentran Un Fuste, mejor documental en el Arrowhead Internacional Film Festival en California en el 2000; Cosas nunca dichas en Playa Perdida, mejor cortometraje en Festivalísimo, Montreal 2001; Souvenir Kids, Premio de los medios «Beyond Borders» y Baladas Nocturnas, mejor documental canadiense, ReelWorld Film Festival 2005. Recientemente fundó Makila, una cooperativa de producción multimedia donde desarrolla diversos proyectos documentales multi-plataforma y un largometraje de ficción.
Briceño tiene varios años investigando, buscando personajes, viajando por Latinoamérica, pues su objetivo es ver dónde quedó Camilo Torres hoy. «Si vas a Bogotá aún ves grafitis en las calles que dicen «Camilo vive» y entonces fue esa curiosidad que me impulsó a indagar si realmente vivía en algún lugar, pues han satanizado tanto su imagen que quise saber porqué la guerrilla colombiana se apropió de su nombre y la verdad, el legado de Torres es más que cuatro meses de lucha armada». Afirma Diego.
Camilo Torres fue un precursor, un sacerdote católico, colombiano, pionero de la Teología de la Liberación y prácticamente es el Che Guevara colombiano. Sin embargo, lo que muy pocos conocemos es la trascendencia que han tenido sus conceptos teológicos, en Cuba, Chile, Argentina o Brasil, donde este sacerdote se volvió todo un mito.
Seguir los pasos de un hombre que trató de promover el diálogo y la reconciliación entre el marxismo y el catolicismo ha sido una experiencia extraordinaria para Diego. Sin embargo, él asegura que los colombianos nunca recibieron el mensaje de Torres, simplemente se convirtió en un icono de un grupo armado y su discurso se evaporó porque nunca ha existido un espacio neutro en Colombia para analizar cómo eran las circunstancias que se vivían en esa época, cuáles eran sus propuestas, cómo era su discurso.
Los colombianos pueden estar a favor o en contra de Camilo, pero nunca juzgarlo, pues este sacerdote se enfrentó a un país extremadamente católico, a un gobierno intolerante a sus propuestas, en unas circunstancias muy especificas. «Descubrir a Camilo Torres es ir a la raíz de la violencia que se vive actualmente en Colombia, después de todo él estuvo presente cuando se conformaron las Farc, el ELN». Explica el documentalista colombiano.
El proceso que Diego ha vivido ha reforzado la importancia de su documental, pues hay una reflexión interesante para muchas personas que conocieron a Camilo, quienes lo detestaron, aquellos que nunca han odio hablar de él e incluso para quienes lo idolatraban, por eso esta reciclando sus ideas para abrir un espacio al diálogo. «Sé que Camilo es una figura que no tiene ni pies ni cabeza para muchos de mis paisanos, , pero al mismo tiempo es trascendental para el país porque marca una era de nuestra historia independientemente de la suerte que haya tenido la Guerrilla. Torres creía en una sociedad justa, más equilibrada, nunca se identificó como marxista, ni socialista, tampoco se enlodó las manos, su muerte lo inmortalizó y lo ha conservado con una cierta pureza porque nunca se dedicó al narcotráfico, no secuestró gente, en otras palabras era simplemente un guerrillero, un revolucionario».
La Jornada de Camilo Torres es muy tradicional, curiosamente no se realiza en Colombia, sino en Cuba. Este encuentro reúne teólogos, académicos, estudiantes, protestantes, evangélicos, católicos, todos unidos para hablar de de Camilo Torres y sus ideas sobre la teología de la liberación. Diego asistió en febrero de 2009 y cuenta que para él fue una revelación la manera como Cuba se apropió de este personaje y lo llevó a otro nivel, pues en una época los cristianos cubanos fueron segregados, enviados a prisión a campos de trabajos pues no participaban activamente en la revolución, hasta que acudieron a la figura de Camilo Torres para demostrar que si se podía ser cristiano y revolucionario al mismo tiempo.
Gracias a los encuentros sobre Torres se comienza a desarrollar un pensamiento latinoamericano en sintonía con la teología de la liberación usando la figura de Camilo. Los religiosos cubanos aseguran que ellos vivieron su propia emancipación en las toldas de la revolución cubana, pues Torres era un punto de referencia, pues logró comprobar en su momento, que en América Latina se podía ser cristiano y revolucionario al mismo tiempo. Diego es consciente que Cuba entra en un juego peligroso pues por un lado no apoya la violencia, pero tiene cierta identificación ideológica con el ELN, no hay que olvidar que en esta isla se entrenaron muchos guerrilleros y para Colombia este tema sigue siendo «una papa caliente».
Una de las premisas de Torres fue el amor eficaz, para el cura era correcto amarse los unos a los otros, pero cuestionaba siempre la manera de lograr eso en algo concreto, de construir ese amor y gracias a este análisis los cubanos son capaces de criticar hasta su propio gobierno, Diego agrega: «Escuché reflexiones sobre cómo el socialismo era una etapa válida para llegar al reino de Dios, pero el objetivo seguía estando muy lejos pues el socialismo se derrumbó al igual que el capitalismo. Hubo preguntas sobre quiénes promueven ahora otra utopía y conclusiones valiosas para alcanzar el equilibrio, cuya único secreto es el amor, pues se debe amar incluso a los enemigos».
Asimismo Briceño participó como conferencista invitado durante esta Jornada en la Universidad de la Habana. «Decidí hablar sobre un concepto diferente pues resulta que Camilo Torres era un gran comunicador, a pesar de ser apolítico, de no destacarse como el más intelectual, sus dotes de comunicador son admirables. Desde adolescente tenía un periódico, y la comunicación escrita fue también su última forma de lucha, además fue un gran orador, pero nunca escribió un libro completo, era un hombre que aprendía actuando y en eso se cimienta la teología de la liberación: Ver, Juzgar y Actuar».
Diego aclara que el periódico Frente Unido sólo duró dos meses, pero tenía un tiraje de 50mil ejemplares, costaba un peso, había publicidad, algo significativo en los años cincuenta, por eso considera que todo ese material periodístico podría fácilmente ser un blog de nuestra época, pues no era el típico mamotreto o panfleto de izquierda.
Entre risas, pues no puede dar más detalles, Diego finalizó nuestra charla dejando pendiente otros hallazgos que nos sorprenderán en su documental. «Soy consciente de las limitaciones que hay en Cuba, pero quise actualizar a los muchachos los lo mas que pude, mi conferencia se llamó Camilo Dos Punto Cero, pues la capacidad de Torres de poderse comunicar me ha acercado mucho a él y me ha inspirado tanto, que para mí es como un Camilo Blogger, les hablé sobre el concepto de la web social, de nuestra capacidad para comunicarnos, pues ya no existen barreras entre consumidores y creadores».
Fotos: Diego Briceño
Camilo Torres sí enlodó su legado yéndose al frente de una cuadrilla de bandoleros, muriendo en medio de un combate intentando asesinar soldados y campesinos colombianos. Su obra primaria es destacable, pero al igual que el ché guevara (que sanó leprosos para luego irse a asesinar cubanos, africanos y bolivianos) destruyó cualquier imagen positiva. Cuidar del legado de asesinos «de buen corazón» no le hace bien a nadie.
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