A comienzos de enero, Gabriela de 38 años no se cambiaba por nadie. Había logrado vincularse a la empresa que tanto soñó. Luego de una serie de entrevistas y exámenes logró demostrar que era la mejor candidata gracias a su trayectoria en administración de negocios. Hoy, tres meses más tarde, está decepcionada, al borde de la desesperación. Relata Gabriela: “superamos las pruebas de embarazo para evitar sesgos y exclusiones en el trabajo, pero ahora tenemos que enfrentarnos a la discriminación que nos hacen las mismas mujeres cuando son jefes. Esto es absurdo ¿qué está pasando?»
Si bien la fuerza laboral femenina ha crecido notablemente en Colombia, parece ser que además de luchar por la disminución de la brecha salarial frente a los hombres, quienes siguen siendo mejor remunerados, persiste el reto de sobrevivir a los ambientes laborales en donde proliferan las mujeres porque los conflictos no dan tregua. Gabriela se desahoga diciendo: “no entiendo por qué las jefas discriminan tanto a miembros de su mismo sexo: si somos solteras nos miran rayado, si no tenemos hijos, sino una mascota, peor; si les ganamos en otras habilidades que ellas no poseen, ni hablar… e incluso si eres más atractiva que ellas, si tu novio es más churro, si tienes tres pesos de más; si no eres gay y ellas sí. Mejor dicho, todo juega en contra nuestra”.
Lo curioso es que pesar de que estudios como el publicado por Credit Suisse adviertan que el Síndrome de la Abeja Reina (Queen Bee Syndrome ) está mandado a recoger, que es un mito; la realidad demuestra lo contrario. Al menos en el ambiente laboral de varios países incluyendo Colombia, no deja de reproducirse este prototipo femenino, reafirmando lo que explicaban científicos de la Universidad de Toronto en un estudio publicado en 2008, “las mujeres que trabajan bajo las órdenes de otra persona del mismo sexo, están más estresadas”.
Recientemente, en el 2018, el diario The Economic Times publicó las pruebas sobre varios estudios que reiteran la existencia de este fenómeno y lo que es peor, advierten que va en aumento. Pues bien, el famoso Queen Bee Syndrome que consiste en que quienes ostentan un alto rango en un campo tradicionalmente masculino traten de preservar su “reinado” evitando estar rodeadas de competencia femenina y por eso se oponen a la promoción de sus subordinadas, sigue vivito y coleando.
En otras palabras, toca desempolvar el libro La mujer es un lobo para las mujeres: comprender y resolver conflictos entre mujeres, de Pat Heim y Susan Murphy (2004) para tratar de entender el meollo del asunto. Estos profesores aseguran que dicho comportamiento se debe en gran parte al hecho de que la cultura patriarcal en el trabajo las ha alentado a obsesionarse con su autoridad, por una especie de mimetismo alineado con los códigos de conducta «masculinos».
Al respecto, Ariane Ollier-Malaterre, profesora de la UQAM en Montreal opina que los conflictos entre mujeres son más visibles porque van en contra de la norma social y explica: “esperamos que una mujer sea consensual, se vuelva hacia la otra, sea más sensible. Aceptamos la agresión o el conflicto por parte de los hombres, pero ésta no es la idea que tenemos de una mujer.”
Ahora bien, si regresamos al plano nacional, estudios como el publicado en 2015 por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) ubican a Colombia en el segundo país con más mujeres jefes, aunque en su momento la socióloga Florence Thomas, expresó su desacuerdo porque en el campo político difícilmente se cumplía con la ley de cuotas, que es el 30 %. Más allá de la equidad de género, se debería analizar la conducta de las altas ejecutivas en sus respectivos lugares de trabajo.
¿Solidaridad femenina?
Con paso apresurado Antonio, abogado de 39 años especializado en derecho público, relata su experiencia al tratar de vincularse en una empresa como asesor legal: “estaba muy animado porque había logrado pasar dos filtros, pero en la tercera entrevista salí corriendo. Claudia, la encargada de hacer el reclutamiento me citó a una reunión con quien sería también mi jefe, pero le temblaba tanto la barbilla, que de inmediato noté el miedo que le tenía a esa señora. Era tanta la tensión entre ambas, que me estresaron… Ojalá nunca me llamen”.
Por su parte Paloma, una economista de 40, especializada en evaluación y desarrollo de proyectos comenta que ha sido de buenas porque ha trabajado con colegas amables, seguras de sí mismas, que no se sienten amenazadas por profesionales de su mismo sexo. Aunque hace la aclaración que siempre ha trabajado independiente, como asesora, y nunca ha estado subordinada a una jefa de su mismo sexo.
Contrario a lo que cuenta Paloma, Adriana, de 43, y analista de políticas públicas siente que siempre le ha tocado bailar con la más fea: “crees que tu jefe es una persona equilibrada, porque es exitosa, con una familia ejemplar e inteligente por el cargo que ocupa; pero qué va, en la mayoría de los casos es pura fachada, se vuelven tiranas con el poder. Son adictas al trabajo, ambiciosas, arribistas y se ufanan de un matrimonio perfecto, cuando en realidad ellas son las proveedoras y tienen a un Superman (super mantenido), en calidad de esclavo ocupándose del hogar”.
Las mujeres pueden ser aliadas
Sandra Riaño, psicóloga colombiana y psicoterapeuta registrada en Ontario- Canadá afirma que, a la hora de dirigir, cada género tiene sus pro y contras, pues ser jefe es una de esas posiciones que siempre estará en tela de juicio y agrega: “si nos referimos a la mujer-jefe en particular bueno es un poco más complejo, por sus condiciones fisiológicas tiende a ser más expresiva, explosiva, emocional y multifuncional; lo cual atormenta a muchos, pues repara en el detalle, tiende además a ser más sensible, porque puede entender mejor esas situaciones familiares que hacen pedir un permiso. Sin embargo, perciben las mentiras por el aire y guardan los detalles de las diversos reportes y conversaciones, algo que puede no ser tan conveniente para sus pupilos”.
Sandra afirma que la mujer tiende a ser mejor con la organización y la visión a futuro, pues en general las mujeres son buenas estadistas debido a su habilidad para ver un todo, por lo cual, varias de esas importantes características de un “buen líder “la persiguen. No obstante, es notorio que varias jefes mujeres tienden a ser más dictatoriales y menos democráticas; más impositivas y menos flexibles a la hora de tomar decisiones y por su puesto entre mujer y mujer en la dinámica jefe –empleada tiende a existir esa frivolidad en la relación donde la competitividad y critica de una por la otra, no perdona.
Para la psicoterapeuta radicada en Canadá, el reto de ser una “buena jefe” se mantendrá en la equidad de sus decisiones y obviando esas características que por aprendizaje generacional se han mantenido, enmarcando a la mujer como peligrosa a la hora de liderar. Con aplomo asegura: “a la mujer le ha tocado pelearse históricamente el derecho a la igualdad de funciones, salarios, etc.
Son muchos los antecedentes que dejan entrever porqué las mujeres son más explosivas, determinantes y frívolas a la hora de dirigir; pero también son cada vez, más sensibles y conscientes de los retos que a nivel profesional aún se tienen por el solo hecho de ser mujer lo cual las hace más perseverantes y determinantes cuando logran una alta posición. Si una mujer logra despertar la motivación, trabajo en equipo y logro de metas tendrá, ante todo, a las mujeres como sus mejores aliadas”.
Por último, Cecilia Harvey, abogada, fundadora y presidenta de Tech Women Today (TWT) sugiere que las gerencias de las empresas o las oficinas de Talento Humano deberían desarrollar una «imagen más compleja y realista de las mujeres”, que reconozcan sus «tendencias agresivas» y «las formas de victimización que por lo general tienden a usar. Asimismo, se debe entender que este comportamiento tiene un efecto negativo en los lugares de trabajo que se ve reflejado por la disminución de la productividad, menor rentabilidad y menores tasas de satisfacción de los empleados”.
@NataliaGnecco
Por cierto lo de la brecha en los salarios es porque por lo general las mujeres (no estoy diciendo las que se encuentran en posiciones de poder) trabajan menos horas, a pesar de que cuenten con más años de estudios, porque por ley ambos sexos tienen que ganar lo mismo, por lo que, si usted trabaja las mismas horas y le pagan menos, tiene que saber que eso está por fuera de la ley.
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En cuanto a que las mujeres en posiciones de autoridad son más autoritarias y adictas al trabajo, ¿qué esperaban?, ahora la cultura quiere meterles a las mujeres que tienen que ser exitosas en su trabajo para ser felices y que requieren de un montón de capacitaciones para no dejarse oprimir del patriarcado. Ni siquiera es cierto para los hombres que tienen que ser los mejores para poder ser felices y no deberíamos necesitar de ningún título para sentirnos validados como personas, ¿por qué ahora quieren que las mujeres imiten los aspectos negativos de los hombres y quieren hacer ver como si en una mujer estuviera bien?
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Las empresas deberian ofrecer formacion psicologica a todos sus empleados, incluyendo a los que ejerceran cargos de autoridad. Con medidas formativas de este tipo se evitaran muchos conflictos y se lograra obtener como resultado un ambiente laboral sano, equilibrado y productivo.
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Excelente articulo. Solo he tenido una jefe mujer pero quede con ganas de no tener más. Soy alegre y objetivamente atractiva, me gradué entre las mejores de mi carrera y en mi primer empleo con una mujer de 30 y pico como jefe, sufrí sus cambios de ánimo, sus inseguridades, sus tiranías, sus acusaciones injustas, y no solo las de ella, sino las de otra amiga suya que ocupaba un alto cargo en la empresa. Otras colegas de mi misma edad y posición que tuvieron jefes hombres en cambio fueron apoyadas y motivadas en la empresa y tuvieron una experiencia totalmente distinta a la mía. Las mujeres somos el peor enemigo de nosotras mismas.
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