Sí, soy millonario, aunque mi fotografía no aparece en Forbes, tampoco tengo un lujoso apartamento en Dubai o por lo menos una casa colonial en Cartagena, no tengo un yate, ni un solo auto convertible, nunca me he ganado el chance y ni siquiera hago el Baloto, pero aún así me considero millonario por una sola razón: soy feliz.

La felicidad es ese tesoro que nos hace más humanos y que está al alcance de nuestros ojos, labios, manos y brazos; porque nos hace ricos ver a todos los miembros de nuestra familia con una sonrisa en sus rostros, observar día a día lo que tenemos hoy y valorarlo porque alguna vez lo habíamos soñado, nos enriquece infinitamente sentir un cálido beso de las personas que más queremos en nuestras mejillas o labios, porque nos sentimos pudientes cuando estamos junto a las personas que amamos, o incluso, a esa mascota que nos alegra el día o la noche, porque repartir abrazos no nos hace pobres, al contrario, nos vuelve magnates.

La verdadera felicidad no solo encarna la riqueza material o financiera, sino la búsqueda de su verdadero propósito en la vida

El dinero es importante, no estoy diciendo lo contrario, pero la verdadera riqueza que todos poseemos no está en una cuenta bancaria, en la billetera o debajo del colchón, ¡NO!, está junto a nosotros todo el tiempo. Y en muchas ocasiones ni siquiera la notamos por culpa de esos problemas que llevamos del trabajo a nuestros hogares, por las deudas que nos invaden, porque no te fue muy bien en algo que estabas planeando, o porque perdiste más de una hora de tu tiempo en un embotellamiento, y en el peor de los casos, nos preocupamos únicamente por llevar cansancio y dinero en vez de una sonrisa y un abrazo para cada integrante de nuestra familia.

¿Entonces cómo puedes ser millonario? Pero antes de otorgarles mi secreto analicemos algo, ya existe alguien que te paga por cada hora de tu tiempo en el trabajo ¿verdad? Ahora comienza a cobrarle a tu familia por minuto-sonrisas, los planes que les puedes ofrecer son los siguientes:

  1. Cena familiar con conversación incluida más IVA.
  2. Observar algún programa de televisión que a todos les guste más IVA.
  3. Jugar con tus hijos y sus juguetes e involucrar a otros adultos más IVA.
  4. Una guerra de almohadas más IVA.
  5. Leer un cuento (para niños) o conversar como amigos (para adolescentes) más IVA.

El IVA en este caso, es ese impuesto que todos pagan cuando alguien cumple años, es navidad o llega el año nuevo, los abrazos. Por último, quiero compartirles esta otra enseñanza que también merece ser compartida:

La paz y la armonía constituyen la mayor riqueza de la familia

 


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