Mi mamá falleció hace más de 4 años, ella era mi mejor amiga, mi compañera, mi confidente, mi TODO; siempre procuró estar en todo lo que aconteciera en mi vida, nunca me dejó solo, siempre estuvo a mi lado en las buenas y en las malas, incluso, en esos momentos en los que una mujer me rompía el corazón, ella sabía entenderme y darme consuelo, aunque como toda mamá, también era celosa y solía decir: «mijo, primero el estudio»; ay mamá, extraño mucho tus consejos y enseñanzas.
Hoy en día veo que existen personas que no respetan a su mamá, ni siquiera la de otros cuando de ceder la silla se trata, pero cuando ellas se marchen sin hacer maletas y para siempre, la vida les cambiará esa forma tan ridícula de tratarlas, y solo en ese momento les hará muchísima falta.
Para las personas que hoy en día ya no contamos con la compañía física de nuestra madre, siempre nos hará falta, porque ellas nos dieron algo más que la vida, nos hicieron personas, nos hicieron hombres o mujeres de bien, porque ellas fueron las mejores educadoras que la vida nos pudo dar, porque ella con sus «cantaletas» y «reproches» siempre tuvieron la razón en todo, porque su experiencia de vida fue la pizarra que nos guió en este camino que hoy en día seguimos trazando, con altibajos y éxitos sin calificación alguna, pero con su aprobación desde el más allá.
Por respeto a nuestra propia madre, debemos tratar a las demás mujeres mayores por igual, porque ellas son las que dan vida, son las progenitoras de alguien más, ellas crearon familias, familias con las que nos podemos cruzar hoy o mañana. Recuerden que el mundo no es tan grande como muchos dicen.
Después de tanto tiempo, acepto que sigo llorando a mi mamá, porque no me pude despedir de ella como se merecía, la vida se la llevó y no me dio aviso, nadie se lo imaginaba, mi mamá estaba bien, pero de un momento a otro se fue.
Hoy en honor a su memoria, trato de seguir por el camino que alguna vez le prometí, (y estoy seguro que si ella supiera que escribo para el blog de EL TIEMPO, entre muchas otras cosas de las cuales yo mismo me siento orgulloso, se sentiría muy feliz), como cada uno de esos logros que conseguimos día a día, por más pequeños que parezcan, ellas están pendientes desde el más allá. Nuestra misión en está vida continúa a pesar de su ausencia, y una de tantas es hacer que ellas se sigan sintiendo más orgullosas de nosotros.
Por favor, cuando vean a una mujer mayor, recuerden que es la mamá de alguien más, que merece mucho respeto, cariño y tolerancia, trátenlas como si fueran su propia madre.
Si acabas de leer esto y tu madre ya no está, piénsala todos los días, ámala y agradécele por la vida que hoy disfrutas, y si eres de los que aún cuenta con su mamá en este momento, ámala todo el día, todos los días, díselo sin cansancio, despídete de ella en cada mañana como si el mundo se acabara al día siguiente, invítala a desayunar, almorzar o a cenar, invítala a todo, esa es la mejor riqueza que les podemos dar, hacerlas sentir que son la mujer más importante de nuestras vidas, porque así es.
Escuchen esta canción, un legado que nos dejó uno de los artistas más importantes del mundo y que habla de nuestras madres. Dios bendiga sus amadas madres, hoy y siempre, en este mundo o en la otra vida.