Si hay algo que caracteriza nuestras vidas es el cambio, el dinamismo, la impermanencia. No sabemos a ciencia cierta qué va a pasar en nuestro futuro y eso es lo que hace la vida interesante. El hecho de tener a alguien hoy nos lleva por dos caminos que pueden solaparse; el disfrutar cada momento a su lado, viviendo el presente y siendo agradecidos con la vida y sus oportunidades o, bien, preocuparnos porque mañana deje de formar parte de nuestras vidas.

Sin duda, la primera es la manera más inteligente de vivir, de sentir, de apreciar. Todo lo que ocurra fuera de nuestro presente no corresponde a otra cosa diferente a pensamientos, a proyecciones, a recuerdos… solo habitan en nuestra mente y raras veces coincide con lo que realmente ocurrió y menos, con lo que va a pasar.

En algunas oportunidades nos tocará despedirnos de personas que son importantes para nosotros, que queremos cerca, pero que por algún motivo, nos hemos visto forzados a dejar ir de nuestras vidas, quizás con la esperanza de que en el día de mañana podamos estar nuevamente juntos; sin embargo, con las vueltas de la vida y el tiempo haciendo de las suyas, puede ser que ese momento llegue y nos traiga con él a esa persona especial. Pero dentro de esa posibilidad, también habita que en nuestra vida ya no exista espacio para recibirle.

Puede ser que alguna persona haya ocupado la posición que quedó vacía, puede ocurrir que ya no encontremos a esa persona interesante para nosotros, puede ser que con el tiempo nos hayamos dado cuenta de que queríamos a una persona en ese momento, pero que ahora no juega ningún papel en nuestra vida, porque no somos los mismos, porque los escenarios son diferentes, porque ya no queremos lo mismo, porque sencillamente ya no cabe en nuestra vida.

La vida se trata de tomar decisiones, de asumir riesgos, de elegir caminos. Algunas veces no seremos la primera opción de alguien; algunas otras dejaremos de lado a quienes nos importan por tomar un rumbo distinto… No importa lo que hagamos, nada está escrito y mucho menos garantizado, lo único que debemos tener presente es que cada acción tiene una consecuencia y que salir de la vida de alguien siempre tiene el riesgo de no poder regresar.

Así que sin miedos, pero con mucha responsabilidad, entendamos que en algunas oportunidades no será posible tenerlo todo y quien se va, por los motivos que sea, no tiene un retorno asegurado a la vida de quien dejó.

Por: Sara Espejo