El amor es tan misterioso, que día a día tenemos la tarea de buscarlo, no importa si eres soltero o ya tienes pareja, la búsqueda sigue siendo la misma, aunque a veces dudemos de su existencia, al final, sabemos que sí es real, porque otros lo tienen y son felices. No existe una fórmula para encontrarlo, pero quizá esto te lleve en la dirección correcta.

Existen personas por ahí que aún no conoces y que seguramente te amarán, o ya hay alguien que quiere o desea estar contigo y aún no te has dado cuenta.

Son difíciles de explicar los caminos que nos conducen a alguien; una vez hablando entre amigos, llegamos a la conclusión de que el hecho de encontrarse a una persona y conocerla en un lugar, hora y fecha específica es una total coincidencia… o ¿será una obra del destino? Eso lo dejo a tu consideración.

Lo raro es que uno se pone a analizar esas «situaciones» porque valen la pena hacerlo, y hoy escribo precisamente sobre ello, ya que tengo una coincidencia, aunque no es propia… la admiro y hasta ambiciono una igual. Esta es la historia de un compañero que ahora es mi amigo.

Él y unos amigos iban en dos vehículos de camino a una finca por una carretera serpenteante, de esas que son difíciles de transitar contando únicamente con la luz de sus farolas y la luna que se asomaba detrás de una nube muy tímida.

De un momento a otro tuvieron que hacer una breve parada, mi amigo, se bajó del carro para ir hacia el otro que se encontraba detrás de él, el conductor le abrió la ventana y después de intercambiar algunas palabras, él no solo le prestó atención a aquellas indicaciones que le daban, sino a una mujer que iba sentada en la parte trasera, donde sus ojos se encontraron por primera vez con los de ella.

Ahora el reto para mi amigo, era acercársele y saberle hablar sin quedar como un cretino; cosa a que muchos de nosotros nos ha pasado por lo menos una vez en la vida. En fin.

Después de una simple presentación, algunos malos chistes e historias sin fin, no de mi amigo, sino de sus acompañantes, él trata de romper el hielo y hablarle. Trascurrieron algunos minutos de conversación y la escuchó sonreír por primera vez, «fue un muy buen síntoma», pensó. Aunque no fue un dialogo extraordinario, terminó en un abrir y cerrar de ojos; los motores se encendieron nuevamente y las luces fueron rompiendo centímetro a centímetro la oscuridad que había en el camino que los conduciría hasta su destino.

Después de llegar a su destino, fue inevitable para mi amigo dejar de seguir los pasos de esa mujer que lo atrapó desde la primera mirada; sin caer en la intensidad, y sin mostrar excesivamente su notable interés, puntos clave para seguir construyendo. Palabras iban y venían al igual que nuevas miradas, de esas que dicen mucho sin punto aparte o final.

La música ambiente era ideal para comenzar a bailar, aunque no solo había notas musicales en cada esquina de ese lugar, sino historias y carcajadas de las otras personas que ignoraban completamente la historia que estaría a punto de empezar.

Según él, fueron necesarias más de 10 o 15 canciones para pedirle que lo acompañara a bailar por primera vez, y fue una mala idea, sus pasos lo enredaron aún más, pero no en un contexto negativo, todo lo contrario, lo envolvieron más y más.

El reloj ya no importaba, la letra de las canciones y el mundo entero tampoco, y así fue como llegó el primer beso con sabor a tequila, ya que era la bebida que estaban tomando. Él necesitó dos canciones más para repetir esa misma escena y una adicional para brindar.

Tiempo después, la fiesta terminó, mi amigo y ella se fueron a descansar por separado al lugar que les habían acomodado sus acompañantes, pero sin importar su cansancio… él siguió pensando en ella hasta quedarse dormido y no ha dejado de hacerlo hasta el día de hoy. No solo su recuerdo sigue intacto como esta historia que me narró con lujo de detalles, sino también sus sentimientos.

Esto sucedió hace 2 años, y él continúa mirando a sus ojos como la primera vez.

Felicidades a ambos por ser capaces de dar ese paso que los unió y los sigue uniendo, felicidades por saber afrontar los inconvenientes, las discusiones, los enojos y las distancias, felicidades por alejar a esos hombres y mujeres que trataron y que tratarán de separarlos (cosa que sucede en todas las relaciones hechas con amor).

Alejandro, gracias por hacerle creer a tus compañeros y amigos que el amor sí sigue existiendo, y que todos nosotros a pesar de estos inconvenientes o distanciamientos, también podremos encontrar a alguien para amar como tú amas a Motta.

Cuando todo esto acabe, abraza más fuerte, besa más y sin pausas, quiere  o ama más y vive de verdad».